I Corintios 14 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 40 versitos |
1

Los dones del Espíritu y el provecho de la comunidad

Busquen, pues, sin descanso el amor y ambicionen también los dones del Espíritu, pero sobre todo el don de comunicar mensajes de parte de Dios. º
2 Pues quien habla un lenguaje misterioso º se dirige a Dios, pero no a los seres humanos; impulsado por el Espíritu, habla de cosas misteriosas que nadie entiende. º
3 En cambio, el que comunica mensajes de parte de Dios, se dirige a los seres humanos, les sirve de provecho espiritual, los anima y los consuela.
4 El que posee el don de hablar un lenguaje misterioso se beneficia a sí mismo, mientras que quien tiene el don de comunicar mensajes divinos, contribuye al provecho espiritual de la Iglesia.
5 Me gustaría que todos ustedes disfrutasen de ese don de hablar un lenguaje misterioso; sin embargo, prefiero que tengan el de comunicar mensajes de parte de Dios. Y es que para el provecho espiritual de la Iglesia, es más útil el que comunica mensajes que quien habla un lenguaje misterioso, a no ser que alguien interprete ese lenguaje misterioso.
6 En concreto, hermanos, supongan que yo los visito y que me dirijo a ustedes utilizando ese lenguaje misterioso. ¿De qué les aprovecharía si no les comunicase alguna revelación, algún conocimiento, algún mensaje o alguna enseñanza?
7 Tienen el caso de los instrumentos musicales, la flauta o el arpa, por ejemplo. Si no emiten clara y distintamente los sonidos, ¿cómo saber si es la flauta o el arpa lo que suena?
8 Y si el toque de la trompeta llega de forma irreconocible, ¿quién va a prepararse para la batalla?
9 Pues lo mismo ustedes: si se expresan en un lenguaje misterioso en lugar de usar palabras inteligibles, ¿quién entendería lo que dicen? ¡Estarán hablando a las paredes!
10 En el mundo hay infinidad de idiomas, y cada uno tiene su forma particular.
11 Pero si desconozco la forma de un idioma, seré un extranjero º para quien quiera hablar conmigo, y él lo será para mí.
12 Pues lo mismo ustedes: ya que tanto ambicionan los dones del Espíritu, procuren, al menos, poseer en abundancia los que contribuyan al provecho espiritual de la Iglesia.
13 Concluyendo: el que posea el don de hablar en un lenguaje misterioso, pídale a Dios el don de interpretarlo.
14 Porque si estoy orando en ese lenguaje misterioso, mi espíritu ora ciertamente, pero mi mente no recibe fruto alguno.
15 ¿Qué hacer entonces? Trataré de orar impulsado por el Espíritu, pero intentando comprender lo que digo; trataré de cantar impulsado por el Espíritu, pero intentando entender lo que canto. º
16 Supongamos que, impulsado por el Espíritu, prorrumpes en una alabanza a Dios; ¿cómo podrá responder “Amén” a tu acción de gracias el simple fiel º, si no sabe lo que has dicho?
17 Habrás pronunciado una magnífica acción de gracias, inútil, sin embargo, para el provecho espiritual del que te escucha.
18 Yo, por mi parte, le agradezco a Dios el poder hablar ese lenguaje misterioso mejor que cualquiera de ustedes.
19 Con todo, cuando nos reunimos en asamblea, prefiero decir cinco palabras inteligibles e instructivas, a pronunciar diez mil en un lenguaje ininteligible.
20 Hermanos, no se comporten como niños al razonar. Tengan, sí, la inocencia del niño en lo que atañe al mal; pero, en cuanto a sus propios razonamientos, sean personas hechas y derechas. º
21 Está escrito en la ley: En otros idiomas y por boca de extranjeros hablaré a este pueblo, y ni siquiera así me escucharán, dice el Señor º. º
22 El don, pues, de hablar un lenguaje misterioso tiene carácter de signo para los incrédulos, no para los creyentes. En cambio, el don de comunicar mensajes de parte de Dios está destinado a los creyentes, más bien que a los incrédulos.
23 Supongamos que toda la comunidad de creyentes se reúne en asamblea y que todos se expresan en ese lenguaje misterioso. Si en ese momento entra un simple fiel º o un no creyente, pensará que están locos.
24 Por el contrario, si ese simple fiel o ese no creyente entra mientras todos están comunicándose mensajes de parte de Dios, es muy posible que entre todos le hagan recapacitar y reconocer sus pecados,
25 dejando al descubierto sus más íntimos secretos. Caerá entonces de rodillas y adorará a Dios, proclamando que Dios se encuentra verdaderamente entre ustedes. º
26

Normas prácticas para el buen funcionamiento de la asamblea

Concretando, hermanos: cuando se reúnen, no hay inconveniente en que uno cante, otro enseñe, otro comunique una revelación, otro hable un lenguaje misterioso, otro, en fin, interprete ese lenguaje. Pero que todo se encamine al provecho espiritual. º
27 Si se trata de hablar un lenguaje misterioso, que lo hagan dos o, a lo sumo, tres; y, además, por turno y contando con alguien que interprete lo que dicen.
28 Si no hay tal intérprete, guárdese silencio en la asamblea y hable cada uno consigo mismo y con Dios.
29 En cuanto a los que comunican mensajes de parte Dios, que hablen dos o tres, y los demás limítense a dar su parecer.
30 Pero si uno de los asistentes recibe mientras tanto una revelación, deberá callarse el que está hablando.
31 Todos pueden, con tal que lo hagan por turno, comunicar los mensajes recibidos de Dios, para que todos aprendan y sean exhortados.
32 Por lo demás, el don de comunicar estos mensajes divinos debe estar controlado por los que tienen ese don,
33 pues no quiere Dios el desorden, sino la paz. Como es costumbre en las demás comunidades cristianas,
34 las mujeres deben guardar silencio en la asamblea; no les está, pues, permitido tomar la palabra, sino que deben mostrar el debido respeto, como manda la ley. º
35 Si desean saber algo, que se lo pregunten en casa a sus maridos, porque no está bien que la mujer hable en la asamblea º.
36 Tengan en cuenta que no partió de ustedes la palabra de Dios, ni son ustedes los únicos en haberla recibido º.
37 Quien presuma de recibir mensajes de parte de Dios o de ser persona animada por el Espíritu, deberá reconocer que esto que les escribo es mandato del Señor.
38 Y si no lo reconoce, que no se haga ilusiones de ser él reconocido º.
39 En una palabra, hermanos: ambicionen el don de comunicar mensajes de parte Dios, aunque sin cerrar el paso a quienes hablan un lenguaje misterioso.
40 En cualquier caso, háganlo todo de forma conveniente y ordenada.

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Introducción a I Corintios

INTRODUCCIÓN


1. Pablo y Corinto


En la ciudad de Corinto le tocó vivir a Pablo una de las más emocionantes y formidables aventuras de su misión apostólica. Llegó allí en el curso de su segundo viaje misionero después de pasar por Filipos, Tesalónica, Berea y Atenas (ver Hch 16:11Hch 18:1). Esto sucedía, aproximadamente, en el transcurso de la primera mitad del año 50 d. C. Con la colaboración de Silas y Timoteo, que se le unieron poco después procedentes de Macedonia, se consagró durante año y medio, más o menos, a una intensa labor evangelizadora que abarcó no solamente la ciudad de Corinto, sino también el cercano puerto de Cencreas (ver Hch 18:18; Rom 16:1) e incluso la provincia entera de Acaya (ver 2Co 1:1).


Corinto — en la actualidad una pequeña población de poco más de 25,000 habitantes — era por entonces una ciudad populosa. Algunos historiadores hablan de 200,000 ciudadanos libres y 400,000 esclavos. La colonia judía era, sin duda, numerosa. Capital de la provincia romana de Acaya y residencia oficial del procónsul romano, Corinto se había convertido en uno de los más importantes centros comerciales del Imperio. Estratégicamente situada en el istmo que lleva su nombre, disponía de dos puertos para el tráfico marítimo: Cencreas para las rutas orientales y Lequeo para las occidentales. Pero precisamente por todas estas razones, en Corinto se daban cita toda clase de cultos y creencias religiosas, y la ciudad era terreno abonado para las conductas y costumbres más licenciosas imaginables. Hasta tal punto había adquirido Corinto una bien cimentada fama de ciudad alegre y libertina, que se había hecho proverbial la expresión “vivir como un corintio” para referirse a alguien de conducta notoriamente inmoral. Era sobremanera famoso y conocido en toda la cuenca mediterránea el templo de Afrodita, la diosa del amor, donde más de un millar de servidoras de la diosa ejercían en su honor la prostitución sagrada.


Teniendo esto en cuenta, no debe causar extrañeza que en el seno de la comunidad cristiana fundada por Pablo en Corinto surgieran muy pronto serios problemas no sólo de tipo doctrinal sino sobre todo de carácter ético. El Apóstol no tuvo más remedio que hacer frente a estos problemas con toda solicitud y presteza.


2. Primera carta


Los problemas mencionados fueron multiplicándose y agravándose una vez que Pablo decidió marchar de Corinto. Ahora se encuentra probablemente en Éfeso y allí le van llegando, por distintos conductos, noticias no siempre halagüeñas de cómo va desenvolviéndose la iglesia de Corinto. Algunos problemas y situaciones requieren una solución urgente. No se descuida Pablo e inicia con los corintios un rico intercambio epistolar del que se han conservado dos cartas. Es casi seguro, sin embargo, que entre ellos se cruzaron algunas más: de otras dos de Pablo a los corintios y de una, al menos, de los corintios a Pablo, se encuentran referencias en las dos que han llegado hasta el presente (ver 1Co 5:9-11; 1Co 7:1; 2Co 2:3-4; 2Co 2:9).


Los familiares o empleados de Cloe — probablemente una acomodada comerciante cristiana de Corinto — (ver 1Co 1:11) y también Estéfanas, Fortunato y Acaico (ver 1Co 16:17-18) han puesto a Pablo al tanto de los graves problemas existentes en la comunidad. Además, los mismos corintios parecen haber escrito una carta a Pablo planteándole una serie de cuestiones concretas sobre la vida práctica cristiana (ver 1Co 7:1). A todo ello responde Pablo con una extensa carta, serena, bien organizada y de un singular valor histórico para conocer la fisonomía de las primeras comunidades cristianas. Es la que se conoce como primera carta a los Corintios (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 1 Co). Debió redactarla — o dictarla — en Éfeso entre los años 53 y 55 d. C.


Además de las valiosas informaciones sobre la vida y el desenvolvimiento de las primeras iglesias cristianas — particularmente la de Corinto — y sobre la actividad y proyectos apostólicos de Pablo, hay que subrayar el valor literario de esta carta. Es, sin duda, a este respecto, el escrito más logrado del Apóstol. Sorprende la variedad de tonos: desde la más admirable sencillez hasta el lirismo más incomparable, pasando por la ironía, el sarcasmo y las explosiones de ternura o de indignación. El capítulo 1Co 13:1-13 de la carta es una página soberbia de la literatura universal, de belleza y profundidad difícilmente superables.


3. Contenido y claves de lectura


De lo dicho hasta aquí se desprende que las cartas de Pablo a la iglesia cristiana de Corinto, pero de manera especial esta primera que ahora nos ocupa, fueron motivadas por situaciones y problemas concretos a los que el Apóstol tuvo que hacer frente con cierta urgencia, sin tiempo, por tanto, para detenerse en exposiciones sistemáticas. Pero Pablo tiene el privilegio del genio, lo que le permite ennoblecer y sublimar todo cuanto toca. Es admirable observar cómo se eleva por encima de las pequeñas cosas de cada día para encararnos con los grandes principios cristianos.


En 1 Co no hay un tema central dominante. Estamos ante una serie de temas diversos sobre los que Pablo va reflexionando sucesivamente sin apenas relacionarlos entre sí. A lo sumo cabría establecer una cierta relación intencionada entre los temas primero y último: salvación a través de la cruz de Cristo (1Co 1:17-31) y salvación a través de la resurrección de Cristo (1Co 15:1-28).


Después de una breve introducción y la acostumbrada acción de gracias, Pablo aborda en primer lugar el grave problema de las rivalidades existentes entre los cristianos de Corinto. Se han formado varios grupos enfrentados entre sí como si en el cristianismo fuera posible la existencia de varias sabidurías y varios maestros de sabiduría. La verdad es — proclama Pablo — que existe una sola sabiduría, la de Dios, y un solo maestro de sabiduría, Jesucristo (1Co 1:101Co 4:21).


A continuación se hace eco la carta de algunas conductas absolutamente incorrectas existentes en el seno de la iglesia corintia: un caso de flagrante inmoralidad sexual, no difícil de explicar en una ciudad tan libertina como Corinto (1Co 5:1-13), el hecho de que los cristianos traten de resolver sus pleitos ante jueces paganos (1Co 6:1-8), y la permisividad sexual de que hacen alarde algunos miembros de la comunidad (1Co 6:10-20).


En 1Co 7:1-401Co 10:1-33 responde Pablo a dos cuestiones concretas que preocupaban a la iglesia de Corinto y sobre las que probablemente habían preguntado al Apóstol por escrito: a) cuál debe ser la actitud del cristiano ante la disyuntiva celibato o matrimonio; y b) cómo deben comportarse los cristianos ante el consumo de alimentos ofrecidos o sacrificados a los falsos dioses.


Seguidamente, en los cps. 1Co 11:1-34 al 1Co 14:1-40, se ocupa de varios temas relacionados con el buen funcionamiento de las reuniones litúrgicas: utilización del velo por parte de las mujeres (1Co 11:2-16), abusos en la celebración de la cena del Señor (1Co 11:17-34), problemas nacidos de la diversidad y ejercicio de los dones del Espíritu (1Co 12:11Co 14:40). Destaca en esta sección el relato de la cena del Señor con las consecuencias que de ella se derivan (1Co 11:23-34) y el magnífico canto al amor cristiano del cp. 1Co 13:1-13.


La carta alcanza su cima doctrinal en un largo y espléndido capítulo dedicado al tema central de la fe en Jesucristo: Cristo ha resucitado y su resurrección es garantía de la nuestra. Es este un acontecimiento fundamental sin el que nada tiene sentido en la vida del creyente (1Co 15:1-58).


El último capítulo contiene instrucciones sobre la colecta a favor de los hermanos necesitados de Judea, noticias sobre los planes de viaje de Pablo, recomendaciones y consejos, y los acostumbrados saludos finales (1Co 16:1-24).


4. Estructura de la carta


— Introducción (1Co 1:1-9)


I. — DIVISIONES DENTRO DE LA COMUNIDAD (1Co 1:101Co 4:21)


II. — CONDUCTAS INCORRECTAS DE ALGUNOS CORINTIOS (1Co 5:1-131Co 6:1-20)


III. — RESPUESTA A DOS CUESTIONES CONCRETAS (1Co 7:11Co 11:1)


IV. — PROBLEMAS EN LAS REUNIONES LITÚRGICAS (1Co 11:21Co 14:40)


V. — RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO Y DE LOS CREYENTES (1Co 15:1-58)


— Conclusión (1Co 16:1-24)


Fuente:

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Notas

I Corintios 14,1-2— comunicar mensajes de parte de Dios... lenguaje misterioso: Para estas expresiones que se repiten numerosas veces a lo largo del presente capítulo, ver notas a 1Co 12:10.


I Corintios 14,11Co 12:31; 1Co 14:39; 1Co 11:4-5; 1Co 13:2.
I Corintios 14,21Co 12:10.
I Corintios 14,11— un extranjero: Lit. un bárbaro. Con este vocablo se designaba en Grecia al que era extranjero y no comprendía el idioma griego al no haber sido educado.
I Corintios 14,15Efe 5:19.
I Corintios 14,16— el simple fiel: Si se transcribe literalmente el vocablo griego aquí utilizado, habría que traducir: el idiota. Parece tratarse de una palabra perteneciente al vocabulario filosófico-religioso de la época, con la que se designaría a un miembro no suficientemente iniciado en los misterios de la respectiva comunidad.
I Corintios 14,20Efe 4:14; Flp 3:15.
I Corintios 14,21— dice el Señor: La cita es de Isa 28:11-12, pero no corresponde propiamente ni al hebreo del TM, ni a la versión griega de los LXX; por tanto, o bien Pablo cita libremente, o ha tenido presente otra versión griega existente en aquella época.
I Corintios 14,21Éxo 28:11-12; Deu 28:49.
I Corintios 14,23— un simple fiel: Ver nota a 1Co 14:16.
I Corintios 14,25Isa 45:14; Zac 8:23.
I Corintios 14,261Co 11:28; 1Co 12:8-10.
I Corintios 14,33-35en la asamblea: Algunos mss. colocan los versículos 1Co 14:34-35 después de 1Co 14:40. En realidad, esta perícopa, en la que se rebaja el papel de la mujer en la comunidad, se compagina mal con 1Co 11:5; por eso bastantes autores piensan que se trata de una glosa o añadidura posterior.
I Corintios 14,341Co 11:3; Gén 3:16; Efe 5:22; 1Ti 2:12; Tit 2:5.
I Corintios 14,36— en haberla recibido: Por tanto -parece insinuar Pablo-, los corintios no tienen especiales razones para imponer sus criterios.
I Corintios 14,38— de ser él reconocido: Según variante de bastantes mss., entre ellos algunos de los mejores y más antiguos, habría que traducir: y si no quiere reconocerlo ¡que no lo reconozca! Esta traducción tendría el sentido de “peor para él” y sería una forma un tanto exabrupto de cerrar la discusión; podría citarse otros ejemplos de este modo de proceder por parte de Pablo (ver 1Co 11:16; Flp 3:15).