Lucas 10 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 42 versitos |
1

Los setenta y dos enviados

(Mt 9:37)

Después de esto, el Señor escogió también a otros setenta y dos º, y los envió de dos en dos delante de él a todos los pueblos y lugares a donde él pensaba ir. º
2 Les dijo: — La mies es mucha, pero son pocos los obreros. Por eso, pídanle al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
3 ¡Póngase en marcha! Yo los envío como corderos en medio de lobos.
4 No lleven monedero, zurrón, ni calzado; y no se detengan tampoco a saludar a nadie en el camino º.
5 Cuando entren en alguna casa, digan primero: “Paz a esta casa”.
6 Si los que viven allí son gente de paz, la paz del saludo quedará con ellos; si no lo son, la paz se volverá a ustedes.
7 Quédense en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja tiene derecho a su salario. No vayan de casa en casa. º
8 Cuando lleguen a un pueblo donde los reciban con agrado, coman lo que les ofrezcan. º
9 Curen a los enfermos que haya en él y anuncien: “El reino de Dios está cerca de ustedes”. º
10 Pero si entran en un pueblo donde se nieguen a recibirlos, recorran sus calles diciendo:
11 “¡Hasta el polvo de este pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos contra ustedes! Sin embargo, sepan que el reino de Dios ya está cerca”. º
12 Les digo que, en el día del juicio, los habitantes de Sodoma º serán tratados con más clemencia que los de ese pueblo.
13

Lamento por las ciudades rebeldes

(Mt 10:40; 11:20-24)

¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón * se hubieran realizado los milagros que se han realizado en medio de ustedes, ya hace mucho tiempo que sus habitantes se habrían convertido y lo habrían demostrado llevando luto y ceniza º.
14 Por eso, Tiro y Sidón serán tratados en el juicio con más clemencia que ustedes.
15 Y tú, Cafarnaún *, ¿crees que vas a ser encumbrada hasta el cielo? ¡Hasta el abismo º, serás precipitada! º
16 El que los escuche a ustedes, es como si me escuchara a mí; el que los rechaze a ustedes, es como si me rechazara a mí; y el que me rechace a mí, es como si rechazara al que me envió. º
17

Regreso de los setenta y dos enviados

Los setenta y dos volvieron llenos de alegría, diciendo: — ¡Señor, hasta los demonios nos obedecen en tu nombre!
18 Jesús les contestó: — He visto a Satanás que caía del cielo como un rayo. º
19 Les he dado a ustedes autoridad para que pisoteen las serpientes, los escorpiones y todo el poder del enemigo, sin que nada ni nadie pueda dañarlos. º
20 Pero, aun así, no se alegren tanto de que los espíritus malignos º los obedezcan como de que los nombres de ustedes estén escritos en el cielo.
21

Alegría de Jesús

(Mt 11:25-27; 13:16-17)

En aquel mismo momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo: — Padre, Señor del cielo y de la tierra, te alabo porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así lo has querido tú. º
22 Mi Padre lo ha puesto todo en mis manos y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera revelárselo. º
23 Luego se volvió hacia sus discípulos y les dijo aparte: — ¡Felices los que puedan ver todo lo que ustedes están viendo!
24 Les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; y oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron.
25

El mandamiento más importante

(Mt 22:35-39; Mc 12:28-31)

Por entonces, un doctor de la ley, queriendo poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta: — Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna? º
26 Jesús le contestó: — ¿Qué está escrito en la ley de Moisés? ¿Qué lees allí?
27 Él respondió: — Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia; y a tu prójimo como a ti mismo. º
28 Jesús le dijo: — Has respondido correctamente. Haz eso y vivirás. º
29

Parábola del buen samaritano

Pero el maestro de la ley, para justificar su pregunta, insistió: — ¿Y quién es mi prójimo?
30 Jesús le dijo: — Un hombre * que bajaba de Jerusalén a Jericó º fue asaltado por unos ladrones, que le robaron cuanto llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron, dejándolo medio muerto.
31 Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo.
32 Y del mismo modo, un levita º, al llegar a aquel lugar, vio al herido, pero también pasó de largo.
33 Finalmente, un samaritano º que iba de camino llegó junto al herido y, al verlo, se sintió conmovido. º
34 Se acercó a él, le vendó las heridas poniendo aceite y vino º sobre ellas, lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a una posada próxima y cuidó de él.
35 Al día siguiente, antes de reanudar el viaje, el samaritano dio dos denarios º al posadero y le dijo: “Cuida bien a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi vuelta”.
36 Pues bien, ¿cuál de estos tres hombres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de ladrones?
37 El maestro de la ley contestó: — El que tuvo compasión de él. Y Jesús le replicó: — Pues vete y haz tú lo mismo.
38

Jesús visita a Marta y María

Mientras seguían el camino, Jesús entró en una aldea, donde una mujer llamada Marta le dio alojamiento.
39 Marta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.
40 Marta, en cambio, andaba atareada con los quehaceres domésticos, por lo que se acercó a Jesús y le dijo: — Señor, ¿te parece bien que mi hermana me deje sola con todo el trabajo de la casa? Por favor, dile que me ayude.
41 El Señor le contestó: — Marta, Marta, andas angustiada y preocupada por muchas cosas.
42 Sin embargo, una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte y nadie se la arrebatará.

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Introducción a Lucas

INTRODUCCIÓN


1. Primera parte de una historia en dos volúmenes


El tercer evangelio o evangelio de Lucas (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura Lc) constituye, en realidad, la primera parte de una obra más extensa que tiene su continuación natural en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Que el autor de ambos escritos sea el mismo, apenas nadie lo pone actualmente en duda. Ambos comienzan con un prólogo-dedicatoria muy semejante que, además, es único en los libros del NT (Luc 1:1-4; Hch 1:1-2); ambos hacen gala de un vocabulario y unos recursos estilísticos muy parecidos y muy peculiares dentro del resto de la literatura neotestamentaria; ambos presentan una línea de pensamiento notablemente homogénea. Lo que ya no es tan seguro, es si desde el principio formaron una única obra o bien existió un intervalo más o menos amplio de tiempo entre la composición de las dos partes de la obra. Si se escribió como un todo, alguien la habría separado más tarde en dos libros por razones prácticas, tal vez para colocar los cuatro evangelios seguidos. Sea lo que haya sido el proceso, no deja de ser significativa la evidente simetría de composición entre la primera y la segunda parte de la obra: mientras el evangelio refiere el camino de Jesús hacia Jerusalén, donde tiene lugar la Pascua del Señor como centro del tiempo, el libro de los Hechos recorre el camino inverso, a saber, de Jerusalén hasta los confines de la tierra.


En este sentido, el proyecto de Lc es tan genial como el de Mc al componer por primera vez un evangelio. Por eso, para una lectura y una inteligencia correcta del tercer evangelio, es preciso tener en cuenta la obra completa como marco de referencia. Ahora, sin embargo, nos centramos en la primera parte de la obra, en el evangelio, que tiene en común con los otros evangelios el ser ante todo un testimonio de fe en Jesús de Nazaret, el ser un mensaje de salvación sin menoscabo de una sólida base histórica que el evangelista reclama para su obra desde el comienzo mismo del relato (Luc 1:1-4).


El objetivo, pues, de Lc es a la vez didáctico e histórico. Se trata de proporcionar al lector un fundamento firme de la fe ya poseída y de hacerlo con los métodos y las formas que se usaban en la cultura helenística del tiempo. Un mundo y una cultura representados, sin duda, en Teófilo, el desconocido personaje de ambas dedicatorias (Luc 1:3 y Hch 1:1).


2. Marco histórico de Lucas. El autor y su comunidad


Desde los orígenes mismos del cristianismo, de forma unánime y sin interrupción, el tercer evangelio ha sido atribuido a Lucas, un cristiano de origen no judío al que el NT menciona en tres ocasiones (Flm 1:24, Col 4:14; 2Ti 4:11). Una primera tradición habla de él como médico; otra, más tardía y menos fundamentada, como pintor. En todo caso se trata de un magnífico conocedor de la lengua griega, muy familiarizado también con la Biblia griega de los LXX, y con una gran sensibilidad — como corresponde a un buen historiador — para conectar los acontecimientos de la historia profana con los de la historia religiosa que quiere contar (Luc 1:5; Luc 2:1-3; Luc 3:1-2). Esta singular personalidad no podrá menos de dejar huellas profundas en la redacción final de su obra.


Pero tan importante o más que el autor del evangelio, puede ser la comunidad cristiana que está detrás de él. Porque los evangelios en general, y el de Lc en particular, son el resultado de un diálogo entre la comunidad creyente, por una parte, con sus problemas, sus inquietudes, sus preguntas, sus esperanzas, sus deficiencias, sus logros, sus desánimos y sus entusiasmos, y por otra, el redactor — también creyente — que comparte todas esas experiencias y quiere iluminarlas desde los recuerdos de la vida de Jesús. A falta de otras fuentes de información, será sobre todo una lectura inteligente y atenta del propio evangelio la que proporcione pistas suficientes para identificar las peculiaridades de la comunidad o comunidades desde las que Lc escribe — y para las que escribe — su evangelio. Peculiaridades que podríamos concretar en las siguientes:


— Se trata de comunidades de origen fundamentalmente pagano, situadas tal vez en la órbita paulina, pero en las que la polémica judeocristiana ya no es un problema importante, y en las que predomina un ambiente conciliador. La relación Lucas-Pablo, muy subrayada en tiempos pasados, tal vez no sea tan estrecha como pudiera parecer a primera vista.


— Comunidades abiertas a la cultura grecorromana, deseosas de un sincero diálogo con el mundo pagano y en busca, por tanto, de un puesto dentro del Imperio.


— Comunidades, sin embargo, que se consideran al mismo tiempo legítimas herederas de las promesas hechas a Israel.


— Comunidades, en fin, que deben afrontar los problemas típicos de la segunda generación cristiana (cansancio, permanente seducción del paganismo, debilitamiento de la fe, tentación de dar marcha atrás, falta de responsabilidad en los guías de la comunidad) y en las que el clima de fraternidad y el impulso misionero del primer momento han entrado, al menos parcialmente, en crisis. Comunidades, por tanto, necesitadas de conversión y de perdón.


Para comunidades marcadas por estas características, envueltas en estos problemas y preocupadas por estas necesidades, escribe Lucas su evangelio en el último cuarto del siglo I. Lo más probable es que la redacción haya tenido lugar en la década de los ochenta, aunque no faltan quienes siguen proponiendo una fecha anterior. Sobre el lugar concreto de composición no existen indicaciones precisas, aunque prácticamente todos coinciden en situarlo fuera de Palestina.


3. Proceso de composición y características literarias


En el pórtico mismo del relato, Lucas manifiesta su intención de escribir una historia ordenada y bien documentada (Luc 1:3). El evangelista, pues, se presenta a sí mismo como un narrador que se ha preocupado de recoger abundantes materiales sobre un tema concreto y que luego los utiliza cuidadosamente para componer un relato coherente de los acontecimientos que quiere referir. El tema es el mensaje salvador de Jesús de Nazaret. Las fuentes de información son de tres clases. En primer lugar, Lucas utiliza el evangelio de Mc como base, en más de una tercera parte de lo que él mismo escribe. En segundo lugar, se sirve de una fuente (probablemente escrita) que contenía sólo palabras de Jesús y que fue también conocida y utilizada por Mt; es la llamada “fuente de dichos” (o Documento Q), y ocupa algo más de una cuarta parte del tercer evangelio. Finalmente, la tercera parte restante procede de informes y noticias que Lc recabó por su cuenta; entre este último material hay que destacar el evangelio de la infancia (Luc 1:1-80Luc 2:1-52), algunas de las más bellas e importantes parábolas (Luc 10:30-37; Luc 15:8-32; Luc 16:1-8; Luc 16:19-31; Luc 18:1-14) y varios episodios en el relato de la pasión-resurrección (Luc 22:35-38; Luc 23:6-12; Luc 23:27-31; Luc 23:39-43; Luc 24:13-35).


A todo este material, Lc le imprime su fuerte personalidad de escritor formado en la cultura helenística. El resultado es una redacción con estas peculiaridades:


a) Aunque construye su relato sobre el esquema de Mc y en general sigue fielmente el orden y la disposición de la fuente original, hay algunas excepciones significativas. Sobre todo llama poderosamente la atención la importancia que Lc concede al “camino de Jesús desde Galilea a Jerusalén” que ocupa diez capítulos en el tercer evangelio (Luc 9:51Luc 19:28) y sólo dos en Mt y uno en Mc (Mat 19:1Mat 20:3; Mar 10:1-52). Parece claro que más allá de consideraciones geográficas, Lc quiere destacar la dimensión teológico-didáctica de este camino-viaje hacia Jerusalén.


b) Lc incorpora a su evangelio la mayor parte del material de Mc; pero no duda en prescindir de lo que considera poco asequible a sus lectores, poco favorable a Jesús, o bien entiende que es superfluo al tratarse de algo que figura ya en otro contexto. Al contrario, tampoco se priva de añadir aquello que considera conveniente para la precisión y la claridad.


c) Su particular talante de historiador lleva a Lc a situar la historia de Jesús en el marco de la historia profana y religiosa de su época (Luc 2:1-2; Luc 3:1-38; Luc 1:1-80; Luc 2:1-52) y a dividir el tiempo de esta historia en períodos netamente delimitados con la consiguiente concentración temática en torno a un personaje (María, Juan, Jesús) o un acontecimiento (anuncio en Galilea, viaje hacia Jerusalén, culminación de la historia sin salir de Jerusalén).


d) Geográficamente, Lc centra todo el relato en Jerusalén: el evangelio comienza y termina en el Templo de Jerusalén (Luc 1:8-10; Luc 24:52-53); durante el viaje de Galilea a Judea el único lugar geográfico que se menciona es Jerusalén; las apariciones de Pascua tienen lugar únicamente en Jerusalén; la última tentación de Jesús en Luc 4:1-13 tiene lugar, a diferencia de Mat 4:1-11, en el marco del Templo de Jerusalén. Todo esto indica que Jerusalén es para Lc el centro geográfico y sobre todo teológico de la historia de la salvación.


e) En cuanto a la lengua y al estilo, ya desde los primeros siglos se ha considerado al griego de Lc como uno de los más cuidados y elegantes del NT. Conoce los recursos estilísticos tanto semitas como helenísticos, domina las técnicas que ayudan a una presentación viva y agradable de los materiales, hace gala de un vocabulario rico y abundante. Pero en Lc, la lengua está al servicio de la fe; por eso, aunque sabía y podía escribir con notable perfección, como lo pone de manifiesto en el prólogo (Luc 1:1-4), por lo general renuncia a escribir la historia evangélica en un griego estilísticamente perfecto. Dos principales razones debieron impulsarle a ello: fidelidad a las fuentes y también coherencia con el mensaje que no estaba destinado sólo a sabios y eruditos, sino también a gente sencilla y poco cultivada.


Resumiendo, esta singular manera de componer propia de Lc, pretende ofrecer — sin apartarse del género literario “evangelio” inaugurado por Mc — una visión propia del hecho cristiano, destinada tanto a confirmar la fe de los creyentes como a facilitar la conversión de los paganos.


4. Contenido teológico


El hilo teológico conductor de la obra de Lucas en conjunto, y del evangelio en particular, es sin duda el tema de la salvación. Un tema que, en el momento de escribirse el evangelio, es también clave en el mundo helenístico. En una sociedad necesitada de salvación, sedienta de salvación y dispuesta a aceptar cualquier sucedáneo de ella, Lc proclama que Dios ha hecho presente su plan salvador en Jesús de Nazaret, centro y Señor de la historia. Cualquier otra oferta que pueda llegar desde las estructuras del Imperio es pura ilusión.


En Jesús, efectivamente, se cumplen y alcanzan su punto culminante las promesas y las acciones salvíficas de Dios presentes en el AT (Luc 1:68-71; Luc 1:77). En su nacimiento, es anunciado como Mesías, como Señor, pero sobre todo como Salvador (Luc 2:11). Su actividad misionera por los caminos de Palestina se centrará en liberar y salvar, tanto física como espiritualmente, a cuantos lo necesiten y estén dispuestos a acoger con fe esta salvación (Luc 7:50; Luc 8:36; Luc 8:48; Luc 17:19; Luc 18:42; Luc 19:9-10), que tiene en última instancia una dimensión escatológica (Luc 9:24; Luc 13:23; Luc 18:26).


La realización de este plan salvador de Dios a través de Jesucristo es descrita por Lc como un camino por recorrer. Juan el Bautista es anunciado como el que viene a preparar los caminos del Señor (Luc 1:76) y más adelante se presenta a sí mismo como el que allana esos caminos (Luc 3:4-5). María, la madre de Jesús, se pone en camino a toda prisa (Luc 1:39). Jesús enseña el camino de Dios (Luc 20:21) y lo recorre personalmente hasta sus últimas consecuencias (Luc 18:31-32). El significativo papel que desempeña en el evangelio de Lc su parte central, es decir el viaje desde Galilea a Jerusalén (Luc 9:51Luc 19:28), y las repetidas menciones o alusiones que allí se hacen al camino (Luc 9:51; Luc 9:53; Luc 9:57; Luc 10:38; Luc 13:22; Luc 17:11; Luc 19:28), constituye todo un símbolo de la importancia que la perspectiva del camino como realidad teológico-didáctica tiene en el tercer evangelio.


Un camino, por lo demás, que ha de ser recorrido por la Iglesia, comunidad de salvación, bajo la acción imparable del Espíritu Santo, singularmente presente en la obra de Lucas, tanto en el evangelio (Luc 1:15; Luc 1:35; Luc 1:41; Luc 1:67; Luc 2:25-27; Luc 3:22; Luc 4:1; Luc 4:14-18; Luc 10:21; Luc 11:13; Luc 12:10) como en el libro de los Hechos donde es abundante la presencia del Espíritu. Un camino de salvación sobre todo para los más necesitados e indefensos: niños, mujeres, extranjeros, enfermos, pecadores, cualquier ser humano que se sienta desheredado de la fortuna y del amor. El manifiesto interés de Lc por esta clase de personas revela que su evangelio es verdaderamente el evangelio de la ternura y la misericordia entrañable de Dios Padre que se ha hecho visible y operante en Jesucristo (Luc 7:11-17; Luc 7:36-50; Luc 15:1-32; Luc 19:1-10).


A todo esto deberíamos unir: la llamada urgente y general a la conversión, la insistencia en el desprendimiento y la renuncia como condición indispensable para seguir a Jesús en el camino del Reino, la permanente invitación a orar siempre sin desfallecer y la experiencia de una alegría incontenible ante la presencia de las realidades salvíficas. Con ello tendremos el perfil aproximado de un evangelio cuya lectura no puede menos de impactar también a cualquier lector contemporáneo, tanto por su exquisita sensibilidad literaria, como por su contenido excepcional.


5. Estructura del tercer evangelio


De lo dicho hasta aquí sabemos que cuando Lucas redacta su evangelio existían ya otros relatos similares, sobre todo el de Mc, al que Lucas sigue de cerca. Pero las dotes y las peculiaridades que ya conocemos del tercer evangelista, y su propósito de proceder ordenadamente en la exposición de los hechos (Luc 1:3), han contribuido a producir una obra muy bien ensamblada en la que las diversas etapas del ministerio de Jesús revisten una especial claridad y concrección. Conviene recordar, al respecto, la tendencia de Lucas a dividir la historia en períodos (tiempo de Israel, tiempo de Cristo, tiempo de la Iglesia), la singular importancia y extensión que concede al viaje-camino desde Galilea a Jerusalén, y la insistencia en considerar a Jerusalén como centro geográfico-teológico de toda la historia de la salvación.


Con estas premisas, podemos señalar para el evangelio de Lc el siguiente itinerario de lectura:


— Introducción (Luc 1:1-4)


I. — RELATOS DE LA INFANCIA (Luc 1:5Luc 2:52)


- Anuncio del nacimiento de Juan y Jesús (Luc 1:5-56)


- Nacimiento de Juan y Jesús (Luc 1:57Luc 2:21)


- Episodios de la infancia de Jesús (Luc 2:22-52)


II. — COMIENZO DEL MINISTERIO DE JUAN Y DE JESÚS (Luc 3:1Luc 4:13)


- La misión de Juan el Bautista (Luc 3:1-20)


- Primera actividad de Jesús (Luc 3:21Luc 4:13)


III. — ANUNCIO DEL REINO EN GALILEA (Luc 4:14Luc 9:50)


- Manifestación y rechazo (Luc 4:14Luc 6:11)


- Enseñanzas y milagros (Luc 6:12Luc 8:56)


- Revelación a los discípulos (Luc 9:1-50)


IV. — CAMINO HACIA JERUSALÉN (Luc 9:51Luc 19:28)


- Instrucción y envío de los discípulos (Luc 9:51Luc 13:21)


- Destino sufriente de Jesús y de los discípulos (Luc 13:22Luc 17:10)


- Respuesta a las preocupaciones de la comunidad (Luc 17:11Luc 18:30)


- El final del camino (Luc 18:31Luc 19:28)


V. — JESÚS SE MANIFIESTA EN JERUSALÉN (Luc 19:29Luc 21:38)


- Entrada en Jerusalén y enseñanza en el Templo (Luc 19:29-48)


- Controversias con los dirigentes israelitas (Luc 20:1-47)


- Discurso escatológico (Luc 21:1-38)


VI. — LA PASCUA DE JESÚS (Luc 22:1Luc 24:49)


- Pasión y muerte de Jesús (Luc 22:1Luc 23:56)


- Resurrección y apariciones (Luc 24:1-49)


— Conclusión (Luc 24:50-53)


Fuente:

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Notas

Lucas 10,1— setenta y dos: Numerosos mss., entre ellos varios de reconocido valor, dicen setenta. Sea cual sea la lectura correcta, Lc podría simbolizar en este pasaje la misión a los pueblos paganos que, según la interpretación que el judaísmo hacía de Gén 10:1-32, serían, bien setenta según el texto hebreo, bien setenta y dos según la versión griega de los LXX.


Lucas 10,1Luc 9:1 y par; Jua 4:35.
Lucas 10,4— no saludéis a nadie en el camino: E1 anuncio del Reino es la tarea prioritaria y no debe ser obstaculizada por los saludos, a veces interminables, de quienes se cruzaban en el camino (ver 2Re 4:29).
Lucas 10,7Mat 10:10; 1Co 9:6-18; 2Co 11:7-11; 1Ti 5:18.
Lucas 10,81Co 10:27.
Lucas 10,9Luc 10:11; Luc 11:20; Luc 17:21; Luc 19:11; Luc 21:31; Mat 3:2; Mat 4:17; Mat 12:28; Mar 1:15.
Lucas 10,11Luc 9:5.
Lucas 10,12— Sodoma: Ver nota a Mat 10:15.
Lucas 10,13— Corazín... Betsaida... Tiro y Sidón: ver primera y segunda nota a Mat 11:21.

— luto y ceniza: Ver tercera nota a Mat 11:21.
Lucas 10,15— Cafarnaún: Ver segunda nota a Mat 4:13.

— abismo: Ver nota a Mat 11:23.
Lucas 10,15Isa 14:13-15.
Lucas 10,16Mat 18:5 y par.; Jua 5:23; Jua 12:44; Jua 13:20; Jua 15:23.
Lucas 10,17— demonios... espíritus malignos: Ver nota a Mat 8:16.
Lucas 10,18Jua 12:31; Apo 12:8-9; (ver Isa 14:12).
Lucas 10,19Gén 3:15; Sal 91:13; Mar 16:18.
Lucas 10,20— demonios... espíritus malignos: Ver nota a Mat 8:16.
Lucas 10,211Co 1:26-28.
Lucas 10,22Jua 10:15.
Lucas 10,25Luc 3:10; Luc 11:16; Luc 18:18; Mat 16:1; Mat 19:3; Mat 22:35; Mar 10:2; Hch 2:27; Hch 16:30; Hch 22:10.
Lucas 10,27Deu 6:5; Deu 10:12; Lev 19:18; Jos 22:5; (ver Mat 5:43; Mat 19:19 y par.; Rom 13:9; Gál 5:14; Stg 2:8).
Lucas 10,28Lev 16:5; Rom 10:5; Gál 3:12.
Lucas 10,30— un hombre: Aunque en la parábola no se dice expresamente, se sobreentiende que se trata de un judio.

— de Jerusalén a Jericó: La distancia entre Jerusalén y Jericó es de 25 km; pero el desnivel de ambas ciudades es de unos mil metros. El camino era, pues, muy pendiente y, además, discurría por lugares abruptos y desiertos con infinidad de curvas y más curvas donde los bandidos y ladrones campaban a sus anchas.
Lucas 10,32— un levita: Los levitas (pertenecientes, como indica el nombre, a la tribu de Leví) eran los encargados del canto, de la preparación de los sacrificios y de la vigilancia interna en el Templo de Jerusalén.
Lucas 10,33Luc 9:52-53.
Lucas 10,33— un samaritano: Ver nota a Mat 10:5.
Lucas 10,34— aceite y vino: Eran remedios utilizados por aquel entonces para calmar el dolor y desinfectar las heridas (ver Isa 1:6).
Lucas 10,35— dos denarios. Para el valor del denario, ver TABLA DE PESAS, MEDIDAS Y MONEDAS y notas a Mat 17:24 y Luc 20:2.