Deuteronomio  4 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 49 versitos |
1

Moisés exhorta a Israel a ser obediente

Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las normas que les enseño a cumplir, para que vivan y entren a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, Dios de sus antepasados.
2 No añadan ni quiten palabra alguna a lo que yo les mando, sino cumplan estos mandamientos del Señor, su Dios, que yo les prescribo. º
3 Con sus propios ojos han visto lo que el Señor hizo con Baal Peor: a todo aquel que siguió a Baal Peor, el Señor tu Dios, lo exterminó º de en medio de ti;
4 en cambio ustedes, que se mantuvieron fieles al Señor, su Dios, siguen hoy todavía con vida.
5 Miren, les he enseñado las normas y preceptos como me mandó el Señor, mi Dios, para que los pongan en práctica en la tierra donde van a entrar para tomar posesión de ella.
6 Obedézcanlos puntualmente, y así mostrarán a los demás pueblos lo sabios y prudentes que son. Cuando oigan hablar de sus leyes, dirán: “¡Qué sabiduría y sensatez tiene esa gran nación!”.
7 ¿Existe acaso alguna nación tan grande que tenga dioses tan cercanos º a ellos como lo está de nosotros el Señor, nuestro Dios, cada vez que lo invocamos?
8 Y ¿qué nación hay tan grande cuyos preceptos y normas sean tan justas como toda esta ley que yo les promulgo hoy?
9 Pero ten cuidado, no permitas que se te olviden las cosas que han visto tus ojos ni dejes que se aparten de tu memoria en todos los días de tu vida; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos.
10

La revelación de Dios en el monte Horeb

El día en que estuviste delante del Señor tu Dios, en el Horeb º, cuando el Señor me dijo: “Reúneme al pueblo y les haré escuchar mis palabras, para que aprendan a respetarme mientras vivan en la tierra y se las enseñen a sus hijos”,
11 ustedes se acercaron y permanecieron al pie de la montaña, mientras la montaña ardía envuelta en llamas que llegaban hasta el corazón del cielo, en medio de oscuros y densos nubarrones.
12 El Señor les habló desde el fuego: ustedes oían rumor de palabras, pero no veían figura alguna; solamente escuchaban una voz. º
13 Así les reveló su alianza y les mandó cumplir los diez mandamientos º que escribió en dos losas de piedra: º
14 Y a mí el Señor me mandó entonces que les enseñase los preceptos y normas º que habían de cumplir en la tierra donde van a entrar para tomar posesión de ella.
15

Advertencia contra la idolatría

El día que el Señor les habló desde el fuego en el Horeb, no vieron figura alguna. Por lo tanto, cuídense mucho
16 de no pervertirse haciéndose estatuas en forma de ídolos: sean imágenes de hombre o de mujer;
17 de animales terrestres o de aves que vuelan por el cielo;
18 de reptiles que se arrastran por el suelo o de peces que viven en las aguas, debajo de la tierra. t
19 Y cuando mires al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todos los astros del firmamento *, no te dejes seducir de manera que te postres ante ellos y los adores º. El Señor tu Dios se los ha repartido como dioses a todos los pueblos que hay bajo el cielo.
20 A ustedes, en cambio, el Señor los tomó y los sacó del horno de hierro de Egipto, para que fueran el pueblo de su propiedad, como efectivamente ahora lo son. º
21 Sin embargo, por culpa de ustedes, el Señor se enojó conmigo y juró que yo no cruzaría el Jordán ni entraría en la fértil tierra que él te da en herencia.
22 Por tanto, yo voy a morir en esta tierra sin haber cruzado el Jordán, pero ustedes lo cruzarán y tomarán posesión de esa fértil tierra.
23 Tengan mucho cuidado de no olvidar la alianza que el Señor su Dios ha pactado con ustedes. No se fabriquen ningún ídolo, ninguna imagen de aquello que el Señor te ha prohibido,
24 ya que el Señor tu Dios es fuego devorador, es un Dios celoso º.
25 Si después de haber tenido hijos y nietos, y de haber habitado largo tiempo en el país, se pervierten esculpiendo tallas de ídolos que representen cualquier cosa, y causan enojo al Señor tu Dios haciendo lo que él reprueba,
26 hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes, de que desaparecerán inmediatamente de la tierra que van a tomar en posesión una vez que crucen el Jordán, y de que no pasarán mucho tiempo allí sin que sean aniquilados por completo.
27 El Señor los dispersará entre las naciones º y no quedarán más que unos pocos en medio de esas naciones a las que el Señor los deportará.
28 Allí darán culto a dioses que han sido fabricados por manos humanas, con piedra y madera; dioses que no ven ni oyen, no comen ni huelen.
29 Entonces, desde allí, buscarás al Señor tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. º
30 Cuando al cabo de los años hayas pasado por estos sufrimientos y angustias, entonces te volverás al Señor tu Dios y le obedecerás º,
31 porque el Señor tu Dios es un Dios misericordioso, que no te abandonará ni te aniquilará ni se olvidará de la alianza que con juramento hizo a tus antepasados.
32 Pregunta, si no, a los tiempos pasados que te precedieron, remontándote al día en que Dios creó al ser humano sobre la tierra, a ver si de un extremo a otro del cielo ha sucedido algo tan admirable o se ha oído cosa semejante.
33 ¿Acaso existe algún pueblo que, como ustedes, haya oído a Dios hablándole desde el fuego y continúe con vida º?
34 ¿Acaso algún dios se ha atrevido a tomar para sí a un pueblo en medio de otro, con tantas pruebas, milagros y prodigios, combatiendo con poder y destreza sin igual, y realizando tremendas hazañas, como realizó por ustedes y ante sus ojos el Señor, su Dios, en Egipto?
35 Pues a ti te ha mostrado el Señor todo esto para que sepas que sólo él es Dios y no hay otro fuera de él º.
36 Desde el cielo te permitió escuchar su voz para instruirte, y en la tierra te permitió ver su gran fuego mientras escuchabas sus palabras que salían del fuego.
37 Por amor a tus antepasados y porque escogió a su descendencia después de ellos, el Señor en persona te sacó de Egipto con gran poder;
38 expulsó delante de ti a naciones más numerosas y fuertes que tú, te condujo a su tierra y te la dio en posesión, como está hoy a la vista.
39 Así que reconoce hoy y convéncete de que el Señor es el único Dios: ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay ningún otro.
40 Cumple sus normas y preceptos que hoy te prescribo. De este modo serán dichosos tú y tus hijos después de ti, y vivirán mucho tiempo en la tierra que el Señor tu Dios te da para siempre.
41

Ciudades de refugio

Moisés escogió entonces tres ciudades al este del Jordán,
42 para que, refugiándose en una de estas ciudades, pudiera buscar asilo y salvar su vida el homicida que sin querer y sin previa enemistad hubiese matado a su prójimo.
43 Estas ciudades fueron: para los rubenitas, Béser, que está situada en la zona desértica de la meseta; para los gaditas, Ramot de Galaad; y para los manasitas, Golán, en Basán. º
44

II.— SEGUNDO DISCURSO DE MOISÉS (4:44—11:32)

Introducción histórica

Esta es la ley que promulgó Moisés a los israelitas.
45 Estas son las normas, estatutos y preceptos que les propuso Moisés a los israelitas después de salir de Egipto,
46 cuando estaban al este del Jordán, en el valle cercano a Bet Peor º, en el territorio de Sijón, rey de los amorreos, que vivía en Jesbón y que fue derrotado por Moisés y los israelitas cuando salieron de Egipto.
47 Los israelitas se apoderaron de su territorio y del territorio de Og, rey de Basán, dos reyes amorreos que vivían en el lado oriental del Jordán,
48 y cuyo territorio abarcaba desde Aroer, junto al torrente de Arnón, hasta el monte Sirión —o sea, el Hermón— º,
49 y toda la Arabá, en la parte oriental del Jordán, hasta el Mar Muerto, al pie de las laderas del Pisga.

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Introducción a Deuteronomio 

INTRODUCCIÓN


El libro de Números se centra sobre todo en narrar la marcha de los israelitas a través del desierto, camino de la tierra prometida. Fue esta una vivencia histórica que dejó una profunda huella en la memoria colectiva de Israel. Los profetas Oseas y Jeremías describen esta época con rasgos netamente positivos, como el tiempo de las relaciones ideales entre Dios y su pueblo (Jer 2:2-3; Ose 2:14-21). Para la escuela deuteronomista es el tiempo y el lugar en que Dios pone a prueba a su pueblo (Deu 8:2-6), una prueba de la que no siempre los israelitas salieron bien parados, como lo hace notar el profeta Ezequiel (Eze 20:1-49) y también el salmista que invita a su generación a no comportarse como lo hizo la generación del desierto, generación terca y rebelde que no fue fiel a Dios (Sal 78:8).


Llegados los tiempos de la Nueva Alianza, Juan Bautista y Jesús de Nazaret buscarán repetir esta experiencia del desierto (Mat 3:1; Mat 4:1; Luc 1:80) tratando de encontrarse allí con Dios, de ser plenamente fieles a los planes divinos y de introducir al nuevo pueblo de Dios en la verdadera “tierra prometida”, una tierra que de veras mane leche y miel.


1. Título y texto


Siguiendo la costumbre semita de referirse a los libros bíblicos por sus primeras palabras, los judíos designaban a este libro —que hoy denominamos de NÚMEROS— con el título de “y él habló” y más comúnmente con el de bemidbar, es decir “en el desierto”, que es el que mejor corresponde al contenido y el que actualmente lleva en la Biblia hebrea.


El título castellano actual —libro de Números— procede de la versión griega de los LXX y se debe al interés del autor o autores del mismo por los censos, y a las abundantes cifras que se consignan en él.


En cuanto al texto hebreo que ha llegado hasta nosotros, hay que decir que el de Números presenta un excelente estado de conservación; sólo hay que exceptuar algún que otro versículo en pasajes poéticos (ver Núm 21:14; Núm 21:30 y Núm 24:22-24). Como testigos cualificados del texto primitivo disponemos del Texto Masorético, de la traducción griega de los LXX, del Pentateuco Samaritano y de algunos manuscritos de Qumrán (4QNm). Entre las traducciones antiguas merecen también mencionarse el targum arameo de Ónkelos, la Peshita siriaca y la Vulgata latina.


2. Contexto histórico


El libro de Números se sitúa históricamente en la época de formación del pueblo israelita, concretamente abarca el tramo que va desde la teofanía del Sinaí (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35) hasta su llegada a las llanuras de Moab, en la ribera oriental del Jordán (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18; Núm 26:1-65; Núm 27:1-23; Núm 28:1-31; Núm 29:1-40; Núm 29:40-15; Núm 31:1-54; Núm 32:1-42; Núm 33:1-56). En este sentido podemos decir que Números continúa la trama narrativa de Éxodo y enmarca geográficamente los discursos parenéticos del Deuteronomio.


Es difícil para el historiador precisar el contorno exacto de los acontecimientos que tuvieron lugar en este período y que podrían fecharse en el último cuarto del segundo milenio a. C. Parece que diversos clanes seminómadas, unos procedentes de Egipto y otros oriundos de Canaán, pero étnicamente afines, se fusionaron para dar origen a una nación fuertemente aglutinada por lazos sobre todo religiosos. Ni los restos arqueológicos ni los textos extrabíblicos de la época nos proporcionan noticias sobre ello; se limitan a constatar movimientos de diversos grupos tribales en el marco de las migraciones de distintos clanes seminómadas en dirección a Palestina. Pero los avatares vividos por los clanes israelitas en esta marcha hacia Palestina dejaron un recuerdo perdurable en su memoria: incidentes de todo tipo, conflictos entre los componentes de las distintas tribus, derrotas sufridas, victorias obtenidas, itinerarios recorridos. El libro de Números es una evocación teológico-literaria de todas estas vivencias; ello hace que bastantes datos resulten poco verosímiles históricamente hablando. A la hora de organizar los materiales que integran el libro de Números, el autor tiene ante todo un interés religioso que relega a un segundo plano la precisión histórica.


3. Proceso de composición


Como el resto de los libros que integran el Pentateuco, el libro de Números es el resultado de un largo y complejo proceso redaccional. Remitimos sobre el particular a lo dicho en la introducción general al Pentateuco. Así pues, también en Números están presentes los grandes estratos literarios que conocemos con el nombre de tradición yavista (J), tradición elohista (E) y tradición sacerdotal (P). Los textos yavistas, más vinculados a las tribus del sur, resaltan sobre todo los aspectos humanos de los orígenes históricos del pueblo israelita e insisten en su destino universal (Núm 22:1-41; Núm 24:1-25); los elohistas, por su parte, ponen énfasis en la unidad de la nación que se está gestando, condenan cualquier tendencia separatista (Núm 16:12-34) y alumbran el despertar de la institución profética (Núm 11:25-29).


Pero es sobre todo la tradición sacerdotal la que vertebra de principio a fin el libro de Números. Podemos decir al respecto que autores de la escuela sacerdotal han reelaborado profundamente las antiguas tradiciones yavistas y elohistas, aportando al mismo tiempo una gran cantidad de materiales nuevos; con ello han dado origen a una obra que podemos considerar nueva, tanto en la forma como en el fondo. Por lo demás, lo mismo que en Éxodo y Deuteronomio, en el libro de Números alternan secciones narrativas y legales, de forma que los pasajes narrativos son como el marco de los textos legales y cultuales.


4. Contenido teológico y claves de lectura


Se ha dicho más arriba que el contenido teológico fundamental de Números está sobre todo inspirado por la tradición sacerdotal que considera a Israel no tanto como una nación más, implicada en la vida política internacional y preocupada por tanto de su organización militar, cuanto como una comunidad dedicada a rendir culto al Señor, su Dios. Así las cosas, todo en esta comunidad está perfectamente regulado, hasta en sus más mínimos detalles, por la voluntad divina. Aunque aparentemente es Moisés el que preside y guía a la comunidad, quien realmente la gobierna es la palabra del Señor.


Al ser un pueblo en marcha —la larga marcha a través del desierto—, Israel no dispone de un santuario asentado de manera estable en un lugar concreto, sino que Dios se hace presente, es decir mora (de donde el nombre peculiar del santuario: la Morada) en una Tienda movible y transportable; nadie puede monopolizar la presencia del Señor al mismo tiempo protectora y temible. Por su parte, la institución de los sacerdotes y levitas actúa de pararrayos para que el pueblo, tantas veces infiel y pecador, no sea fulminado por la cólera divina (Núm 8:19; Núm 16:47-48). Cabría, pues, decir que la marcha de los israelitas a través del desierto tiene más de procesión litúrgica y de camino teológico que de organización y marcha cívico-militar. En esta marcha teológica es posible reconocer una secuencia de momentos que se repiten una y otra vez: gracia, pecado, castigo, conversión y de nuevo gracia. Dicha secuencia —en la que la gracia es el momento clave— constituye uno de los principales ejes teológicos del libro. Con ello la comunidad del desierto se convierte en punto de referencia para el pueblo de Dios de todos los tiempos: al verse reflejada en el libro de Números, la comunidad eclesial comprenderá que es un pueblo en marcha, un pueblo de profetas, un pueblo dirigido por la palabra divina y dedicado a servir al Señor.


Digamos finalmente que, dentro del libro de Números, los textos de mayor calado y densidad teológica son los cuatro poemas que el autor pone en boca de Balaán, el singular protagonista de los cps. Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25, y que pertenecen a las antiguas tradiciones yavista y elohista. En ellos se enfatizan los temas de la elección y la bendición divina que a través de Israel alcanzan al resto de la humanidad, temas cuya presencia mitiga en cierta manera la escasa presencia en Números de temas tan capitales como la creación, la promesa, la alianza o la ley.


5. Estructura


Según sean los criterios —geográficos, literarios o temáticos— que con preferencia se utilicen, así será la estructura que se aplique a Números. Si utilizamos criterios geográficos, cabría distinguir tres partes:


a) Núm 1:1-54Núm 10:1-10 : estancia en el Sinaí;


b) Núm 10:11-36Núm 21:1-35 : marcha desde el Sinaí hasta Transjordania; y


c) Núm 22:1-41Núm 36:1-13 : acampada en las llanuras de Moab.


Pero cabe también utilizar criterios literario-temáticos como son los dos censos de Núm 1:1 ss y Núm 26:1 ss y como es el hecho de que Núm 1:1-54Núm 25:1-18 tenga como protagonista a la generación que salió de Egipto, mientras que en Núm 26:1-65Núm 36:1-13 lo es la generación que, totalmente renovada, se encamina hacia la tierra prometida. En la presente traducción seguimos este segundo modelo que articulamos como sigue:


I.— LA GENERACIÓN DEL ÉXODO (Núm 1:1-54Núm 25:1-18)


EN SINAÍ (Núm 1:1Núm 10:10)


Organización del campamento (Núm 1:1-54; Núm 2:1-34; Núm 3:1-51; Núm 4:1-49)


Leyes diversas y bendición sacerdotal (Núm 5:1-31; Núm 6:1-27)


Ofrendas de los jefes y normas para los levitas (Núm 7:1-89; Núm 8:1-26)


Celebración de la Pascua y partida (Núm 9:1-10, Núm 10:1-10)


DESDE SINAÍ HASTA TRANSJORDANIA (Núm 10:11-36Núm 25:1-18)


De Sinaí a Cadés (o Parán) (Núm 10:11-36; Núm 11:1-35; Núm 12:1-16)


En Cadés y su entorno (Núm 13:1-33; Núm 14:1-45; Núm 15:1-41; Núm 16:1-50; Núm 16:36-48; Núm 18:1-32; Núm 19:1-22; Núm 20:1-13)


De Cadés a Moab (Núm 20:14-29; Núm 21:1-35)


En la estepa de Moab (Núm 22:1-41; Núm 23:1-30; Núm 24:1-25; Núm 25:1-18)


II.— LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA (Núm 26:1-65Núm 36:1-13)


Normas sobre la ocupación de la tierra (Núm 26:1-65Núm 31:1-54)


Ocupación de Transjordania y últimas disposiciones (Núm 32:1-42Núm 36:1-13)


Fuente:

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Notas

Deuteronomio  4,1-40Esta solemne exhortación presupone el relato histórico de los cps. Deu 1:1-46; Deu 2:1-37; Deu 3:1-29. Israel debe ser fiel al Dios que estableció con él una alianza (Deu 4:23), le prescribió sus mandamientos (v. Deu 4:5) y lo guió desde el monte Horeb hasta la entrada a la tierra prometida (Deu 4:22).


Deuteronomio  4,1-49Deu 4:44-49; Deu 5:1-33; Deu 6:1-25; Deu 7:1-26; Deu 8:1-20; Deu 9:1-29; Deu 10:1-22; Deu 11:1-32 : Esta segunda sección de Deuteronomio incluye básicamente lo fundamental del segundo discurso de Moisés a los israelitas antes de atravesar el Jordán y de entrar en posesión de la tierra prometida. Es un discurso interrumpido por la inserción del gran Código Deuteronómico (Deu 12:1-32; Deu 12:32-17; Deu 14:1-29; Deu 15:1-23; Deu 16:1-22; Deu 17:1-20; Deu 18:1-22; Deu 19:1-21; Deu 20:1-20; Deu 21:1-23; Deu 22:1-30; Deu 22:30-24; Deu 24:1-22; Deu 25:1-19; Deu 26:1-15) al que, a su vez, sirve de introducción exhortativa. Lo mismo que el primero (ver Deu 1:1-5), este segundo discurso va precedido de un prólogo histórico en el que se indican las circunstancias de tiempo y lugar en el que fue pronunciado.
Deuteronomio  4,2Deu 12:32; Pro 30:6; ver Apo 22:18-19.
Deuteronomio  4,3— lo exterminó: El episodio al que se alude en este texto se narra en Núm 25:1-9.
Deuteronomio  4,7— dioses tan cercanos: Mientras que las demás tradiciones del Pentateuco subrayan la distancia que separa a Dios del ser humano, Dt insiste en la condescendencia y cercanía de Dios con su pueblo, en medio del cual habita.
Deuteronomio  4,10— Horeb: Ver nota a Éxo 3:1.
Deuteronomio  4,12Éxo 19:16-18; ver Heb 12:18-19.
Deuteronomio  4,13Deu 9:10; Éxo 31:18; Éxo 34:28.
Deuteronomio  4,13— diez mandamientos: Lit. diez palabras. Ver nota a Éxo 20:1-17.
Deuteronomio  4,14— preceptos y normas: El autor del libro distingue las diez Palabras, escritas por el mismo Dios en las losas de la alianza o del testimonio (Éxo 25:22; Éxo 34:28), de las normas y preceptos, que constituyen el Código Deuteronómico.
Deuteronomio  4,18Deu 5:8; Deu 27:15; Éxo 20:4; Lev 26:1; ver Rom 1:23.
Deuteronomio  4,19— todos los astros del firmamento: Lit. el ejército de los cielos.

— te postres ante ellos y los adores: El culto a los astros se practicaba en la antigua Mesopotamia. Esa forma de idolatría se difundió también entre los israelitas, sobre todo a partir del siglo VIII a. C., cuando Israel estuvo sometido a la dominación de Asiria y de Babilonia (ver 2Re 17:16; 2Re 21:3; 2Re 21:5; 2Re 23:4-5; Jer 8:2; Eze 8:16).
Deuteronomio  4,20Deu 7:6; Deu 14:2; Deu 26:18; Éxo 19:5; 1Re 8:51; Jer 11:4; Tit 2:14; 1Pe 2:9.
Deuteronomio  4,24— un Dios celoso: Es decir, un Dios que no admite la rivalidad de otros dioses. Ver Éxo 20:5; Deu 5:9 y Heb 12:29.
Deuteronomio  4,27— los dispersará entre la naciones: Los israelitas fueron llevados cautivos a Asiria el año 722 a. C. (2Re 17:4-6) y a Babilonia los años 598 y 587 a. C. (2Re 25:8-12).
Deuteronomio  4,29Ver Jer 29:13; 2Cr 15:2; Mat 7:7-8.
Deuteronomio  4,30— te volverás al Señor tu Dios y le obedecerás: Esta expresión aparece con frecuencia en los libros proféticos refiriéndose a la instauración definitiva del reino de Dios, es decir, a la época de la Nueva Alianza.
Deuteronomio  4,33— y continúe con vida: Según la concepción semita nadie puede ver a Dios y seguir viviendo (ver nota a Éxo 3:6). “Oír la voz de Dios” implica ese mismo peligro de muerte, pero el Señor preservó de ese peligro a Israel. Al pie del monte Sinaí, el pueblo pudo experimentar que un simple mortal puede seguir con vida aunque Dios hable con él (Deu 5:24).
Deuteronomio  4,35— no hay otro fuera de él: Esta afirmación explicita la inexistencia de otros dioses. El Decálogo prohibía dar culto a dioses extranjeros, a los que durante mucho tiempo se les consideró como inferiores al Señor, ineficaces, despreciables. Ahora se da un paso más y se niega su existencia. Ver Éxo 20:2-3; Isa 43:10-13; Mar 12:23.
Deuteronomio  4,41Jos 20:8-9. Ver Núm 35:6-15; Deu 19:1-14; Jos 20:1-9.
Deuteronomio  4,46— Bet Peor: Ver nota a Deu 3:29.
Deuteronomio  4,48— Sirión: Traducción probable; el texto hebreo dice lit. Sión: pero ver Deu 3:9.