Proverbios 8 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 36 versitos |
1 ¿No está llamando la sabiduría? ¿No alza su voz la inteligencia?
2 En lo alto de las colinas, en el camino, en las encrucijadas se detiene;
3 junto a las puertas, a la entrada de la ciudad, en los puntos de acceso está clamando:
4 A vosotros, hombres, os llamo; mi voz se dirige a los mortales.
5 Ingenuos, aprended la prudencia, y vosotros, necios, entrad en razón.
6 Escuchad, pues digo cosas graves, y es cierto lo que dicen mis labios.
7 Mi boca proclama la verdad, mis labios abominan la malicia.
8 Todas las palabras de mi boca son justas, nada es en ellas falso ni torcido.
9 Todas son buenas para quien entiende, rectas para quien posee la ciencia.
10 Preferid la instrucción a la plata y la ciencia al oro puro,
11 pues más vale la sabiduría que las perlas, ningún tesoro le es comparable.
12 Yo, la sabiduría, poseo la prudencia, conozco la ciencia y la reflexión.
13 El temor de Yahvéh es el odio del mal. Aborrezco la arrogancia y la soberbia, la mala conducta y el lenguaje perverso.
14 Mío es el consejo y la previsión, mía la inteligencia y la fuerza.
15 Por mí los reyes reinan y los gobernantes dictan justicia;
16 por mí los príncipes dominan y los nobles juzgan la tierra.
17 Yo amo a los que me aman, y los que me buscan me encuentran.
18 En mí están la riqueza y la gloria, los bienes durables y el éxito.
19 Mi fruto es mejor que el oro fino, mi provecho mejor que la plata selecta.
20 Voy por el camino de la justicia, por entre las sendas de la equidad,
21 para enriquecer a quienes me aman y llenar sus arcas.
22 Yahvéh me creó al comienzo de su acción, antes que sus obras más antiguas.
23 Desde la eternidad fui yo formada, desde el comienzo, antes que la tierra.
24 Nací cuando no existían los abismos, cuando no había fuentes bulliciosas.
25 Antes que los montes fueran cimentados, antes que las colinas yo nací;
26 antes que él hiciera la tierra y los campos y los primeros terrones del suelo.
27 Cuando estableció los cielos, allí estuve; cuando trazó el horizonte sobre el abismo,
28 cuando fijó las nubes en la altura, cuando asentó las fuentes del abismo,
29 cuando impuso al mar su mandato de que las aguas no saltaran la orilla,
30 allí estuve a su lado como arquitecto, haciendo sus delicias cada día, recreándome siempre en su presencia,
31 recreándome en el orbe de la tierra y teniendo mis delicias con los hombres.
32 Y ahora, hijos míos, escuchadme; escuchad la instrucción y sed sabios, no la menospreciéis.
33 Feliz el hombre que me escucha vigilando a mis puertas cada día, guardando los dinteles de mi entrada;
34 felices los que guardan mis caminos.
35 Pues quien me halla, halla la vida y obtiene el favor de Yahvéh.
36 Mas quien peca contra mí, a sí mismo se daña; todos los que me odian, aman la muerte. El convite de la sabiduría

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Introducción a Proverbios

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas