Sabiduría 12 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 27 versitos |
1 Tu espíritu inmortal está en todos los seres. º
2 Por eso corriges poco a poco a los que caen y los reprendes, recordándoles sus pecados, para que abandonen el mal y crean, Señor, en ti.
3

Dios modera su castigo a Canaán

A los antiguos pobladores de tu tierra santa º
4 los aborreciste a causa de sus prácticas detestables º: por sus hechicerías y sus ritos impíos,
5 por asesinar a niños sin compasión, por devorar vísceras y sangre humana º en sus banquetes. A esos iniciados en ritos orgiásticos,
6 a esos padres asesinos de seres indefensos, decidiste aniquilarlos por medio de nuestros antepasados,
7 para que esta tierra, la más preciosa de todas para ti, recibiera dignamente al pueblo de los hijos.
8 Pero también a ellos, seres humanos al fin, los trataste con gran indulgencia: les enviaste avispas, como avanzada de tu ejército, para que los exterminaran lentamente º. º
9 Podías haber sometido los impíos a los justos, bien en combate abierto, bien por medio de fieras, aniquilándolos en un solo instante por medio de una sentencia fulminante.
10 Pero, al castigarlos lentamente, les diste la oportunidad de arrepentirse, aun sabiendo que desde su origen formaban una nación malvada que nunca cambiaría su forma de pensar,
11 pues era una raza maldita desde sus comienzos º. Y si dejaste sin castigo sus pecados, no fue porque temieras a nadie.
12 Pues, ¿quién osará reprobar tu conducta? ¿Quién podrá oponerse a tu sentencia? ¿Quién se atreverá a echarte en cara el haber destruido a las naciones que creaste? O ¿quién se enfrentará a ti para vengar a gente malvada? º
13 Porque fuera de ti no hay ningún dios que muestre preocupación por todos, o ante quien tengas que probar que no son injustas tus sentencias;
14 ni hay rey o soberano alguno que pueda desafiarte saliendo en defensa de los que tú has castigado.
15 No en vano eres justo, lo riges todo con justicia y consideras que es indigno de tu poder condenar al que no merece ser castigado. º
16 Porque tu poder es la razón de tu recto proceder; el dominar todas las cosas, te hace con todos indulgente.
17 Te muestras poderoso cuando alguien duda de tu fuerza y confundes la insolencia de quienes lo ponen en duda.
18 Pero, al controlar tu poder, nos juzgas con benignidad y nos gobiernas con gran indulgencia, pues dispones de ese poder según tu voluntad.
19

También los israelitas serán tratados con bondad

Actuando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser bondadoso º, y colmaste a tus hijos de una hermosa esperanza, permitiéndoles arrepentirse después de haber pecado.
20 Pues si a los enemigos de tu pueblo, que merecían la muerte, los castigaste con tanta indulgencia y consideración, dándoles tiempo y lugar para que dejaran su maldad,
21 ¡con cuánta mayor delicadeza juzgarás a tus hijos, a cuyos antepasados hiciste juramentos y alianzas, y prometiste otorgarles espléndidos bienes! º
22 Así pues, cuando castigas con moderación º a nuestros enemigos, nos estás educando a nosotros para que, al juzgar a los demás, recordemos tu bondad y, al ser nosotros juzgados, confiemos en tu misericordia.
23

Castigo para los egipcios

No obstante, a los de vida insensata y malvada los atormentaste con sus propios ídolos abominables.
24 Y es que se habían extraviado por completo siguiendo caminos del todo equivocados, considerando dioses a los más viles y repugnantes animales y dejándose engañar como ingenuos pequeñuelos.
25 Por tanto, como a niños incapaces aún de razonar, les mandaste un castigo que los puso en ridículo.
26 Pues al no enmendarse con una ligera reprensión, tendrían que soportar luego un castigo digno de Dios.
27 En efecto, exasperados al tener que sufrir por causa de aquellos seres que tenían por dioses y que ahora se habían convertido en su tormento, abrieron los ojos y reconocieron como verdadero Dios * al que antes se habían negado a conocer. ¡Así cayó sobre ellos el peor de los castigos º! º

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Introducción a Sabiduría

INTRODUCCIÓN


1. Datos generales


Con independencia de su inclusión o no, según los distintos criterios, en la lista bíblica de libros sagrados, el libro de la Sabiduría es un magnífico ejemplo de diálogo entre dos mundos culturales: el judío y el griego de los últimos años del AT. La verdad es que en el momento actual de la investigación no existe certeza absoluta sobre una serie de cuestiones relativas a su ambientación histórica-literaria: autor, destinatarios, tiempo exacto y lugar concreto de composición, género literario preciso, unidad o diversidad de composición y de estructura. Pero sí disponemos de datos suficientemente probables cuya convergencia arroja la luz indispensable para situar el libro en el marco histórico literario e ideológico correcto.


El título, que como es habitual en la literatura bíblica no pertenece al texto original, varía según las distintas tradiciones manuscritas. En los manuscritos griegos es constante el de Sabiduría de Salomón; en los latinos prevalece el de Sabiduría sin más añadidos. La atribución del libro a Salomón es, sin duda, ficticia. Se debe a la costumbre, muy extendida en la antigüedad y de la que participa ampliamente la Biblia, de colocar a la sombra y bajo la autoridad de un personaje famoso — en este caso Salomón — un libro o escrito que se quiere divulgar. Salomón, prototipo del rey culto e ilustrado según la tradición judía, nunca es nombrado expresamente en Sabiduría; pero no admite dudas que el autor se identifica ficticiamente con él en diversos pasajes del libro (ver sobre todo Sab 7:4-8; Sab 8:2; Sab 9:15; Sab 9:7Sab 8:12). En realidad, el autor real es un judío orgulloso de su raza y enamorado de su religión, pero al mismo tiempo profundo conocedor e incluso admirador de la cultura y del pensamiento helenista de su tiempo.


En algún momento se ha propuesto la posibilidad de varios autores para el libro de la Sabiduría; actualmente, sin embargo, es prácticamente unánime la opinión de un solo autor. Un autor que pertenecería a la numerosa comunidad judía de Alejandría (Egipto) y que compuso su obra probablemente en la segunda mitad del siglo I a. C. La situación histórica global reflejada en Sb favorece como fecha más concreta de composición los primeros años del reinado de Octavio Augusto (30 a. C.-14 d. C.).


¿En quiénes estaba pensando el autor de Sabiduría cuando escribe su obra? Tampoco aquí las opiniones son del todo coincidentes. Desde luego no son única ni principalmente los gobernantes de la tierra de Sab 1:1, dedicatoria que es también evidentemente ficticia y destinada a dar mayor impacto y autoridad a sus palabras. Los destinatarios de Sabiduría son prioritariamente los judíos que viven en Egipto, que están pasando por dificultades (aunque no lleguen al grado de persecución abierta) y que necesitan ser animados, revitalizados y consolidados en su fe. Pero también el mundo cultural no judío, si bien secundariamente, está en el punto de mira del autor de Sabiduría que en modo alguno es ajeno a un cierto proselitismo y afán de propaganda a favor de la sabiduría de Israel.


2. Características literarias


El libro de la Sabiduría constituye, desde el punto de vista literario, una de las obras más logradas de la Biblia griega. En algún momento se pensó que, al menos en parte (sobre todo los capítulos Sab 1:1-16Sab 5:1-23), podía ser traducción de un original hebreo. Hoy es una opinión descartada. En efecto, el vocabulario, el estilo, determinados recursos retóricos, una serie de fórmulas redaccionales extrañas a la estructura de la lengua hebrea, abogan claramente a favor de una composición original en griego helenístico. Lo cual no impide la presencia casi masiva de elementos característicos de la poesía hebrea, tales como el paralelismo. En realidad, en Sabiduría confluyen armónicamente elementos estilísticos semitas con múltiples recursos retóricos griegos; estos últimos acaban imponiéndose y configurando la fisonomía definitiva de la obra. Sorprende la riqueza de vocabulario y la cantidad de términos, por una parte ajenos a la literatura bíblica y, por otra, estrechamente emparentados con el pensamiento y el discurso propios de la filosofía del tiempo, que era principalmente la platónica.


¿Es el libro de la Sabiduría un poema didáctico o un ensayo filosófico-teológico redactado en un singular tipo de prosa? La disposición material del contenido invita ciertamente a pensar que el autor ha querido componer una obra poética, pero no está claro que en todo momento lo consiga. En cualquier caso, adopta desde el comienzo la forma de los versos hebreos esforzándose en imitar y al mismo tiempo helenizar la poesía bíblica. Cabría decir que en bastantes momentos nos encontramos ante una especie de brillante prosa rítmico-poética.


En cuanto al género literario del libro, ¿es una invitación/exhortación a conseguir la sabiduría? ¿Es un elogio/alabanza de la sabiduría? ¿O es una reflexión/contemplación al estilo rabínico del tiempo — tipo, por tanto, midrash — sobre la presencia y la acción de la sabiduría (providencia) divina en la historia de Israel? Todas estas propuestas se han hecho y todas podrían considerarse correctas según qué parte del libro se tenga principalmente en cuenta. Reducir todo el libro a un solo género literario — que en todo caso sería el de elogio/alabanza con unas características muy peculiares — , parece un tanto problemático. Es preferible pensar en la confluencia de varios géneros literarios. Los enumerados más arriba, por supuesto, pero también otros de menor cuantía que, más que géneros literarios propiamente tales, son más bien recursos retóricos o métodos exegéticos. Podríamos enumerar: el discurso escatológico-apocalíptico, la diatriba de inspiración socrático-estoica, el comentario rabínico de textos bíblicos, la comparación en forma de contraste, etc.


3. Fuentes de inspiración


Sin menoscabo de la fuerte personalidad del autor de Sb y de la incuestionable originalidad de su obra, hay que constatar sus profundas raíces bíblicas y su enorme aprecio por los valores culturales paganos de su tiempo. No deja de sorprender, pero es así, que un judío fervoroso tomara en serio la cultura helenística para presentar de manera actualizada su fe. Es clave para leer e interpretar correctamente el libro de la Sabiduría partir de esta manifiesta intención de su autor de hacer entrar en amistoso y fecundo diálogo la cultura semita y el mundo helenista, la teología judía y la filosofía griega.


a) Es evidente que el autor de Sabiduría está muy familiarizado con la Sagrada Escritura a la que conoce sobre todo a través de la versión griega de los LXX. Rara vez cita literalmente, pero las alusiones son continuas. Especialmente se inspira en el Génesis, Éxodo, Isaías, Salmos y Proverbios; conoce también la traducción griega del Eclesiástico y alude a él con cierta frecuencia. Y si es cierto que el libro de la Sabiduría está escrito originalmente en griego, no cabe duda de que su autor dominaba el hebreo, al que más de una vez recurre directa o indirectamente. Hay que añadir, además, que el autor de Sabiduría estaba también familiarizado con el modo y los métodos de exponer la Escritura en la sinagoga. Esto hace que trate sus fuentes con una gran libertad y que se haga eco de tradiciones extrabíblicas que amplifican y embellecen los relatos, a veces con rasgos muy cercanos a la leyenda. Todo ello lo da por bueno nuestro autor con tal de apuntalar la amenazada fe de los judíos alejandrinos, consolidar su confianza en el insuperable valor de la sabiduría israelita y de sus tradiciones sagradas, y también de hacer partícipes a los paganos del conocimiento de la auténtica sabiduría, es decir, del verdadero Dios que no es otro sino el Dios de Israel.


b) Y junto a las raíces bíblicas de Sabiduría, es preciso valorar en su justa medida el influjo de la cultura, el pensamiento y la literatura helenística en el conjunto de su obra. Que este influjo ha sido considerable, incluso profundo, es opinión prácticamente unánime. El autor hace gala permanentemente de sus amplios conocimientos literarios, culturales y filosóficos. No puede decirse que sea especialmente tributario de una escuela filosófica concreta (platonismo, estoicismo) o que abunden las referencias expresas a tal o cual autor, pero las reminiscencias y alusiones al mundo cultural helenístico son abundantísimas. Lo que ya resulta más difícil precisar es si se trata de un convencimiento personal profundo sobre los valores de dicha cultura, o más bien de una simple actitud estratégica con el fin de tender un puente entre la fe bíblica y la concreta situación de sus lectores. Tal vez lo más sensato sea evitar planteamientos radicales: ni convertir al autor de Sabiduría en un casi adorador de la cultura helenística fascinado por sus encantos y valores, ni pensar que sólo se sirve de esa cultura, bien a su pesar, como mero instrumento para captar la benevolencia de posibles lectores paganos. Siente, sin duda, un sincero aprecio por dicha cultura y la utiliza inteligentemente para profundizar en su fe judía, para iluminar misterios hasta ahora impenetrables, para encontrar respuestas a difíciles problemas. Eso sí, sin dudar por un momento en rechazar abiertamente todo lo que considera negativo en su confrontación con la fe israelita, a saber, el culto a los ídolos, el materialismo ambiental, los ritos mágicos de las religiones mistéricas, etc.


4. Estructura y contenido doctrinal


Partiendo del hecho, apenas discutido a pesar de la variedad de temas y de recursos estilísticos, de la unidad de autor y de composición, el libro de la Sabiduría suele dividirse en tres grandes bloques. Existen algunas diferencias de criterio a la hora de señalar los límites precisos de cada parte, pero en líneas generales esta sería la estructura:


I. — Cps. Sab 1:1-16Sab 5:1-23 : El tema central de esta sección gira en torno al destino de la vida humana en los planes de Dios. Un tema que el autor desarrolla en una serie de discursos sobre la justicia-sabiduría divina y sobre la distinta suerte de los buenos (inmortalidad feliz) y los impíos (castigo y perdición).


II. — Cps. Sab 6:1-25Sab 9:1-18 : Contiene un apasionado elogio de la Sabiduría. Un elogio puesto en boca del rey Salomón (a quien, sin embargo, no se nombra expresamente) y que describe a la Sabiduría como una realidad personificada estrechamente vinculada a la divinidad. El autor habla del origen, de la naturaleza, de las propiedades y del modo de adquirir esa sabiduría. Evocando el ejemplo de Salomón, que la solicitó humilde y fervientemente de Dios (Sab 7:1-30; Sab 7:1-30), pero al mismo tiempo la buscó con ardor (Sab 8:2), implícitamente está invitando a sus lectores a que procedan de igual modo. La inspiración de esta parte del libro en textos e imágenes de Pr y Eclo parece incuestionable (ver Pro 1:1-33Pro 9:1-18; Sir 1:1-20; Sir 4:11-19; Sir 6:18-37; Sir 14:20Sir 15:10).


III. — Cps. Sab 10:1-21Sab 19:1-22 : Es una actualizada meditación sapiencial sobre la providencia divina, teniendo como punto de referencia los acontecimientos del Éxodo. Se trata de una sección que está articulada sobre la base de siete comparaciones en forma de contraste; en ellas se pone de manifiesto la misteriosa acción de la sabiduría divina que, por una parte, libera y colma de bienes (la justicia salvífica) al pueblo israelita — los fieles del Señor — y, por otra, castiga a los egipcios opresores con una serie de terribles plagas. La descripción de los contrastes se interrumpe con algunas digresiones entre las que destaca una amplia y muy encendida polémica contra la idolatría (Sab 13:1Sab 15:19). También esta tercera parte ha podido tener presente, aunque desde otra perspectiva, la contemplación histórico-sapiencial de Sir 42:1Sir 50:21.


Resumiendo, el hilo teológico conductor del libro de la Sabiduría puede ser el tema de la justicia-sabiduría divina en su triple aspecto de justicia/retribución, justicia/rectitud y justicia/fuerza salvadora. La originalidad y el énfasis con que se plasman en este singular libro ideas sobre el destino inmortal de los seres humanos, sobre la naturaleza y propiedades de la Sabiduría como realidad divina personificada, sobre el espíritu de Dios que llena la tierra y da consistencia a todas las cosas (Sab 1:7), sobre la inutilidad absoluta de los ídolos, y todo ello utilizando el marco de una cultura nueva y brillante como era la helenista, hacen de Sabiduría un libro realmente revolucionario en relación con la literatura bíblica tradicional.


Fuente:

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Notas

Sabiduría 12,1Gén 2:7; Sal 104:29-30.


Sabiduría 12,3Deu 12:31; Deu 18:10-14; Deu 20:16-18.
Sabiduría 12,4-6— prácticas detestables: En numerosos lugares de la Biblia se alude a estas “prácticas detestables” de los cananeos (ver Deu 12:31; Deu 18:9-12; 2Re 16:3), que los propios israelitas imitaron en más de una ocasión (ver Lev 20:1-6; Isa 57:5; Jer 7:31; Eze 16:20-22; Sal 106:35-39). El presente pasaje de Sb amplía la descripción de tales prácticas con alusiones a ritos helenísticos igualmente repudiables.
Sabiduría 12,5— vísceras y sangre humana: En realidad, la tradición bíblica no se hace eco de estos banquetes canibalescos que, sin embargo, debieron tener lugar en algunos pueblos del entorno israelita.
Sabiduría 12,8Sal 78:39; Sal 103:14.
Sabiduría 12,8— los exterminaran lentamente: Obsérvese la distinta explicación del lento exterminio de los cananeos que se da en Éxo 23:28.
Sabiduría 12,11— raza maldita desde sus comienzos: Probable alusión a Gén 9:25.
Sabiduría 12,12Isa 45:9; Job 9:12; Job 9:19; Rom 9:20.
Sabiduría 12,15Gén 18:25.
Sabiduría 12,19— bondadoso: Lit. filántropo, amigo del ser humano. Este mismo adjetivo se aplica a la Sabiduría en Sab 1:6; Sab 7:23.
Sabiduría 12,21Gén 12:7; Gén 13:15-16; Gén 15:18; Gén 17:6-8; Gén 26:3.
Sabiduría 12,22— con moderación: En realidad, el texto griego dice: con diez mil (se sobreentiende “golpes”); pero tal lectura está en flagrante oposición con el contexto; por eso se sugiere la lectura que hemos adoptado en la traducción.
Sabiduría 12,27Éxo 5:2; Éxo 7:13; Éxo 7:22; Éxo 8:8-10; Éxo 8:28.
Sabiduría 12,27— reconocieron como verdadero Dios: Si estas palabras evocan los acontecimientos de Éxo 12:31-32 — y parece que sí— , el reconocimiento del Señor como verdadero Dios por parte del faraón y los egipcios fue evidentemente aparente y pasajero.

— el peor de los castigos: A saber, la muerte de los primogénitos y el aniquilamiento del ejército egipcio anegado por las aguas del mar Rojo.