Deuteronomio  2 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 37 versitos |
1

El paso por Edom y Moab

(Nm 20:14-21)

Después dimos la vuelta y nos dirigimos hacia el desierto por la ruta del mar de las Cañas *, como me había ordenado el Señor. Nos llevó mucho tiempo rodear la montaña de Seír º
2 Hasta que por fin el Señor me dijo:
3 Ya han estado bastante tiempo dando vueltas alrededor de esta montaña; diríjanse ahora al norte.
4 Da esta orden al pueblo: “Van a pasar por el territorio de sus hermanos, los descendientes de Esaú º, que habitan en Seír. Aunque ellos les tienen miedo, anden con cuidado
5 y no los provoquen, pues yo no les daré nada de su territorio, ni siquiera el espacio donde posar la planta del pie, pues la montaña de Seír se la di en posesión a Esaú.
6 Tanto los alimentos que coman, como el agua que beban los adquirirán con dinero.
7 Porque el Señor tu Dios te ha bendecido en todo lo que has emprendido, ha protegido tu caminar a través de este inmenso desierto y nada te ha faltado durante estos cuarenta años, porque el Señor tu Dios ha estado contigo”. º
8 Así, pues, seguimos la ruta de la Arabá, que parte de las ciudades de Elat y Esionguéber º, y entramos en el territorio de nuestros hermanos, los descendientes de Esaú, que habitan en Seír. Después torcimos y fuimos hacia el desierto de Moab.
9 El Señor también me dijo: Tampoco ataques a Moab ni lo incites a guerrear, porque no te daré nada de su territorio, ya que la región de Ar * se la di en posesión a los descendientes de Lot º.
10 (En la antigüedad vivió allí un pueblo fuerte y numeroso; el de los emitas *. Ellos eran tan altos como los anaquitas *.
11 Tanto a ellos como a los anaquitas se los tenía por refaítas *, si bien los moabitas los llamaban emitas º.
12 También, en la antigüedad, habitaron en Seír los hurritas º, pero los descendientes de Esaú los desalojaron y los aniquilaron, instalándose en su lugar, lo mismo que hizo Israel con la tierra que el Señor le dio en posesión).
13 Y ahora, reanuden la marcha y crucen el torrente de Záred º. Y así lo hicimos.
14 Los años trascurridos desde que salimos de Cadés Barnea hasta que cruzamos el torrente de Záred fueron treinta y ocho. Para entonces todos los hombres de aquella generación aptos para la guerra habían muerto, tal como se lo había jurado el Señor. º
15 El poder del Señor º se hizo sentir en medio del campamento hasta que, finalmente, los eliminó por completo.
16 Cuando ya no quedó en el pueblo ningún hombre apto para la guerra —porque habían muerto—,
17 el Señor me dijo:
18 Hoy vas a cruzar por Ar la frontera de Moab
19 y vas a entrar en contacto con los amonitas, descendientes de Lot. No los ataques ni los incites a combatir, pues no te daré nada de su territorio; se lo he dado en posesión a los descendientes de Lot º.
20 (También este era tenido por un territorio de refaítas, porque antiguamente ellos vivieron allí, si bien los amonitas los llamaban zonzonitas *.
21 Era un pueblo fuerte y numeroso, altos como los anaquitas º; pero el Señor los aniquiló por medio de los amonitas que, apoderándose de su territorio, se instalaron en él.
22 De igual modo actuó el Señor con los descendientes de Esaú, que vivían en Seír: estos aniquilaron a los hurritas y se apoderaron de su territorio instalándose en él hasta el día de hoy º.
23 En cuanto a los jeveos que vivían en las aldeas cercanas a Gaza, fueron aniquilados por los caftoritas, oriundos de Creta, que ocuparon su lugar).
24 Y ahora, reanuden la marcha y crucen el torrente Arnón º. Te entrego al amorreo Sijón, rey de Jesbón, junto con su territorio. Declárale la guerra y lánzate a su conquista.
25 A partir de hoy comenzaré a infundir pavor y miedo hacia ti entre todas las naciones que hay debajo del cielo; cuando oigan hablar de ti, temblarán y se estremecerán.
26

Derrota de Sijón, rey amorreo

(Nm 21:21-30)

Desde el desierto de Cademot envié embajadores a Sijón, rey de Jesbón, con esta propuesta de paz:
27 “Permíteme pasar por tu territorio; seguiré la ruta establecida sin desviarme a derecha ni a izquierda.
28 Te pagaré el agua que beba y los víveres que consuma. Sólo te pido que me permitas cruzar tu territorio
29 como lo han hecho los descendientes de Esaú, que viven en Seír, y los moabitas de Ar, hasta que pasemos el Jordán y entremos en la tierra que el Señor nuestro Dios nos da”.
30 Pero Sijón, rey de Jesbón, se negó a dejarnos cruzar por su territorio, porque el Señor tu Dios había ofuscado su espíritu y endurecido su corazón, a fin de convertirlo en súbdito tuyo, como lo es hasta el día de hoy.
31 Entonces el Señor me dijo: Estoy dispuesto a entregarte a Sijón y su territorio; comienza, pues, la conquista y apodérate de su territorio.
32 Sijón nos salió al encuentro con sus tropas, para presentarnos batalla en Jasá.
33 El Señor nuestro Dios lo entregó en nuestro poder y lo derrotamos a él, a sus hijos y a todas sus tropas.
34 Conquistamos todas sus ciudades y las consagramos al exterminio º matando a hombres, mujeres y niños. No dejamos a nadie con vida.
35 Únicamente nos quedamos con los ganados y el despojo de las ciudades que conquistamos.
36 Desde Aroer que está al borde del torrente Arnón, y desde la ciudad que está en el valle, hasta el límite con Galaad, no hubo ciudad que se nos resistiera; todas nos las entregó el Señor, nuestro Dios.
37 Sólo dejaste de invadir el territorio amonita, la cuenca del Yaboc, los pueblos de la montaña y los lugares que el Señor nuestro Dios nos había prohibido conquistar.

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Introducción a Deuteronomio 

INTRODUCCIÓN


El libro de Números se centra sobre todo en narrar la marcha de los israelitas a través del desierto, camino de la tierra prometida. Fue esta una vivencia histórica que dejó una profunda huella en la memoria colectiva de Israel. Los profetas Oseas y Jeremías describen esta época con rasgos netamente positivos, como el tiempo de las relaciones ideales entre Dios y su pueblo (Jer 2:2-3; Ose 2:14-21). Para la escuela deuteronomista es el tiempo y el lugar en que Dios pone a prueba a su pueblo (Deu 8:2-6), una prueba de la que no siempre los israelitas salieron bien parados, como lo hace notar el profeta Ezequiel (Eze 20:1-49) y también el salmista que invita a su generación a no comportarse como lo hizo la generación del desierto, generación terca y rebelde que no fue fiel a Dios (Sal 78:8).


Llegados los tiempos de la Nueva Alianza, Juan Bautista y Jesús de Nazaret buscarán repetir esta experiencia del desierto (Mat 3:1; Mat 4:1; Luc 1:80) tratando de encontrarse allí con Dios, de ser plenamente fieles a los planes divinos y de introducir al nuevo pueblo de Dios en la verdadera “tierra prometida”, una tierra que de veras mane leche y miel.


1. Título y texto


Siguiendo la costumbre semita de referirse a los libros bíblicos por sus primeras palabras, los judíos designaban a este libro —que hoy denominamos de NÚMEROS— con el título de “y él habló” y más comúnmente con el de bemidbar, es decir “en el desierto”, que es el que mejor corresponde al contenido y el que actualmente lleva en la Biblia hebrea.


El título castellano actual —libro de Números— procede de la versión griega de los LXX y se debe al interés del autor o autores del mismo por los censos, y a las abundantes cifras que se consignan en él.


En cuanto al texto hebreo que ha llegado hasta nosotros, hay que decir que el de Números presenta un excelente estado de conservación; sólo hay que exceptuar algún que otro versículo en pasajes poéticos (ver Núm 21:14; Núm 21:30 y Núm 24:22-24). Como testigos cualificados del texto primitivo disponemos del Texto Masorético, de la traducción griega de los LXX, del Pentateuco Samaritano y de algunos manuscritos de Qumrán (4QNm). Entre las traducciones antiguas merecen también mencionarse el targum arameo de Ónkelos, la Peshita siriaca y la Vulgata latina.


2. Contexto histórico


El libro de Números se sitúa históricamente en la época de formación del pueblo israelita, concretamente abarca el tramo que va desde la teofanía del Sinaí (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35) hasta su llegada a las llanuras de Moab, en la ribera oriental del Jordán (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18; Núm 26:1-65; Núm 27:1-23; Núm 28:1-31; Núm 29:1-40; Núm 29:40-15; Núm 31:1-54; Núm 32:1-42; Núm 33:1-56). En este sentido podemos decir que Números continúa la trama narrativa de Éxodo y enmarca geográficamente los discursos parenéticos del Deuteronomio.


Es difícil para el historiador precisar el contorno exacto de los acontecimientos que tuvieron lugar en este período y que podrían fecharse en el último cuarto del segundo milenio a. C. Parece que diversos clanes seminómadas, unos procedentes de Egipto y otros oriundos de Canaán, pero étnicamente afines, se fusionaron para dar origen a una nación fuertemente aglutinada por lazos sobre todo religiosos. Ni los restos arqueológicos ni los textos extrabíblicos de la época nos proporcionan noticias sobre ello; se limitan a constatar movimientos de diversos grupos tribales en el marco de las migraciones de distintos clanes seminómadas en dirección a Palestina. Pero los avatares vividos por los clanes israelitas en esta marcha hacia Palestina dejaron un recuerdo perdurable en su memoria: incidentes de todo tipo, conflictos entre los componentes de las distintas tribus, derrotas sufridas, victorias obtenidas, itinerarios recorridos. El libro de Números es una evocación teológico-literaria de todas estas vivencias; ello hace que bastantes datos resulten poco verosímiles históricamente hablando. A la hora de organizar los materiales que integran el libro de Números, el autor tiene ante todo un interés religioso que relega a un segundo plano la precisión histórica.


3. Proceso de composición


Como el resto de los libros que integran el Pentateuco, el libro de Números es el resultado de un largo y complejo proceso redaccional. Remitimos sobre el particular a lo dicho en la introducción general al Pentateuco. Así pues, también en Números están presentes los grandes estratos literarios que conocemos con el nombre de tradición yavista (J), tradición elohista (E) y tradición sacerdotal (P). Los textos yavistas, más vinculados a las tribus del sur, resaltan sobre todo los aspectos humanos de los orígenes históricos del pueblo israelita e insisten en su destino universal (Núm 22:1-41; Núm 24:1-25); los elohistas, por su parte, ponen énfasis en la unidad de la nación que se está gestando, condenan cualquier tendencia separatista (Núm 16:12-34) y alumbran el despertar de la institución profética (Núm 11:25-29).


Pero es sobre todo la tradición sacerdotal la que vertebra de principio a fin el libro de Números. Podemos decir al respecto que autores de la escuela sacerdotal han reelaborado profundamente las antiguas tradiciones yavistas y elohistas, aportando al mismo tiempo una gran cantidad de materiales nuevos; con ello han dado origen a una obra que podemos considerar nueva, tanto en la forma como en el fondo. Por lo demás, lo mismo que en Éxodo y Deuteronomio, en el libro de Números alternan secciones narrativas y legales, de forma que los pasajes narrativos son como el marco de los textos legales y cultuales.


4. Contenido teológico y claves de lectura


Se ha dicho más arriba que el contenido teológico fundamental de Números está sobre todo inspirado por la tradición sacerdotal que considera a Israel no tanto como una nación más, implicada en la vida política internacional y preocupada por tanto de su organización militar, cuanto como una comunidad dedicada a rendir culto al Señor, su Dios. Así las cosas, todo en esta comunidad está perfectamente regulado, hasta en sus más mínimos detalles, por la voluntad divina. Aunque aparentemente es Moisés el que preside y guía a la comunidad, quien realmente la gobierna es la palabra del Señor.


Al ser un pueblo en marcha —la larga marcha a través del desierto—, Israel no dispone de un santuario asentado de manera estable en un lugar concreto, sino que Dios se hace presente, es decir mora (de donde el nombre peculiar del santuario: la Morada) en una Tienda movible y transportable; nadie puede monopolizar la presencia del Señor al mismo tiempo protectora y temible. Por su parte, la institución de los sacerdotes y levitas actúa de pararrayos para que el pueblo, tantas veces infiel y pecador, no sea fulminado por la cólera divina (Núm 8:19; Núm 16:47-48). Cabría, pues, decir que la marcha de los israelitas a través del desierto tiene más de procesión litúrgica y de camino teológico que de organización y marcha cívico-militar. En esta marcha teológica es posible reconocer una secuencia de momentos que se repiten una y otra vez: gracia, pecado, castigo, conversión y de nuevo gracia. Dicha secuencia —en la que la gracia es el momento clave— constituye uno de los principales ejes teológicos del libro. Con ello la comunidad del desierto se convierte en punto de referencia para el pueblo de Dios de todos los tiempos: al verse reflejada en el libro de Números, la comunidad eclesial comprenderá que es un pueblo en marcha, un pueblo de profetas, un pueblo dirigido por la palabra divina y dedicado a servir al Señor.


Digamos finalmente que, dentro del libro de Números, los textos de mayor calado y densidad teológica son los cuatro poemas que el autor pone en boca de Balaán, el singular protagonista de los cps. Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25, y que pertenecen a las antiguas tradiciones yavista y elohista. En ellos se enfatizan los temas de la elección y la bendición divina que a través de Israel alcanzan al resto de la humanidad, temas cuya presencia mitiga en cierta manera la escasa presencia en Números de temas tan capitales como la creación, la promesa, la alianza o la ley.


5. Estructura


Según sean los criterios —geográficos, literarios o temáticos— que con preferencia se utilicen, así será la estructura que se aplique a Números. Si utilizamos criterios geográficos, cabría distinguir tres partes:


a) Núm 1:1-54Núm 10:1-10 : estancia en el Sinaí;


b) Núm 10:11-36Núm 21:1-35 : marcha desde el Sinaí hasta Transjordania; y


c) Núm 22:1-41Núm 36:1-13 : acampada en las llanuras de Moab.


Pero cabe también utilizar criterios literario-temáticos como son los dos censos de Núm 1:1 ss y Núm 26:1 ss y como es el hecho de que Núm 1:1-54Núm 25:1-18 tenga como protagonista a la generación que salió de Egipto, mientras que en Núm 26:1-65Núm 36:1-13 lo es la generación que, totalmente renovada, se encamina hacia la tierra prometida. En la presente traducción seguimos este segundo modelo que articulamos como sigue:


I.— LA GENERACIÓN DEL ÉXODO (Núm 1:1-54Núm 25:1-18)


EN SINAÍ (Núm 1:1Núm 10:10)


Organización del campamento (Núm 1:1-54; Núm 2:1-34; Núm 3:1-51; Núm 4:1-49)


Leyes diversas y bendición sacerdotal (Núm 5:1-31; Núm 6:1-27)


Ofrendas de los jefes y normas para los levitas (Núm 7:1-89; Núm 8:1-26)


Celebración de la Pascua y partida (Núm 9:1-10, Núm 10:1-10)


DESDE SINAÍ HASTA TRANSJORDANIA (Núm 10:11-36Núm 25:1-18)


De Sinaí a Cadés (o Parán) (Núm 10:11-36; Núm 11:1-35; Núm 12:1-16)


En Cadés y su entorno (Núm 13:1-33; Núm 14:1-45; Núm 15:1-41; Núm 16:1-50; Núm 16:36-48; Núm 18:1-32; Núm 19:1-22; Núm 20:1-13)


De Cadés a Moab (Núm 20:14-29; Núm 21:1-35)


En la estepa de Moab (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18)


II.— LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA (Núm 26:1-65Núm 36:1-13)


Normas sobre la ocupación de la tierra (Núm 26:1-65Núm 31:1-54)


Ocupación de Transjordania y últimas disposiciones (Núm 32:1-42Núm 36:1-13)


Fuente:

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Notas

Deuteronomio  2,1-37Deu 2:1-37; Deu 3:1-11 : En esta sección del primer discurso de Moisés se relata el encuentro de Israel con los pueblos que estaban al sudeste del Mar Muerto y en Transjordania. El relato de estos cinco encuentros presenta un esquema más o menos uniforme, en el que se destacan los elementos siguientes: la puesta en marcha de los israelitas (Deu 2:1; Deu 2:8; Deu 3:1), las instrucciones dadas por el Señor a Moisés (Deu 2:2; Deu 2:9; Deu 2:17; Deu 2:31; Deu 3:2), la mención de los habitantes que habían ocupado aquellas regiones en tiempos antiguos (Deu 2:10; Deu 2:12; Deu 2:20; Deu 3:11), la provisión de alimentos (Deu 2:6) y finalmente la continuación de la marcha hacia la tierra prometida (Deu 2:13; Deu 2:24).


Deuteronomio  2,1— mar de las Cañas: Ver nota a Éxo 10:19.

— La montaña de Seír: Ver segunda nota a Deu 1:2 y Núm 21:4.
Deuteronomio  2,4— los descendientes de Esaú: Es decir, los edomitas con quienes los israelitas se consideraban emparentados al ser Esaú/Edom el hermano mayor de Jacob/Israel (ver Deu 2:8 y Gén 36:8).
Deuteronomio  2,7Deu 8:2-4.
Deuteronomio  2,8— Elat y Esionguéber: Su ubicación exacta se desconoce. Algunos opinan que podrían ser dos nombres dados sucesivamente a una ciudad situada al norte del golfo de Áqaba; lugar que se suele señalar como punto de partida del camino de la Arabá, en dirección norte.
Deuteronomio  2,9— Ar: Este nombre sirve tanto para designar a una ciudad moabita, como a toda la región de Moab (ver Núm 21:10-20).

— los descendientes de Lot: Los israelitas consideraban a los moabitas y a los amonitas (v. Deu 2:19) como parientes lejanos, porque eran descendientes de Lot (Gén 19:30-38).
Deuteronomio  2,10-11— emitas... anaquitas... refaítas: En estos dos versículos se hace referencia a los primitivos pobladores de Transjordania, designados en general como refaítas. La tradición popular les atribuía una estatura gigantesca y otros rasgos legendarios. Se les suele designar con diferentes nombres: emitas en Moab (ver Gén 14:5), anaquitas en Judá (Núm 13:28; Núm 13:33; Jue 1:20) y zonzonitas en Amón (v. Deu 2:20).
Deuteronomio  2,12— hurritas: El término Huru es uno de los nombres con que los egipcios designaban a Palestina en la época en que los israelitas se instalaron allí.
Deuteronomio  2,13— Záred: Arroyo que va a desembocar en el Mar Muerto. Se consideraba como frontera natural entre Moab y Edom (Núm 21:12-13).
Deuteronomio  2,14Núm 14:28-35.
Deuteronomio  2,15— El poder del Señor: Lit. la mano del Señor.
Deuteronomio  2,19— los descendientes de Lot: El territorio de los amonitas estaba situado al norte del reino de Sijón. A pesar del parentesco entre Israel y Amón, estos dos pueblos estarán constantemente enfrentados.
Deuteronomio  2,20-21— zonzonitas... anaquitas: Ver nota a Deu 2:10-11.
Deuteronomio  2,22— hasta el día de hoy: Esta referencia al día de hoy aparece con frecuencia en el texto hebreo, sobre todo en los libros históricos, y se refiere al momento en que se escribía el libro. Ver 1Re 12:19.
Deuteronomio  2,24— el torrente de Arnón: Discurre de este a oeste hasta desembocar en el Mar Muerto; servía de frontera natural entre Moab y el reino amorreo de Sijón (ver Deu 2:26-36).
Deuteronomio  2,34— consagramos al exterminio: Ver segunda nota a Jos 2:10.