I Corintios 4 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 21 versitos |
1

El papel de los apóstoles

A nosotros la gente nos ha de considerar como lo que somos: servidores de Cristo y administradores de los planes secretos º de Dios. º
2 Y lo que a un administrador se le pide es que sea fiel. º
3 En cuanto a mi conducta, me tiene sin cuidado el juicio que puedan emitir ustedes o cualquier otro tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo.
4 Es cierto que no me remuerde la conciencia, pero no por ello me considero inocente. Quien me juzga es el Señor. º
5 Así que no emitan juicios prematuros. El Señor es quien iluminará, cuando venga, lo que se esconde en la oscuridad y quien pondrá al descubierto las secretas intenciones de cada persona. Entones cada uno recibirá de Dios su merecido. º
6 Hermanos, con el fin de que entendieran estas cosas, las he aplicado, a modo de ejemplo, a Apolo y a mi propia persona para que aprendan en nosotros lo de “no ir más allá de lo que está establecido” º y para que nadie se apasione por uno en contra de otro.
7 Porque, ¿quién te hace a ti mejor que los demás?, ¿qué tienes que no hayas recibido? Y si todo lo que tienes lo has recibido, ¿a qué viene presumir como si fuera tuyo?
8 ¡Conque ustedes ya están satisfechos, ya son ricos, ya han alcanzado la realeza sin contar con nosotros º! ¡Ojalá fuera cierto, para compartir con ustedes esa realeza!
9 Pues, a lo que veo, Dios nos ha reservado a los apóstoles el último lugar como si fuéramos condenados a muerte, y nos hemos convertido en espectáculo º del mundo entero, tanto de ángeles como de humanos. º
10 Así que nosotros somos unos locos a causa de Cristo; ustedes, en cambio, un modelo de sensatez cristiana; nosotros somos débiles, ustedes fuertes; ustedes se llevan la estima, nosotros el desprecio.
11 Hasta el presente no hemos pasado más que hambre, sed, desnudez y malos tratos, andando de un lado para otro. º
12 Hemos trabajado con nuestras propias manos hasta el agotamiento º. Si nos insultan, bendecimos; si nos persiguen, aguantamos;
13 si nos calumnian, respondemos con bondad. Total, que hasta este momento somos la basura del mundo, el desecho de la humanidad.
14 No es mi intención avergonzarlos al escribirles todo esto. Sólo quiero corregirlos como a hijos míos º muy queridos.
15 Porque maestros en la fe en Cristo Jesús pueden tenerlos a millares, pero padres, no; he sido yo quien los ha engendrado para la fe mediante el mensaje evangélico. º
16 Les ruego, pues, que sigan mi ejemplo, º
17 para lo que les he enviado a Timoteo, hijo mío muy querido y cristiano de fiar. Él les recordará el estilo de vida º que tengo yo como creyente en Cristo Jesús y que voy enseñando por doquier en cada iglesia.
18 Pensando que no iré a visitarlos, algunos han comenzado a envalentonarse.
19 Pues bien, si Dios quiere, les haré pronto una visita, y entonces veremos si esos engreídos hacen tanto como dicen. º
20 Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de eficacia.
21 ¿Qué prefieren: que vaya vara en mano o con espíritu de amor y suavidad?

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Introducción a I Corintios

INTRODUCCIÓN


1. Pablo y Corinto


En la ciudad de Corinto le tocó vivir a Pablo una de las más emocionantes y formidables aventuras de su misión apostólica. Llegó allí en el curso de su segundo viaje misionero después de pasar por Filipos, Tesalónica, Berea y Atenas (ver Hch 16:11Hch 18:1). Esto sucedía, aproximadamente, en el transcurso de la primera mitad del año 50 d. C. Con la colaboración de Silas y Timoteo, que se le unieron poco después procedentes de Macedonia, se consagró durante año y medio, más o menos, a una intensa labor evangelizadora que abarcó no solamente la ciudad de Corinto, sino también el cercano puerto de Cencreas (ver Hch 18:18; Rom 16:1) e incluso la provincia entera de Acaya (ver 2Co 1:1).


Corinto — en la actualidad una pequeña población de poco más de 25,000 habitantes — era por entonces una ciudad populosa. Algunos historiadores hablan de 200,000 ciudadanos libres y 400,000 esclavos. La colonia judía era, sin duda, numerosa. Capital de la provincia romana de Acaya y residencia oficial del procónsul romano, Corinto se había convertido en uno de los más importantes centros comerciales del Imperio. Estratégicamente situada en el istmo que lleva su nombre, disponía de dos puertos para el tráfico marítimo: Cencreas para las rutas orientales y Lequeo para las occidentales. Pero precisamente por todas estas razones, en Corinto se daban cita toda clase de cultos y creencias religiosas, y la ciudad era terreno abonado para las conductas y costumbres más licenciosas imaginables. Hasta tal punto había adquirido Corinto una bien cimentada fama de ciudad alegre y libertina, que se había hecho proverbial la expresión “vivir como un corintio” para referirse a alguien de conducta notoriamente inmoral. Era sobremanera famoso y conocido en toda la cuenca mediterránea el templo de Afrodita, la diosa del amor, donde más de un millar de servidoras de la diosa ejercían en su honor la prostitución sagrada.


Teniendo esto en cuenta, no debe causar extrañeza que en el seno de la comunidad cristiana fundada por Pablo en Corinto surgieran muy pronto serios problemas no sólo de tipo doctrinal sino sobre todo de carácter ético. El Apóstol no tuvo más remedio que hacer frente a estos problemas con toda solicitud y presteza.


2. Primera carta


Los problemas mencionados fueron multiplicándose y agravándose una vez que Pablo decidió marchar de Corinto. Ahora se encuentra probablemente en Éfeso y allí le van llegando, por distintos conductos, noticias no siempre halagüeñas de cómo va desenvolviéndose la iglesia de Corinto. Algunos problemas y situaciones requieren una solución urgente. No se descuida Pablo e inicia con los corintios un rico intercambio epistolar del que se han conservado dos cartas. Es casi seguro, sin embargo, que entre ellos se cruzaron algunas más: de otras dos de Pablo a los corintios y de una, al menos, de los corintios a Pablo, se encuentran referencias en las dos que han llegado hasta el presente (ver 1Co 5:9-11; 1Co 7:1; 2Co 2:3-4; 2Co 2:9).


Los familiares o empleados de Cloe — probablemente una acomodada comerciante cristiana de Corinto — (ver 1Co 1:11) y también Estéfanas, Fortunato y Acaico (ver 1Co 16:17-18) han puesto a Pablo al tanto de los graves problemas existentes en la comunidad. Además, los mismos corintios parecen haber escrito una carta a Pablo planteándole una serie de cuestiones concretas sobre la vida práctica cristiana (ver 1Co 7:1). A todo ello responde Pablo con una extensa carta, serena, bien organizada y de un singular valor histórico para conocer la fisonomía de las primeras comunidades cristianas. Es la que se conoce como primera carta a los Corintios (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 1 Co). Debió redactarla — o dictarla — en Éfeso entre los años 53 y 55 d. C.


Además de las valiosas informaciones sobre la vida y el desenvolvimiento de las primeras iglesias cristianas — particularmente la de Corinto — y sobre la actividad y proyectos apostólicos de Pablo, hay que subrayar el valor literario de esta carta. Es, sin duda, a este respecto, el escrito más logrado del Apóstol. Sorprende la variedad de tonos: desde la más admirable sencillez hasta el lirismo más incomparable, pasando por la ironía, el sarcasmo y las explosiones de ternura o de indignación. El capítulo 1Co 13:1-13 de la carta es una página soberbia de la literatura universal, de belleza y profundidad difícilmente superables.


3. Contenido y claves de lectura


De lo dicho hasta aquí se desprende que las cartas de Pablo a la iglesia cristiana de Corinto, pero de manera especial esta primera que ahora nos ocupa, fueron motivadas por situaciones y problemas concretos a los que el Apóstol tuvo que hacer frente con cierta urgencia, sin tiempo, por tanto, para detenerse en exposiciones sistemáticas. Pero Pablo tiene el privilegio del genio, lo que le permite ennoblecer y sublimar todo cuanto toca. Es admirable observar cómo se eleva por encima de las pequeñas cosas de cada día para encararnos con los grandes principios cristianos.


En 1 Co no hay un tema central dominante. Estamos ante una serie de temas diversos sobre los que Pablo va reflexionando sucesivamente sin apenas relacionarlos entre sí. A lo sumo cabría establecer una cierta relación intencionada entre los temas primero y último: salvación a través de la cruz de Cristo (1Co 1:17-31) y salvación a través de la resurrección de Cristo (1Co 15:1-28).


Después de una breve introducción y la acostumbrada acción de gracias, Pablo aborda en primer lugar el grave problema de las rivalidades existentes entre los cristianos de Corinto. Se han formado varios grupos enfrentados entre sí como si en el cristianismo fuera posible la existencia de varias sabidurías y varios maestros de sabiduría. La verdad es — proclama Pablo — que existe una sola sabiduría, la de Dios, y un solo maestro de sabiduría, Jesucristo (1Co 1:101Co 4:21).


A continuación se hace eco la carta de algunas conductas absolutamente incorrectas existentes en el seno de la iglesia corintia: un caso de flagrante inmoralidad sexual, no difícil de explicar en una ciudad tan libertina como Corinto (1Co 5:1-13), el hecho de que los cristianos traten de resolver sus pleitos ante jueces paganos (1Co 6:1-8), y la permisividad sexual de que hacen alarde algunos miembros de la comunidad (1Co 6:10-20).


En 1Co 7:1-401Co 10:1-33 responde Pablo a dos cuestiones concretas que preocupaban a la iglesia de Corinto y sobre las que probablemente habían preguntado al Apóstol por escrito: a) cuál debe ser la actitud del cristiano ante la disyuntiva celibato o matrimonio; y b) cómo deben comportarse los cristianos ante el consumo de alimentos ofrecidos o sacrificados a los falsos dioses.


Seguidamente, en los cps. 1Co 11:1-34 al 1Co 14:1-40, se ocupa de varios temas relacionados con el buen funcionamiento de las reuniones litúrgicas: utilización del velo por parte de las mujeres (1Co 11:2-16), abusos en la celebración de la cena del Señor (1Co 11:17-34), problemas nacidos de la diversidad y ejercicio de los dones del Espíritu (1Co 12:11Co 14:40). Destaca en esta sección el relato de la cena del Señor con las consecuencias que de ella se derivan (1Co 11:23-34) y el magnífico canto al amor cristiano del cp. 1Co 13:1-13.


La carta alcanza su cima doctrinal en un largo y espléndido capítulo dedicado al tema central de la fe en Jesucristo: Cristo ha resucitado y su resurrección es garantía de la nuestra. Es este un acontecimiento fundamental sin el que nada tiene sentido en la vida del creyente (1Co 15:1-58).


El último capítulo contiene instrucciones sobre la colecta a favor de los hermanos necesitados de Judea, noticias sobre los planes de viaje de Pablo, recomendaciones y consejos, y los acostumbrados saludos finales (1Co 16:1-24).


4. Estructura de la carta


— Introducción (1Co 1:1-9)


I. — DIVISIONES DENTRO DE LA COMUNIDAD (1Co 1:101Co 4:21)


II. — CONDUCTAS INCORRECTAS DE ALGUNOS CORINTIOS (1Co 5:1-131Co 6:1-20)


III. — RESPUESTA A DOS CUESTIONES CONCRETAS (1Co 7:11Co 11:1)


IV. — PROBLEMAS EN LAS REUNIONES LITÚRGICAS (1Co 11:21Co 14:40)


V. — RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO Y DE LOS CREYENTES (1Co 15:1-58)


— Conclusión (1Co 16:1-24)


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Notas

I Corintios 4,1— planes secretos: Lit. misterios.


I Corintios 4,1Rom 11:25; Efe 3:3.
I Corintios 4,2Luc 12:42-44.
I Corintios 4,4Stg 4:12.
I Corintios 4,5Rom 2:16.
I Corintios 4,6— de lo que está establecido: Probablemente Pablo se hace eco aquí de un proverbio de origen desconocido, pero familiar a los lectores, que podría también traducirse por “no pasarse de listo”, “no pasarse de la raya” o “mantenerse dentro de las reglas”. Algunos autores piensan que se trata de la glosa de un copista, glosa que primero figuraba en el margen y que luego fue incorporada al texto; en un manuscrito griego, al menos, quedarían huellas de este proceso.
I Corintios 4,8— sin contar con nosotros: Es manifiesta la ironía de Pablo en este pasaje; parece que al menos algunos miembros de la iglesia de Corinto hacían ostentación de un cristianismo triunfalista y glorioso. Pablo rechaza sus pretensiones y les recuerda que el cristianismo tiene primero que participar de los sufrimientos de Cristo para poder participar de su victoria.
I Corintios 4,9— espectáculo: El término griego empleado por Pablo se transcribiría lit. por teatro; alude, sin duda, el Apóstol a los juegos del circo romano donde esclavos y condenados a muerte eran echados a las fieras para diversión de los espectadores.
I Corintios 4,9Rom 8:36.
I Corintios 4,112Co 6:4-5; 2Co 7:5; 2Co 11:23-27.
I Corintios 4,12— hasta el agotamiento: Pablo siempre tuvo a gala proveer a su mantenimiento y al de su colaboradores con su propio trabajo (ver 1Co 9:6-18; Hch 18:3; Hch 20:34; 1Ts 2:9).
I Corintios 4,14— hijos míos: Recoge aquí Pablo un rasgo característico de la literatura sapiencial en la que el maestro llama con frecuencia “hijos” a sus discípulos (ver Pro 1:1-33; Pro 2:1-22; Pro 3:1-35; Pro 4:1-27; Pro 5:1-23; Pro 6:1-35; Pro 7:1-27; Sir 2:1-18; Sir 3:1-31; Sir 4:1-31; Sir 5:1-15; Sir 6:1-37; Sir 7:1-36; Sir 9:10; Sir 14:11; Sir 16:24; Sir 39:13).
I Corintios 4,15Gál 4:19.
I Corintios 4,161Co 11:1; Flp 3:17; 1Ts 3:6.
I Corintios 4,17— el estilo de vida...: Lit. mis caminos en Cristo. La imagen del “camino” para designar al cristianismo como forma peculiar de vida y norma especial de comportamiento, es frecuente en el NT, sobre todo en el libro de los Hechos (ver Mat 21:32; Mat 22:16; Hch 9:2; Hch 16:17; Hch 18:25-26; Hch 19:9; Hch 19:23; Hch 22:4; Hch 24:14; Hch 24:22).
I Corintios 4,191Co 2:4; 1Ts 1:5.