Lamentaciones  3 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 66 versitos |
1

Tercera elegía

Yo he sufrido º la aflicción en la vara de su cólera.
2 Me ha guiado y hecho andar por tinieblas y sin luz.
3 Vuelve sin cesar su mano todo el día contra mí.
4 Me ha comido carne y piel y me ha quebrado los huesos. º
5 Me ha levantado un asedio de veneno y sufrimiento º.
6 Me ha hecho vivir en tinieblas como a los muertos antiguos.
7 Me ha tapiado sin salida, cargándome de cadenas. º
8 Aunque grité y pedí auxilio, no hizo caso de mi súplica.
9 Me ha amurallado el camino y me ha cambiado las sendas.
10 Me ha acechado como un oso, como un león escondido.
11 Me ha extraviado y hecho trizas, me ha dejado destrozado.
12 Me ha apuntado con su arco, me ha hecho blanco de sus flechas.
13 Me ha clavado en las entrañas las flechas de su aljaba.
14 Soy la burla de mi pueblo y su copla todo el día. º
15 Me ha saciado de amargura, me ha dado a beber ajenjo.
16 Me ha machacado los dientes º, me ha revolcado en el polvo.
17 Me han secuestrado la paz y hasta he olvidado la dicha.
18 Pienso que estoy sin fuerza, que se ha agotado del todo mi esperanza en el Señor.
19 Recuerda mi pena amarga que es ajenjo envenenado.
20 Me acuerdo constantemente y se me derrumba el ánimo.
21 Pero algo viene a mi mente que me llena de esperanza:
22 que tu amor, Señor º, no cesa, ni tu compasión se agota; º
23 ¡se renuevan cada día por tu gran fidelidad!
24 Tú eres mi herencia, Señor, por eso confío en ti.
25 Es bueno el Señor con quien confía en él y lo busca.
26 Es bueno esperar callado la salvación del Señor.
27 Es bueno que el ser humano cargue el yugo desde niño,
28 que aguante solo y callado pues el Señor se lo ha impuesto;
29 que su boca bese el polvo por si aún queda esperanza;
30 y que ofrezca su mejilla al que lo hiere y lo afrenta º.
31 Porque no ha de rechazarnos eternamente mi Dios:
32 pues, aunque aflige, se apiada porque es inmenso su amor; º
33 que no disfruta afligiendo o humillando al ser humano.
34 Si alguien pisotea a todos los cautivos de un país,
35 si se agravia a un ser humano en presencia del Altísimo,
36 o si se altera un proceso, ¿es que mi Dios no lo ve?
37 ¿Quién dice algo y sucede si mi Dios no lo ha ordenado?
38 ¿No salen males y bienes de la boca del Altísimo? º
39 ¿Por qué alguno se lamenta, si vive aunque haya pecado?
40 Revisemos º nuestras sendas y volvamos al Señor.
41 Alcemos al Dios del cielo nuestras plegarias sinceras º.
42 Fuimos rebeldes e infieles, ¡por eso no perdonaste!
43 Airado nos perseguiste, nos mataste sin piedad.
44 Te ocultaste en una nube para no escuchar las súplicas.
45 Nos convertiste en basura y desecho entre los pueblos. º
46 Nos provocan con insultos º todos nuestros enemigos.
47 Miedo y pánico es lo nuestro, desolación y fracaso.
48 Mis ojos son ríos de lágrimas por la capital º en ruinas.
49 Mis ojos lloran sin tregua y no sentirán alivio
50 hasta que el Señor se asome y mire desde los cielos.
51 Siento dolor en mis ojos por mi ciudad y sus hijas.
52 Los que me odian sin motivo me cazaron como a un pájaro.
53 Me arrojaron vivo a un pozo, echándome encima piedras.
54 Me sumergieron las aguas y me dije: “¡Estoy perdido!”.
55 Invoqué, Señor, tu nombre desde lo hondo del pozo.
56 ¡Escucha mi voz, no cierres tu oído al grito de auxilio! º
57 Cuando llamé te acercaste y me dijiste: “¡No temas!”.
58 Me has defendido, Dios mío, y me has salvado la vida.
59 Ya ves que sufro injusticia: ¡hazme justicia, Señor!
60 Ya ves todas sus intrigas de venganza contra mí.
61 Tú oyes, Señor, sus insultos y sus planes contra mí;
62 mi adversario cuchichea todo el día contra mí.
63 Míralos: de pie o sentados, me hacen tema de sus coplas. º
64 Págales, Señor, a todos como merecen sus obras.
65 Enduréceles la mente, échales tu maldición.
66 Persíguelos con tu cólera y bórralos bajo el cielo.

Patrocinio

 
 

Introducción a Lamentaciones 

INTRODUCCIÓN


1. Características literarias


Lamentaciones es una breve colección de cinco elegías recorridas de principio a fin por una impetuosa corriente de emoción que da rienda suelta al dolor incontenible, al grito desgarrado, al llanto desconsolado de un pueblo brutalmente golpeado, vencido, expoliado y humillado por el enemigo, con el consentimiento airado y cómplice del propio Dios. Los efectos regeneradores del dolor y la catarsis del llanto alumbrarán un resquicio abierto al arrepentimiento y a la conversión, a la fe y a la esperanza, en la noche oscura y cerrada del lamento.


En la Biblia hebrea el libro lleva el título de ekah (algo así como el libro de los “ayes”), por la palabra que abre Lam 1:1-22; Lam 2:1-22 y Lam 4:1-22 (¡Ay qué...! ¡Ay cómo...!). Por su parte, 2Cr 35:25 y el Talmud babilónico le dan el título de qinot (elegía, lamentación), adoptado por las versiones griega (threnoi) y latina (lamentationes). También difiere su ubicación, pues mientras la Biblia hebrea sitúa Lamentaciones en la sección de los (Otros) Escritos, integrando los cinco rollos (meguillot), las versiones griega y latina lo colocan tras el profeta Jeremías, al que una nota previa a Lam 1:1 atribuye el libro.


Precisamente esa nota de los LXX y el comentario de 2Cr 35:25 han contribuido a la identificación de Jeremías como autor de este libro. Sin embargo, y a pesar de sus reiterados anuncios de la destrucción de Jerusalén y del Templo y del tenor dolorido de sus “confesiones”, nada encontramos en Lm del estilo y mensaje de dicho profeta. Por otra parte, las diferencias de estilo entre las cinco elegías invitan a pensar en la diversidad de autores, aunque la cuidada forma final del libro pueda ser obra de una sola mano.


Como ya se ha dicho, el libro es una colección de cinco poemas, cada uno de los cuales está compuesto alfabéticamente: los cuatro primeros son acrósticos alfabéticos (el primer verso de cada estrofa comienza sucesivamente con cada una de las letras del alefato hebreo), mientras que el quinto sólo conserva el artificio alfabético al contabilizar 22 versos (tantos como letras del alefato).


Aunque predomina el tono elegíaco, también aparecen los rasgos característicos de las lamentaciones individuales (Lam 1:1-22Lam 4:1-22) y colectivas (Lam 5:1-22 y algunos fragmentos de Lam 3:1-66), con la inserción de típicos motivos de confesión, arrepentimiento, súplica, confianza, acción de gracias y alguna incursión hímnica. En conjunto, los cinco poemas guardan entre sí innegables correspondencias quiásticas, fruto de una disposición paralelística concéntrica: Lam 1:1-22 y Lam 5:1-22 ofrecen perspectivas más genéricas y “lejanas” de la destrucción; Lam 2:1-22 y Lam 4:1-22 recogen impresiones mucho más directas y “cercanas” a los hechos, mientras que Lam 3:1-66 (que triplica el recurso alfabético al hacer que los tres versos de cada estrofa comiencen por la misma letra) aparece como el eje o quicio de toda la obra, combinando los lamentos individual y colectivo, e introduciendo elementos de invitación a la conversión, de confianza y acción de gracias.


2. Contexto histórico de Lamentaciones


La pregunta por la fecha de composición de Lamentaciones nos remite directamente a su contexto histórico: la caída de Jerusalén ante el ejército babilónico de Nabucodonosor el año 587 a. C., la destrucción de la ciudad y del Templo, y el destierro de un núcleo importante de la población con la mayor parte de sus dirigentes a la cabeza. A partir de este momento se abre el período del exilio que llegará hasta el 538 a. C., año del primer edicto de repatriación del rey persa Ciro. Los poemas se habrían compuesto en el transcurso de esos 50 años que duró el exilio: unos más cercanos a los luctuosos hechos que se lamentan (especialmente Lam 2:1-22 y Lam 4:1-22) y otros a mayor distancia de la gran tragedia nacional. Sea como fuere, el conjunto de los poemas refleja, aun tomando en consideración las “licencias” de su lenguaje poético, un retrato bastante verosímil de la situación de Jerusalén y de Judá tras su destrucción. Es un retrato ajustado a la realidad histórica de aquellos años en que Judá vivió sin rey, sin Templo y sin instituciones; empobrecido, desorganizado y religiosamente abandonado.


Estas consideraciones, sin embargo, no excluyen la posibilidad de una redacción final postexílica de Lm para conmemorar, tras la vuelta de los exiliados y en un marco litúrgico-penitencial, la caída de Jerusalén y del Templo.


3. Perspectivas teológicas


La tragedia del 587 a. C., aunque presentida y anunciada muchos años antes, fue un duro golpe para la fe y las convicciones más profundas del pueblo, puesto que tanto la ciudad como el Templo y la monarquía eran no sólo símbolo y expresión de la cercanía de Dios, sino que eran también, y sobre todo, la garantía de la fidelidad de Dios a su alianza y a sus promesas. Su pérdida casi simultánea (y el posterior retraso de una nueva intervención salvífica divina) acarrea consecuencias religiosas y teológicas aún más graves que las políticas y sociales, pues ponía en tela de juicio no sólo la vigencia y continuidad de las grandes promesas, sino la misma fe del pueblo en el Dios de la alianza. Si hasta el momento el pueblo había podido salir fortalecido de castigos anteriores gracias a la misericordia infinita del Señor que siempre respondía a la conversión con una intervención salvífica, el castigo actual tenía visos de ser definitivo (Lam 5:22).


El libro de las Lamentaciones plantea el problema en toda su extensión y crudeza, pero al mismo tiempo ofrece también inequívocas vías de solución:


— El poeta portavoz, la ciudad personificada y la comunidad lamentan su triste y dolorosa situación: la ciudad está afligida, ahogada en gemidos y bañada en lágrimas; está desierta y desnuda, acuciada por el hambre y la miseria; se siente golpeada y herida en sus miembros más queridos (bebés, niños, jóvenes, doncellas, ancianos, nobles y dirigentes, sacerdotes y profetas), ultrajada y profanada en su realidad más santa (templo, culto, fiestas, asambleas, etc.).


— Tanto dolor y tan largo sufrimiento le han hecho descubrir y reconocer su propia culpa y, al mismo tiempo, comprender todos sus males como el merecido castigo provocado por los pecados del pueblo (con sus dirigentes a la cabeza, con especial mención de sacerdotes y profetas). Dios mismo ha sido el ejecutor del duro castigo, bien personal y directamente, bien por mediación del ataque enemigo.


— El castigo, sin embargo, ha provocado un sufrimiento excesivo no sólo en las víctimas inocentes (lo que ponía también en tela de juicio la confianza en la doctrina tradicional de la retribución), sino entre los propios culpables. O el enemigo se ha extralimitado (y merece, por tanto, un justo castigo por sus excesos), o Dios ha actuado injustamente al consentirlo.


— Las claves más hondas y significativas las encontramos en Lam 3:1-66 cuando revela el valor del sufrimiento paciente (vicario y redentor), manifiesta la confianza en que la misericordia divina es más “duradera” que su rechazo, urge la necesidad de la conversión sincera y reclama la exigencia de una fe inquebrantable en la justicia divina como última y definitiva palabra salvadora de Dios.


Fuente:

Patrocinio

Notas

Lamentaciones  3,1Lam 3:1-66 : En el centro del libro encontramos el poema más regular y elaborado, pero también el que ofrece las reflexiones más hondas y sugerentes sobre el sentido del sufrimiento. Se estructura en tres grandes partes bien interconectadas.

La primera parte (Lam 3:1-18) es una lamentación individual en la que un portavoz del pueblo (o de la ciudad) desgrana sus múltiples sufrimientos, atribuidos a Dios (al que sólo se nombra al final), y que han llevado al sujeto al límite de la desesperanza.

La segunda parte (Lam 3:19-39), que contiene elementos de confianza y acción de gracias, introduce el recuerdo de la misericordia y la salvación de Dios, provocando un giro radical a la esperanza y dando un nuevo sentido al sufrimiento.

La tercera parte (Lam 3:40-66) arranca con una incursión en la lamentación colectiva, exhortando a la conversión y retomando el motivo del sufrimiento (Lam 3:40-47), para volver a la súplica individual donde se suceden el lamento (Lam 3:48-51), la acción de gracias (Lam 3:52-58) y la doble súplica final de liberación para el pueblo y de castigo para el enemigo (Lam 3:59-66).


Lamentaciones  3,1— sufrido: Lit. yo soy el hombre que ha visto.
Lamentaciones  3,4Job 30:30.
Lamentaciones  3,5— sufrimiento: Gr. con leve corrección dice: Ha construido contra mí y ha asediado mi cabeza (capital), y me ha atormentado. A partir de ahí, también podría leerse: Me ha levantado un asedio en mi capital y su colina.
Lamentaciones  3,7Job 19:8.
Lamentaciones  3,14Deu 28:37; Jer 20:7; Job 30:9.
Lamentaciones  3,16— los dientes: Heb. añade con guijarros.
Lamentaciones  3,22Éxo 34:6-7; Sal 103:8.
Lamentaciones  3,22— tu amor, Señor: Lit. las misericordias del Señor. El cambio al estilo directo viene justificado en Lam 3:23-24.
Lamentaciones  3,30— y lo afrenta: Lit. y se sacie de afrentas.
Lamentaciones  3,32Isa 50:6; Isa 54:8-9; Mat 5:39.
Lamentaciones  3,38Isa 41:4; Isa 45:7; Sal 33:9.
Lamentaciones  3,40— Revisemos: Lit. probemos y examinemos.
Lamentaciones  3,41— plegarias sinceras: Lit. el corazón sobre las manos.
Lamentaciones  3,45Deu 28:37.
Lamentaciones  3,46— provocan con insultos: Lit. abren sus bocas contra nosotros.
Lamentaciones  3,48— capital: Lit. por la hija de mi pueblo.
Lamentaciones  3,56Sal 130:2.
Lamentaciones  3,63Lam 3:14.