Salmos 119 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 176 versitos |
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Salmo 119 (118)

Tu ley hace mis delicias

Felices º los de conducta intachable, los que caminan en la ley del Señor. º
2 Felices los que guardan sus mandatos y los buscan con todo el corazón,
3 los que no han cometido mal alguno y marchan por sus caminos.
4 Tú estableciste tus preceptos para que se cumplieran fielmente º.
5 ¡Ojalá mi conducta fuera firme en el respeto a tus normas!
6 Entonces no me sonrojaría al ver todos tus mandamientos.
7 Te daré gracias sinceramente cuando aprenda tus justos decretos.
8 Yo quiero respetar tus normas, ¡no me abandones por completo!
9 ¿Cómo podrá un joven portarse rectamente? Viviendo de acuerdo a tu palabra.
10 De todo corazón te busco, no dejes que incumpla tus mandatos.
11 Guardo tus palabras en mi corazón º para así no pecar contra ti.
12 Bendito seas, Señor, enséñame tus normas.
13 Yo proclamo con mis labios todos los decretos de tu boca.
14 Al seguir tus mandatos me alegro más que en todas las riquezas.
15 Meditaré tus preceptos y contemplaré tus sendas.
16 En tus normas me deleitaré, no he de olvidar tu palabra. º
17 Favorece a tu siervo: viviré y respetaré tu palabra.
18 Abre mis ojos para que vea las maravillas de tu ley.
19 Soy extranjero en esta tierra, no me ocultes tus mandamientos.
20 Me consumo anhelando sin cesar tus decisiones.
21 Tú reprendes a los soberbios, maldito quien se aparte de tus mandatos.
22 Aleja de mí la burla y la mofa, que yo guardo tus mandamientos.
23 Aunque conspiren contra mí los poderosos º, tu siervo medita tus normas.
24 Tus mandatos son mi deleite, ellos son mis consejeros.
25 Estoy postrado en el polvo º, dame la vida según tu promesa.
26 Te conté mis avatares º y me escuchaste, enséñame tus normas.
27 Enséñame la senda de tus preceptos, que yo meditaré tus maravillas.
28 Me estoy consumiendo de pena, confórtame según tu promesa.
29 Aparta de mí el camino falso y dame la gracia de tu ley.
30 Escogí el camino de la fidelidad º, he tenido presentes tus decisiones;
31 me he adherido a tus mandamientos, Señor, no me defraudes. º
32 Correré por la senda de tus mandatos y tú alegrarás mi corazón.
33 Muéstrame, Señor, el camino de tus normas, que yo las guardaré hasta el fin.
34 Instrúyeme para cumplir tu ley, la respetaré de todo corazón.
35 Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella me complazco.
36 Inclina mi corazón a tus mandatos y no hacia la riqueza. º
37 Aparta mi vista de lo que es vano, haz que viva en tu camino.
38 Cumple la promesa que hiciste a este tu siervo que te honra º.
39 Aleja de mí la burla que me inquieta, porque son buenas tus decisiones.
40 Siento amor por tus preceptos, por tu justicia dame vida.
41 Cólmame, Señor, de tu amor, sálvame según tu promesa;
42 podré así replicar al que me humilla, pues yo confío en tu palabra. º
43 No apartes de mi boca la palabra sincera, que en tus decisiones pongo mi esperanza.
44 Respetaré tu ley constantemente, por siempre jamás la cumpliré.
45 Caminaré sin estorbos, porque busco tus preceptos.
46 Proclamaré ante los reyes º tus mandatos sin sentir vergüenza alguna.
47 Me deleitaré en tus mandamientos porque los amo intensamente;
48 hacia ellos alzaré mis manos º, meditando tus normas.
49 Recuerda la promesa hecha a tu siervo, la que mantiene mi esperanza.
50 Esto me consuela cuando sufro: que tu promesa me da vida.
51 Mucho me insultan los soberbios, pero yo no me aparto de tu ley.
52 Recuerdo, Señor, tus decretos de antaño, y en ellos encuentro consuelo º.
53 Me invade el furor por los malvados, por aquellos que abandonan tu ley.
54 Tus normas eran cantos para mí cuando vivía en el destierro.
55 Señor, de noche recuerdo tu nombre y tengo respeto por tu ley. º
56 A mí me corresponde º guardar tus preceptos. º
57 El Señor es mi heredad º, he prometido guardar tus palabras.
58 Te imploro de todo corazón, apiádate de mí según tu promesa.
59 He reflexionado sobre mi conducta º, me comporto según tus mandatos.
60 Sin demorarme me he apresurado a respetar tus mandamientos.
61 Las redes de los malvados me cercaban, pero yo no he olvidado tu ley º.
62 Me levanto en mitad de la noche para alabarte por tus justos decretos.
63 Soy amigo de cuantos te veneran, de los que respetan tus preceptos.
64 Tu amor, Señor, llena la tierra, enséñame tus normas. º
65 Fuiste bueno con tu siervo, según tu promesa, Señor.
66 Enséñame el buen juicio y el saber, que en tus mandatos yo confío.
67 Antes de haber sufrido pequé, pero ahora respeto tu palabra º.
68 Tú eres bueno y haces el bien, enséñame tus normas.
69 Los soberbios me calumnian, pero yo guardo sinceramente tus preceptos º.
70 Su corazón es insensible º, yo, en cambio, me deleito en tu ley.
71 Me vino bien haber sufrido para así aprender tus normas. º
72 Prefiero la ley de tu boca a miles de monedas de oro y plata º.
73 Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender y aprenderé tus mandatos.
74 Quienes te veneran se alegran al verme, porque en tu palabra pongo mi esperanza.
75 Yo sé, Señor, que tus decretos son justos, que con razón me hiciste sufrir.
76 Que sea tu amor mi consuelo, según la promesa hecha a tu siervo.
77 Que tu piedad venga a mí y viviré, pues tu ley hace mis delicias.
78 Que se avergüencen los soberbios º, los que sin razón me afligieron; por mi parte, medito tus preceptos.
79 Que vengan a mí quienes te veneran, quienes conocen tus mandatos.
80 Sea mi corazón fiel a tus normas y no tendré que avergonzarme.
81 Yo ansío tu salvación, en tu palabra pongo mi esperanza.
82 Se consumen mis ojos por tu promesa y me pregunto: “¿Cuándo te apiadarás de mí º?”.
83 Soy como un odre arrugado por el humo º, pero no he olvidado tus normas.
84 ¿Cuánto tiempo vivirá tu siervo? ¿Cuándo juzgarás a quienes me persiguen?
85 Me han cavado fosas los soberbios, los que no viven de acuerdo a tu ley. º
86 Todos tus mandamientos son verdad, ayúdame, que me persiguen sin motivo. º
87 En esta tierra casi me destruyen, pero yo no abandoné tus preceptos.
88 Mantenme vivo por tu amor, que yo respetaré los mandatos de tu boca.
89 Señor, tu palabra es eterna, en los cielos permanece firme º. º
90 Tu fidelidad dura por generaciones, tú fundaste la tierra y ella persiste.
91 Todo permanece º según lo decretaste, cuanto existe está a tu servicio. º
92 Si tu ley no hiciera mis delicias, habría perecido en mi dolor.
93 No olvidaré nunca tus preceptos, pues con ellos me das vida.
94 Tuyo soy, sálvame, que yo he buscado tus preceptos.
95 Los malvados pretenden destruirme, mas yo sigo atento a tus mandatos.
96 He visto que todo lo perfecto es limitado, pero es inabarcable tu mandato. º
97 ¡Cuánto amo tu ley! Sobre ella medito todo el día.
98 Más sabio que mis rivales me hace tu mandato, porque él está siempre conmigo. º
99 Soy más docto que todos mis maestros, porque tus mandamientos medito.
100 Soy más sensato que los ancianos, porque guardo tus preceptos º.
101 Aparto mis pies del mal camino para así respetar tu palabra.
102 No me desvío de tus decretos, pues tú mismo me has instruido º.
103 ¡Qué dulce a mi paladar es tu palabra, en mi boca es más dulce que la miel! º
104 Gracias a tus preceptos soy sensato, por eso odio los senderos falsos.
105 Tu palabra es antorcha de mis pasos, es la luz en mi sendero. º
106 Hice un juramento y lo mantengo: guardaré tus justos decretos.
107 Señor, es intenso mi dolor º, hazme vivir según tu promesa.
108 Acepta, Señor, las plegarias de mi boca y enséñame tus decretos.
109 Siempre estoy en peligro º, pero no olvido tu ley.
110 Los malvados me tendieron una trampa, pero yo no me aparté de tus preceptos.
111 Mi heredad perpetua son tus mandamientos, alegría de mi corazón. º
112 He decidido cumplir tus normas, mi recompensa será eterna º.
113 Odio a los hipócritas y amo, en cambio, tu ley.
114 Tú eres mi refugio y mi escudo, en tu palabra pongo mi esperanza.
115 ¡Aléjense de mí, malvados, que yo guardaré los mandatos de mi Dios!
116 Protégeme según tu promesa y viviré, no defraudes mi esperanza. º
117 Socórreme y estaré a salvo, me entregaré siempre a tus normas.
118 Desprecias a quien se aparta de tus normas, porque es mentira su astucia.
119 Rechazas como escoria a los malvados del país y por eso yo amo tus mandatos. º
120 Mi ser se estremece ante ti, por tus decretos te venero.
121 He seguido la justicia y el derecho º, no me entregues a mis opresores.
122 Favorece a tu siervo, que los soberbios no me humillen.
123 Se nublan mis ojos esperando tu auxilio, tu promesa de justicia.
124 Trata a tu siervo de acuerdo con tu amor y enséñame tus normas.
125 Yo soy tu siervo, instrúyeme para que pueda conocer tus mandatos.
126 Señor, ya es tiempo de actuar º: tu ley ha sido violada.
127 Por eso amo tus mandamientos y al oro más puro los prefiero;
128 por eso encuentro justos todos tus preceptos º y aborrezco los senderos falsos.
129 Tus mandatos son admirables, por eso yo los observo.
130 Explicar tu palabra es fuente de luz, hace que aprendan los sencillos. º
131 Abro mi boca y suspiro, porque anhelo tus mandamientos.
132 Atiéndeme, apiádate de mí; así lo haces con quienes aman tu nombre.
133 Afianza mis pasos con tu promesa, que no me domine mal alguno.
134 Líbrame de la opresión del ser humano y podré respetar tus decretos. º
135 Que brille tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus normas. º
136 Vierten mis ojos ríos de agua, porque no se respeta tu ley º.
137 Señor, tú eres justo, son rectas tus decisiones. º
138 Has establecido tus mandatos con plena fidelidad y justicia.
139 Mi celo me consume, porque olvidan mis rivales tus palabras.
140 Tu promesa es genuina, por eso la ama tu siervo.
141 Soy pequeño y despreciado, mas no olvido tus preceptos.
142 Tu justicia es justicia perenne, tu ley es fuente de verdad.
143 Aunque el pesar y la angustia me invadan, tus mandamientos son mi delicia.
144 Por siempre son justos tus mandatos, hazme entenderlos y seguiré viviendo º.
145 Clamo con todo el corazón; respóndeme, Señor, y cumpliré tus normas.
146 Yo te invoco, sálvame y observaré tus mandamientos.
147 Antes del alba me levanto y pido auxilio, en tus palabras pongo mi esperanza. º
148 Antes de la aurora abro mis ojos, para así reflexionar en tu promesa.
149 Escucha mi grito por tu amor; por tu justicia, Señor, dame vida.
150 Gentes infames se acercan º, gentes que están lejos de tu ley.
151 Pero tú, Señor, estás cerca, todos tus mandatos son verdad.
152 Hace mucho que sé que tus mandatos los has establecido para siempre. º
153 Mira mi pesar y líbrame º, que no he olvidado tu ley.
154 Defiende mi causa, sálvame, dame vida según tu promesa.
155 La salvación está lejos de los malvados, pues no les preocupan tus normas.
156 Señor, tu misericordia es inmensa, dame vida según tu justicia.
157 Muchos me persiguen y me acosan, pero yo no me he apartado de tus normas.
158 He visto traidores que detesto, porque no han respetado tu promesa.
159 Observa cómo amo tus preceptos; Señor, por tu amor, dame la vida.
160 Esencia de tu palabra es la verdad, son eternos tus justos decretos. º
161 Sin razón los poderosos me persiguen, pero lo único que yo respeto es tu palabra.
162 Me alegro tanto por tu promesa como quien halla un gran botín. º
163 Odio y detesto la mentira, estoy enamorado de tu ley º.
164 Siete veces º al día te alabo por tus justas decisiones.
165 Gozan de paz quienes aman tu ley, no encuentran obstáculo alguno.
166 Señor, tu salvación espero, cumplo tus mandamientos;
167 yo respeto tus mandatos y los amo intensamente.
168 Respeto tus preceptos y mandatos, eres testigo de toda mi conducta.
169 Señor, que mi grito llegue hasta ti, hazme entender según tu palabra.
170 Atiende, Señor, mi súplica; sálvame tú según tu promesa.
171 Que mis labios proclamen tu alabanza, porque tú me enseñas tus normas.
172 Que mi lengua pregone tu promesa, pues todos tus mandatos son justos. º
173 Que tu mano venga en mi ayuda, porque yo escogí tus preceptos.
174 Anhelo, Señor, tu salvación, tu ley constituye mi delicia.
175 Que yo viva para alabarte, que tus preceptos me ayuden.
176 Ando errante º como oveja descarriada; ven a buscar a tu siervo, que no olvido tus mandatos. º

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Introducción a Salmos

INTRODUCCIÓN


La experiencia religiosa de Israel a lo largo de los siglos, es decir, las vivencias tanto colectivas como individuales, fruto de su relación con Dios, se convierten en el libro de los Salmos en poesía. A través de ella se manifiestan y transmiten las certezas e inquietudes, las alegrías y temores de quienes comparten una misma fe y expresan sus sentimientos y creencias en poemas donde sonidos, ritmos e imágenes desvelan sus emociones ante la presencia de Dios. Los salmos recogen con belleza y hondura el sentir religioso de un pueblo, de una comunidad de hombres y mujeres que hicieron de la oración poesía y de la poesía oración.


1. Transfondo histórico


El libro de los Salmos es, en su redacción actual, una obra compuesta por ciento cincuenta poemas de carácter religioso que agrupa aquellos cantos y oraciones considerados canónicos en la tradición judía. Con ellos se abre el tercer bloque de la Biblia hebrea, los Escritos, donde reciben el nombre de Tehillim (himnos o alabanzas). Este título fue sustituido en la versión griega de los LXX por el de Salmos, denominación con la que se aludía a una colección de cantos para instrumentos de cuerda y que terminó imponiéndose en la tradición cristiana.


Al igual que la mayor parte de los libros del AT, el libro de los Salmos no fue compuesto por un solo autor ni redactado de una sola vez. Prueba de ello son los numerosos duplicados que contiene (Sal 14:1-7 y Sal 53:1-6; Sal 60:5-10 y Sal 108:6-12; etc.), la atribución de los poemas a diversos autores (David, Asaf, los hijos de Coré, etc.) o los distintos nombres dados al Dios de Israel (Yahvé, Elohim) que predominan en una u otra sección. Su lectura y análisis ponen, pues, de relieve que nos encontramos ante una obra heterogénea en la que se agrupan textos de muy variado origen, datación, rasgos literarios y concepciones teológicas. Si bien resulta imposible reconstruir con precisión las etapas de formación del Salterio, los datos que el libro aporta permiten afirmar que nos encontramos ante una colección de colecciones menores que, durante al menos ocho siglos, fueron agrupándose y sufriendo sucesivas reelaboraciones y adaptaciones hasta adquirir su forma final en torno al siglo III-II a. C. Por tanto, desde la época en que fueron cantados y transmitidos oralmente, hasta el momento en que alcanzaron su redacción definitiva, los salmos estuvieron sometidos a un largo y complejo proceso de evolución, cambios y relecturas que hacen de ellos testigos privilegiados de la realidad histórica, socio-cultural, literaria y religiosa del Israel bíblico. En el libro de los Salmos conviven poemas arcaicos en los que resuenan ecos de las culturas del entorno geográfico con poemas ligados a la monarquía; cantos que evocan el exilio de Babilonia con otros que presuponen la vuelta del destierro. En él se perciben las huellas de variados contextos vitales: situaciones de sufrimiento, planteamientos judiciales, temas relacionados con el culto y la liturgia o con la instrucción comunitaria. Esta misma pluralidad se descubre en las concepciones teológicas que el Salterio recoge y que son expresión viva del pensamiento religioso de Israel, de su visión de Dios y del ser humano en distintos momentos de su historia. Por todo ello, adentrarse en el libro de los Salmos es acercarse en toda su riqueza al sentir individual y comunitario del pueblo hebreo que con versos interpeló y se dejó interpelar por Dios.


2. Características generales


El libro de los Salmos, tal y como lo conocemos hoy, aparece dividido en cinco libros (Sal 1:1-6Sal 41:1-13; Sal 42:1-11Sal 72:1-20; Sal 73:1-28Sal 89:1-52; Sal 90:1-17Sal 106:1-48; Sal 107:1-43Sal 150:1-6) que concluyen con una fórmula de alabanza o doxología mediante la que se aclama a Dios. Con esta ordenación del texto, que no responde a criterios de género o autor ni atiende a aspectos formales o de contenido, se trató probablemente de emular la estructura del Pentateuco por razones que continúan siendo discutidas. La ausencia de principios que expliquen la disposición actual del Salterio ha propiciado la aparición de otras propuestas de clasificación del mismo. Así, basándose en el nombre divino empleado, se distingue entre salmos yahvistas (Sal 1:1-6Sal 41:1-13; Sal 90:1-17Sal 150:1-6) y salmos elohistas (Sal 42:1-11Sal 83:1-18); según la atribución de los poemas, se alude, entre otros, a los salmos de David (Sal 3:1-8Sal 41:1-13; Sal 108:1-13Sal 110:1-7; Sal 138:1-8Sal 145:1-21; etc.), de Asaf (Sal 50:1-23; Sal 73:1-28Sal 83:1-18) o de los hijos de Coré (Sal 42:1-11Sal 49:1-20; Sal 84:1-12Sal 85:1-13; Sal 87:1-7; etc.); por sus similitudes temáticas se habla de cantos de peregrinación (Sal 120:1-7Sal 134:1-3), salmos reales (Sal 93:1-5Sal 99:1-9) o de aleluya (Sal 113:1-9Sal 118:1-29; Sal 135:1-21Sal 136:1-26; Sal 146:1-10Sal 150:1-6).


Tanto en la Biblia hebrea como en la traducción griega de los LXX, son ciento cincuenta los cantos que conforman el Salterio. No obstante, ambas versiones ofrecen en buena parte una numeración distinta, consecuencia de desajustes vinculados a la transmisión del texto. Por ello, salmos considerados como dos poemas independientes en el original hebreo (Sal 9:1-20Sal 10:1-18 y Sal 114:1-8Sal 115:1-18) aparecen unidos en los LXX mientras que otros (Sal 116:1-19 y Sal 147:1-20) se dividen dando lugar a dos composiciones. Estas anomalías quedan reflejadas en la mayoría de las ediciones modernas de la Biblia que recogen la doble numeración. En nuestro caso el número asignado en la versión griega se ofrece entre paréntesis.


Junto a su distribución y numeración, hay otro aspecto relativo a la forma actual del libro que merece ser destacado: los títulos que se encuentran al inicio de ciento dieciséis de los poemas del Salterio. Estos encabezamientos, que no formaban parte de los salmos en su origen, son adiciones incorporadas por distintos recopiladores en el transcurso del tiempo. Básicamente, recogen indicaciones referentes al supuesto autor de un determinado salmo, a la concreta colección a la que perteneció el salmo en cuestión, al género literario, a indicaciones de tipo musical o litúrgico, o a datos históricos con los que se asocia convencionalmente el origen del respectivo poema.


Entre los nombres a quienes se atribuyen determinados salmos, destaca David; era considerado como el poeta y el músico por excelencia de Israel, y a su sombra se colocan setenta y tres de los cantos del Salterio (Sal 3:1-8Sal 9:1-20; Sal 11:1-7Sal 32:1-11; Sal 34:1-22Sal 41:1-13; Sal 51:1-19Sal 64:1-10; etc.).


Si bien se discute el valor y alcance de la información que estos títulos proporcionan, su presencia resulta ilustrativa para conocer la tradición sobre el empleo de los salmos y su interpretación en el ámbito judío.


3. Aspectos literarios


En el libro de los Salmos, como en muchos otros escritos del AT, la poesía es la forma de expresión elegida para plasmar los sentimientos y experiencias religiosas de sus creadores. Este hecho, común en el ámbito del antiguo Oriente Próximo, hace que para entender y gozar con la lectura del Salterio no baste con captar racionalmente su contenido, sino que sea preciso también tener en cuenta la dimensión estética y literaria de la obra. A este respecto debemos hablar particularmente en los salmos de recursos poéticos y de géneros literarios.


a) Recursos poéticos: Como parte importante de la poesía hebrea, los salmos utilizan una serie de procedimientos y recursos literarios propios, que con frecuencia pueden resultar un tanto extraños a nuestra cultura occidental. Señalemos entre otros:


— La ley del paralelismo: Es el rasgo formal por excelencia propio de la poesía hebrea. Repitiendo (paralelismo sinonímico), contraponiendo (paralelismo antonímico) o desarrollando un pensamiento (paralelismo sintético), se describen y transmiten incesantemente las emociones e ideas de los autores del Salterio quienes explotan con habilidad las muchas posibilidades que este procedimiento ofrece.


— Elementos de sonoridad: Son recursos que juegan con la sonoridad de la lengua y que adquieren un valor singular por tratarse de una poesía destinada originalmente a ser cantada o recitada oralmente. Con una notable destreza para apreciar y combinar sonidos, el poeta hebreo logra bellos y sugerentes efectos en sus versos empleando la paronomasia, la aliteración, la asonancia o la onomatopeya. La musicalidad que estos elementos aportan a una poesía carente de rima, se refuerza dotando al poema de ritmo mediante la combinación y ordenación de acentos.


— Lenguaje simbólico: Los salmos ofrecen un rico entramado de imágenes y sistemas simbólicos que recrean con un lenguaje figurativo la plural experiencia religiosa del pueblo de Israel.


b) Géneros literarios: En el análisis de los salmos constituye una aportación decisiva la identificación de géneros que definen distintos tipos de poemas y permiten agruparlos por familias atendiendo a semejanzas de origen, forma y contenido. Esta perspectiva de estudio abre nuevos caminos a la comprensión e interpretación del Salterio al revelar aspectos y valores que contribuyen a un mejor conocimiento tanto del conjunto de la obra como de las singularidades de los cantos que la componen. Pero determinar los géneros específicos del libro de los Salmos y catalogar cada uno de los poemas es una tarea compleja que ha dado lugar a numerosas y variadas propuestas de clasificación. A grandes rasgos, podemos distinguir cuatro grandes géneros: himnos, cantos de acción de gracias, súplicas y salmos didácticos.


1. Los himnos: Bajo este nombre se engloba un extenso conjunto de cantos destinados a alabar a Dios por sus hechos y cualidades. La grandeza de Dios, su justicia y poder, su fuerza creadora, su actuación en la historia o la fidelidad constante para con su pueblo son motivos que alientan e inspiran una y otra vez las palabras del salmista (Sal 65:1-13; Sal 68:1-35; Sal 92:1-15; Sal 100:1-5; Sal 103:1-22; Sal 139:1-24; etc.). Son salmos vinculados tradicionalmente a actos cultuales y celebraciones litúrgicas. En cuanto a la forma literaria, se inician con una invitación que el orante, lleno de júbilo, dirige a sí mismo, a la comunidad o a cuantos seres pueblan el orbe; seguidamente se detallan los motivos que fundamentan la alabanza; todo concluye con unos versos donde se retoman expresiones presentes en la Introducción y se añaden fórmulas de bendición, súplicas, etc. Dentro de esta modalidad literaria se encuentran algunas formas menores que responden a una situación específica o destacan un atributo o acción concreta de Dios:


— Himnos a Dios creador: En ellos el poeta ensalza a Dios en cuanto hacedor y dueño del universo (Sal 8:1-9; Sal 29:1-11; Sal 33:1-22; Sal 104:1-35; Sal 136:1-26; Sal 146:1-10; etc.).


— Himnos a la realeza de Dios: Celebran el reinado eterno de Dios y proclaman su entronización como soberano del cosmos ante quien se postran dioses y naciones, cielos y tierra (Sal 47:1-9; Sal 93:1-5; Sal 96:1-13Sal 97:1-12; etc.). Como un subgénero de este grupo podemos clasificar los llamados salmos reales que desarrollan temas diversos relacionados con la figura del rey davídico de Jerusalén, el ungido o mesías del Señor en cuyo nombre ejerce su gobierno sobre el pueblo (Sal 2:1-12; Sal 45:1-17; Sal 72:1-20; Sal 101:1-8; Sal 110:1-7; etc.).


— Himnos a Sión: poemas compuestos en honor de Jerusalén y del Templo como morada de Dios (Sal 46:1-11; Sal 48:1-14; Sal 68:1-35; Sal 76:1-12; etc.). En este grupo cabe distinguir un pequeño conjunto de poemas (cantos de peregrinación) que evocan el viaje del peregrino a Jerusalén recreando sus sentimientos y emociones (Sal 120:1-7Sal 134:1-3).


2. Salmos de súplica: Este género, uno de los más presentes en el Salterio, agrupa un heterogéneo conjunto de composiciones con un trasfondo común: una situación de desgracia ante la que se dirige la mirada a Dios solicitando su ayuda. En él se incluyen dos tipos fundamentales de plegarias:


— Súplica individual (Sal 5:1-12Sal 7:1-17; Sal 13:1-6; Sal 22:1-31; Sal 31:1-24; Sal 39:1-13; Sal 54:1-7; Sal 64:1-10; Sal 71:1-24; Sal 88:1-18; Sal 109:1-31; etc.). Son poemas en los que el protagonista es un fiel que está viviendo una experiencia dramática y dolorosa (enfermedad, persecución, falsas acusaciones, peligros de todo tipo) y que solicita apasionadamente la intervención salvadora de Dios. En estos salmos abundan las expresiones de confianza en Dios, confianza que a veces se convierte en tema central de la composición y que da lugar a una especie de subgénero denominado salmos de confianza (Sal 3:1-8; Sal 11:1-7; Sal 16:1-11; Sal 62:1-12; Sal 91:1-16; etc.).


— Súplica colectiva: Son muy semejantes a los anteriores por su contexto vital y estructura literaria; en ellos es la comunidad de fieles quien alza su voz reclamando el auxilio divino (Sal 20:1-9; Sal 44:1-26; Sal 74:1-23; Sal 85:1-13; Sal 90:1-17; etc.). La razón de su ruego se halla ahora en una situación de peligro o desgracia que afecta al pueblo en su conjunto (el hambre, la guerra, las deportaciones, las catástrofes naturales, etc.).


En ambos tipos de salmos de súplica encontramos con relativa frecuencia un elemento que puede resultar desconcertante y hasta cierto punto escandaloso. Se trata de las imprecaciones contra los enemigos. Las duras palabras que el salmista dirige a estos enemigos y los terribles males que pide a Dios para ellos, pueden resultarnos estremecedores; pero en el contexto bíblico estas actitudes responden a un deseo profundo de que Dios imparta justicia y restablezca el orden alterado por quienes causan daño y muerte a su alrededor.


3. Salmos de acción de gracias: Este tipo de salmos trasluce la experiencia individual o comunitaria de una actuación liberadora de Dios y recrea los sentimientos de gratitud y gozo que esta experiencia hace nacer en el orante. Hay acciones de gracias individuales (Sal 9:1-20Sal 10:1-18; Sal 30:1-12; Sal 32:1-11; Sal 116:1-19; etc.) y colectivas (Sal 66:1-20; Sal 67:1-7; Sal 118:1-29; Sal 124:1-8; etc.). Ambos tipos de salmo comparten el mismo esquema formal que incluye una invitación a aclamar y a bendecir a Dios, un recuerdo de la desgracia pasada y superada gracias a la intervención divina, y una sincera manifestación de rendido agradecimiento que suele ir acompañada de una promesa de ofrendas y sacrificios en el Templo.


4. Salmos didácticos: Incluimos en esta modalidad literaria, un variado conjunto de salmos cuyo nexo de unión es la intención de transmitir una enseñanza, de proporcionar instrucción a los miembros de la comunidad de Israel. Caben distintas clasificaciones; aquí proponemos los siguientes cuatro grupos:


— Salmos históricos: En ellos se trata de recordar, ensalzar y agradecer los grandes acontecimientos vividos por Israel en cuanto constituyen portentosas intervenciones salvadoras de Dios en la historia del pueblo (Sal 78:1-72; Sal 105:1-45; Sal 106:1-48).


— Salmos proféticos: Insisten en las exigencias de la alianza y en los aspectos éticos por encima de las obligaciones cultuales (Sal 14:1-7; Sal 50:1-23; Sal 52:1-9; Sal 81:1-16; etc.).


— Salmos sapienciales: Utilizan formas, temas y motivos característicos del ámbito sapiencial (reflexión sobre la condición humana, sobre la felicidad del justo y el castigo del malvado, sobre el tema de la retribución y de la ley: Sal 1:1-6; Sal 37:1-40; Sal 49:1-20; Sal 73:1-28; etc.).


— Salmos litúrgicos: Son los que se hacen eco de las condiciones para entrar al Templo y participar en el culto (Sal 15:1-5; Sal 24:1-10; Sal 95:1-11; etc.).


Al tratar de sistematizar y caracterizar los géneros del Salterio se hace evidente la riqueza literaria de la obra, el dinamismo y la flexibilidad poética que sus autores imprimieron a esta colección de cantos. La libertad del poeta para fundir o recrear formas, temas y motivos sin necesidad de someterse a rígidas estructuras hace que un salmo pueda compartir elementos tomados de otros que lo singularizan e impiden encuadrarlo en una modalidad concreta. Surge así el grupo de los llamados salmos mixtos (Sal 19:1-14; Sal 28:1-9; Sal 40:1-17; Sal 52:1-9; Sal 66:1-20; Sal 89:1-52; Sal 108:1-13).


4. Claves de lectura


El libro de los Salmos nos ofrece un testimonio excepcional de la experiencia de fe de un pueblo y de la relación viva y plural que Israel mantiene con su Dios a lo largo de los siglos. A través de estos poemas conocemos los valores comunitarios y concepciones teológicas del Israel bíblico, nos acercamos a su percepción de la divinidad, pero también descubrimos las alegrías y pesares, las esperanzas e inquietudes, la debilidad y grandeza del ser humano. Dios y la persona humana se hacen presentes en cada poema protagonizando una apasionante historia de encuentros y desencuentros que van forjando las creencias y convicciones religiosas de los hombres y mujeres del AT.


Asistimos en los salmos a un singular diálogo entre Dios, por una parte, y el pueblo israelita individual o colectivamente considerado, por otra. El salmista nos acerca con un lenguaje poético a un Dios poderoso y salvador, bondadoso y fiel; a un Dios justo que defiende al inocente y al débil, y hace fracasar a los malvados; a un Dios exigente y severo, pero sobre todo compasivo y paciente, leal y perdonador.


Y junto a la imagen incomparable de Dios, la del ser humano en toda su riqueza y complejidad, con todas sus experiencias, sentimientos y emociones. En los salmos está reflejada, hecha oración y poesía, la vida entera del salmista y del pueblo israelita. Sumergirnos en la lectura y meditación de los salmos significa encontrarnos con lo más íntimo y específico del pueblo de la Biblia.


El libro de los Salmos rebasa los límites del AT y se convierte en uno de los escritos bíblicos más citados en el NT. Sus poemas son evocados por Jesús en distintos pasajes y mencionados con asiduidad en los libros que giran en torno a su vida y su obra. Desde sus inicios, el cristianismo los hizo suyos y amplió el horizonte de los salmos releyéndolos desde su propia experiencia de fe. Como a los primeros cristianos, esta colección de cantos sigue invitándonos hoy a orar, a dejarnos interpelar por la palabra de Dios actualizada en nuestra vida, a estrechar día a día nuestra relación con Jesús de Nazaret orando con ellos a la luz de la buena noticia anunciada en el evangelio a toda la humanidad.


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Notas

Salmos 119,1Salmo 119 (118): Salmo de estilo sapiencial que desarrolla una extensa meditación en torno a la ley de Dios, medio de revelación de la voluntad divina. Recurriendo a una amplia gama de géneros literarios (alabanza, súplica, declaración de inocencia, lamentación, etc.), el autor exhorta al cumplimiento de la ley detallando las actitudes humanas exigidas, reflexiona sobre sus cualidades, alaba sus virtudes y celebra los dones que ofrece a quienes la respetan. Su estructura responde al procedimiento del acróstico alfabético que determina la división del salmo en veintidós estrofas de ocho versos, cada una de las cuales se inicia con una de las letras del alefato (= alfabeto) hebreo. Sus ciento setenta y dos versos incluyen, salvo contadas excepciones, un sinónimo de “ley”. A pesar de su espíritu legalista, la composición permite descubrir la relación personal que Dios establece con su pueblo por medio de la alianza.


Salmos 119,1Sal 112:1.
Salmos 119,1-3— Felices: Bienaventuranza con carácter programático que vincula la dicha del ser humano a la observancia de la voluntad divina manifestada en sus mandatos.
Salmos 119,4— fielmente: El orante se dirige por primera vez a Dios a quien interpela reiteradamente a lo largo del salmo. Ver, entre otros, vv. Sal 119:12; Sal 119:68; Sal 119:114; Sal 119:137.
Salmos 119,11— en mi corazón: Interiorizar la ley, recitarla (Sal 119:13) y reflexionar sobre ella (Sal 119:15) permiten al salmista conocer y respetar sus exigencias experimentando el gozo que procura su cumplimiento.
Salmos 119,16Rom 7:22.
Salmos 119,23— los poderosos: La presencia de personajes hostiles (Sal 119:21-23) subraya la firmeza y fidelidad del orante a quien las dificultades no consiguen apartar de los preceptos divinos.
Salmos 119,25— en el polvo: Alusión a un peligro mortal del que se pide ser salvado por Dios.
Salmos 119,26— mis avatares: Lit. mis caminos.
Salmos 119,30— el camino de la fidelidad: En oposición al camino falso (Sal 119:29) que conduce a actuar contra la ley.
Salmos 119,31Deu 11:22.
Salmos 119,36Isa 33:15.
Salmos 119,38— a este tu siervo que te honra: Otra lectura: “hiciste a quienes te veneran”.
Salmos 119,42Mat 10:19.
Salmos 119,46— ante los reyes: El salmista aparece así como portavoz de los mandatos de Dios ante los poderosos, función tradicionalmente asociada a los profetas.
Salmos 119,48— alzaré mis manos: Gesto realizado en señal de plegaria.
Salmos 119,52— encuentro consuelo: Este consuelo que los mandamientos le proporcionan contrasta con la ira que provoca la actitud de los malvados (Sal 119:53).
Salmos 119,55Sal 42:8; Sal 119:62; Sal 119:148.
Salmos 119,56Ecl 12:13.
Salmos 119,56— a mí me corresponde: Otras lecturas: “esto ha sido mi tarea”; “esto me ha sucedido (por guardar tus preceptos)”.
Salmos 119,57— es mi heredad: El salmista se equipara a los levitas quienes no participan en el reparto de la tierra porque sólo Dios es su lote. Ver Núm 18:20; Deu 10:9.
Salmos 119,59— he reflexionado sobre mi conducta: El verso parece aludir a un tiempo en que el orante se alejó de la ley de Dios.
Salmos 119,61— tu ley: Ver nota a Sal 119:23.
Salmos 119,64Sal 33:5.
Salmos 119,67— respeto tu palabra: Como la instrucción de Dios (Sal 119:66; Sal 119:68), también la aflicción (Sal 119:67; Sal 119:71) enseña al ser humano a cumplir los mandatos divinos. Ver Pro 3:11-12.
Salmos 119,69— tus preceptos: Ver Sal 119:23; Sal 119:61; Sal 119:95; Sal 119:110; Sal 119:157.
Salmos 119,70— es insensible: Lit. su corazón es craso como la grasa.
Salmos 119,71Pro 3:11-12.
Salmos 119,72— de oro y plata: Ver Sal 119:14; Sal 119:127; Sal 119:162.
Salmos 119,78— los soberbios: En oposición a los fieles, quienes se gozan al ver al salmista (Sal 119:74) y cuya adhesión se pide (Sal 119:79).
Salmos 119,82— ... de mí: Adoptando un tono de súplica, se pide la ayuda de Dios frente a los adversarios que acosan (Sal 119:84; Sal 119:86), tienden trampas (Sal 119:85) y amenazan la vida (Sal 119:87) de quien no olvida los mandatos divinos. Como en otros pasajes del salmo (ver, entre otros, vv. Sal 119:21-22; Sal 119:69-70; Sal 119:95; Sal 119:110), a la conducta de los malvados se opone el aprecio y respeto a la ley por parte del orante.
Salmos 119,83— arrugado por el humo: La imagen del odre reseco y arrugado por efecto del humo sirve al salmista para describir el estado en que se halla.
Salmos 119,85Sal 57:6.
Salmos 119,86Sal 111:7-8.
Salmos 119,89Mat 24:35.
Salmos 119,89— permanece firme: Otras lecturas: “persistirá en el cielo”; “durable como el cielo”; “más estable que el cielo”.
Salmos 119,91Jer 33:25.
Salmos 119,91— todo permanece: El tema de la firmeza y perpetuidad de la creación, la palabra y la fidelidad divinas (Sal 119:89-91), que en tono hímnico canta la estrofa, contrastan con la fragilidad del ser humano quien, viendo su existencia amenazada por el sufrimiento y el acoso de los enemigos (Sal 119:92; Sal 119:95), necesita recurrir a Dios para mantener su vida (Sal 119:93-94).
Salmos 119,96Sir 24:29.
Salmos 119,98Deu 4:6.
Salmos 119,100— guardo tus preceptos: Nótese cómo para el autor la sabiduría que otorga el conocimiento y observancia de la ley supera a la que poseen quienes representan el saber tradicional (maestros y ancianos).
Salmos 119,102— me has instruido: Esta enseñanza que Dios mismo proporciona resta valor a cuanto puedan ofrecer incluso los de mayor entendimiento y saber (Sal 119:99-100).
Salmos 119,103Sal 19:9-10.
Salmos 119,105Pro 6:23; Jua 8:12.
Salmos 119,107— mi dolor: Las difíciles circunstancias a las que el salmista alude (vv. 107.109-110), ponen de relieve la firmeza de su promesa (Sal 119:106) a la que se mantiene fiel incluso en las situaciones más adversas.
Salmos 119,109— siempre en peligro: Lit. mi vida está siempre en la palma de la mano.
Salmos 119,111Jer 15:16.
Salmos 119,112— mi recompensa será eterna: Otra lectura: “siempre, hasta el fin”.
Salmos 119,116Sal 37:24.
Salmos 119,119Jer 6:28-30.
Salmos 119,121— la justicia y el derecho: Proclamando la rectitud de su conducta y declarándose siervo de Dios (vv. Sal 119:122; Sal 119:125), el orante justifica su súplica y motiva la respuesta divina que se solicita en la estrofa (vv. Sal 119:121 b, Sal 119:122; Sal 119:124-126).
Salmos 119,126— de actuar: Otra lectura del verso: “Es tiempo de actuar para el Señor”.
Salmos 119,128— todos tus preceptos: Otra lectura: “por eso me he conducido según todos tus preceptos”.
Salmos 119,130Sal 19:8.
Salmos 119,134Luc 1:74.
Salmos 119,135Núm 6:25.
Salmos 119,136— no se respeta tu ley: Sobre las distintas reacciones que este hecho provoca en el salmista ver vv. Sal 119:53; Sal 119:139; Sal 119:158.
Salmos 119,137Deu 32:4; Apo 16:7.
Salmos 119,144— seguiré viviendo: Nótese el contraste entre la fragilidad y caducidad del ser humano (vv. Sal 119:141; Sal 119:143-144 a) y la plenitud y eternidad de la justicia y los mandatos de Dios que la estrofa destaca (vv. Sal 119:137-138; Sal 119:140; Sal 119:142; Sal 119:144).
Salmos 119,147Sal 57:8.
Salmos 119,150— se acercan: Otra lectura del verso: “se acercaron a la maldad quienes me persiguen”.
Salmos 119,152Mat 5:18.
Salmos 119,153— líbrame: Junto a las peticiones de auxilio (vv. Sal 119:153 a - Sal 119:154; Sal 119:156 b, Sal 119:159 b), el orante introduce los motivos que sustentan su ruego: su fidelidad a la ley (vv. Sal 119:153 b, Sal 119:157 b, Sal 119:159 a) frente a la deslealtad de los malvados (vv. Sal 119:155; Sal 119:158), así como la bondad de Dios y la autenticidad y permanencia de sus preceptos (vv. Sal 119:156; Sal 119:160).
Salmos 119,160Jua 17:17.
Salmos 119,162Isa 9:3.
Salmos 119,163— estoy enamorado de tu ley: Este amor acompaña y sustenta la observancia de los mandamientos divinos (v. Sal 119:167) y proporciona como fruto la paz (v. Sal 119:165).
Salmos 119,164— siete veces: Expresión que indica la constancia y continuidad de la alabanza.
Salmos 119,172Rom 7:12.
Salmos 119,176— ando errante: El orante, que no ha dejado de afirmar su respeto a la ley a lo largo del salmo, pone fin a sus palabras pidiendo la intervención de Dios (Sal 119:176 b) y reconociendo así que sólo con su ayuda podrá proseguir su camino de fidelidad a la voluntad y a los mandatos divinos.
Salmos 119,176Luc 15:4.