Genesis 37 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 36 versitos |
1 Se estableció Jacob en la tierra por donde había peregrinado su padre, en el país de Canaán.
2 He aquí la historia de Jacob. Siendo José de diecisiete años, todavía un niño, apacentaba el ganado menor con sus hermanos, los hijos de Bilhá y los hijos de Zilpá, mujeres de su padre. Y José comunicó a su padre la mala fama que ellos tenían.
3 Israel amaba a José más que a todos los demás hijos, por ser él el hijo de su ancianidad. Le había hecho una túnica larga y con mangas.
4 Viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos ellos,
5 lo odiaban, y no podían hablarle amigablemente.
6 Tuvo José un sueño y lo refirió a sus hermanos, con lo que le odiaron todavía más.
7 Les dijo: Oíd este sueño que he tenido. 'Estábamos atando gavillas en medio del campo, cuando he aquí que mi gavilla se levantó y se mantuvo derecha, mientras que las vuestras se ponían a su alrededor y se inclinaban ante ella.
8 Dijéronle sus hermanos: ¿Es que vas a reinar sobre nosotros? ¿Es que quieres dominarnos? Sus hermanos lo odiaron todavía más por causa de sus sueños y de sus palabras.
9 Tuvo aún otro sueño y se lo contó a sus hermanos. Les dijo: He tenido otro sueño: el sol, la luna y once estrellas se inclinaban delante de mí.
10 Lo contó a su padre y a sus hermanos, y le reprendió su padre, diciéndole: ¿Qué sueño es ese que has tenido? ¿Es que yo, tu madre y tus hermanos hemos de venir a postrarnos en tierra ante ti?
11 Sus hermanos le cobraron envidia, pero su padre retenía en su mente todo aquello.
12 Sus hermanos se habían marchado a Sikem, a pastorear los rebaños de su padre,
13 y dijo Israel a José: ¿No están tus hermanos pastoreando en Sikem? Ven, que te voy a enviar adonde ellos están. Él contestó: Heme aquí.
14 Le dijo su padre: Vete, mira cómo están tus hermanos, cómo sigue el rebaño, y vuelve a decírmelo. Lo envió desde el valle de Hebrón, y José llegó a Sikem.
15 Iba errante por el campo, cuando lo encontró un hombre, que le preguntó: ¿Qué buscas?
16 Busco a mis hermanos - contestó él -; indícame, por favor, dónde pastorean.
17 Respondió el hombre: Ya se han ido de aquí; pero les oí decir: Vámonos a Dotan. Fue José en busca de sus hermanos, y los halló en Dotan.
18 Viéronlo ellos de lejos y, antes de que se les acercara, se confabularon contra él para matarle.
19 Dijéronse unos a otros: Ahí viene el gran soñador. Ahora, pues, vamos a matarlo, lo arrojamos en una de las cisternas y diremos que una bestia salvaje le devoró.
20 Veremos así en qué quedan sus sueños.
21 Oyó esto Rubén y quiso salvarlo de las manos de los otros. Y les dijo: No le quitemos la vida.
22 Siguió diciéndoles Rubén, con ánimo de librarlo de las manos de los otros y devolverlo a su padre: No derraméis sangre; arrojadlo a esa cisterna que hay en el desierto, poro no pongáis la mano sobre él.
23 Cuando llegó José a sus hermanos, éstos le despojaron de su túnica, la túnica larga y con mangas que llevaba,
24 le echaron mano y lo arrojaron a la cisterna. Pero la cisterna estaba vacía; no había en ella agua.
25 Sentáronse a comer. Y alzando los ojos, vieron que llegaba de Galaad una caravana de ismaelitas, con sus camellos cargados de goma, resina y láudano, que llevaban a Egipto.
26 Dijo entonces Judá a sus hermanos: ¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su sangre?
27 Vamos a venderlo a los ismaelitas, y no pongamos las manos en él, pues es nuestro hermano, carne nuestra es. Y asintieron sus hermanos.
28 Y cuando pasaban los mercaderes madianitas sacaron a José haciéndolo subir de la cisterna, y por veinte siclos de plata lo vendieron a los ismaelitas, quienes se lo llevaron a Egipto.
29 Cuando Rubén volvió a la cisterna y vio que José no estaba en ella, rasgó sus vestiduras,
30 y volviéndose a sus hermanos, exclamó: El niño no aparece. ¿Adonde voy yo ahora?
31 Tomaron entonces la túnica de José, degollaron un cabrito y empaparon la túnica en sangre.
32 Después enviaron la túnica larga y con mangas, y la hicieron llegar a su padre, diciéndole: Esto hemos encontrado; mira a ver si es o no la túnica de tu hijo.
33 Él la reconoció y dijo: ¡La túnica de mi hijo! Una bestia salvaje lo ha devorado; José ha sido despedazado.
34 Entonces Jacob rasgó sus vestiduras, se vistió de saco e hizo duelo por su hijo muchos días.
35 Vinieron todos sus hijos y todas sus hijas a consolarlo; pero él rehusaba ser consolado, diciendo: En duelo bajaré al seol, al lado de mi hijo. Y lo lloró su padre.
36 Los madianitas lo vendieron en Egipto a Putifar, eunuco del Faraón y jefe de la guardia.

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Introducción a Genesis

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas