Jeremías  5 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 31 versitos |
1 Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y comprobad, buscad por sus plazas a ver si encontráis a uno siquiera, a uno que practique la justicia, que busque la verdad, y la perdonaré.
2 Pues aunque digan: ¡Por vida de Yahvéh!, ciertamente juran en falso.
3 Yahvéh, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los has golpeado y no se han dolido; los has consumido, y rehusaron aceptar la lección. Tienen la cara más dura que una piedra, no quieren convertirse.
4 Yo me decía: Sólo serán los humildes los que obran neciamente, porque no conocen el camino de Yahvéh, el derecho de su Dios.
5 Iré, pues, a los grandes y les hablaré, porque éstos conocen el camino de Yahvéh, el derecho de su Dios. Pero son precisamente todos éstos quienes quebraron el yugo, y rompieron las coyundas.
6 Por eso los va a herir el león de la selva, el lobo de la estepa los devorará. El leopardo acecha junto a sus ciudades, todo el que salga de ellas será despedazado, porque muchas son sus transgresiones, sus apostasías son muy graves.
7 ¿Por qué tendría que perdonarte? Tus hijos me abandonaron y juraron por los que no son dioses. Cuando los saciaba, ellos cometían adulterio y a la casa de las prostitutas iban en tropel.
8 Caballos encelados y rijosos se han hecho, cada uno relincha por la mujer de su prójimo.
9 ¿No voy a castigar estas cosas? - oráculo de Yahvéh -. Y de una nación como ésta ¿no se vengará mi alma?
10 Escalad sus terrazas y destruid, dadle el golpe de gracia; arrancad sus mugrones, pues no son de Yahvéh.
11 Porque me han sido totalmente desleales la casa de Israel y la casa de Judá- oráculo de Yahvéh -.
12 Renegaron de Yahvéh y dijeron: Él no existe; no nos vendrá mal alguno, ni espada ni hambre veremos.
13 los profetas solo son viento, no está en ellos la palabra.
14 Por eso, así dice Yahvéh, el Dios Sebaot: Así se les hará, por haber dicho tal cosa: Yo haré de mis palabras fuego en tu boca, y este pueblo será la leña que aquél devorará.
15 Mirad: voy a traer contra vosotros a una nación desde lejos, ¡oh casa de Israel! - oráculo de Yahvéh -; nación perenne es ésa, nación de tiempo inmemorial, nación cuya lengua no conoces ni entiendes lo que dice.
16 Como sepulcro abierto es su aljaba, son guerreros todos ellos.
17 Devorará tu cosecha y tu pan. Devorarán a tus hijos y a tus hijas. Devorará tu rebaño y tu vacada, devorará tu viña y tu higuera; desmantelará con la espada tus plazas fuertes en las que confías.
18 Sin embargo, aun en aquellos días - oráculos de Yahvéh -, no os exterminaré por completo.
19 Entonces, si preguntan: ¿Por qué Yahvéh, nuestro Dios, nos ha hecho todas estas cosas?, les responderás: Lo mismo que me habéis abandonado a mí y habéis servido a dioses extraños en vuestro país, de igual modo serviréis a extranjeros en un país que no es vuestro.
20 Anunciad esto a la casa de Jacob, proclamadlo en Judá, diciendo:
21 Escuchadlo, pueblo necio y sin cordura, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen.
22 ¿No me temeréis? - oráculo de Yahvéh -. ¿No temblaréis ante mí, que puse la arena por frontera al mar, barrera eterna que no ha de pasar? Agitarse podrá, pero no le valdrá; bramarán sus olas, pero no la pasarán.
23 Pero este pueblo tiene un corazón terco y rebelde; dieron media vuelta y se fueron
24 y en su corazón no dijeron: Temamos a Yahvéh, nuestro Dios, que da la lluvia, la lluvia temprana y la lluvia tardía, a su tiempo; las semanas fijadas para la siega él nos las asegura.
25 Vuestras iniquidades han desviado todo esto, vuestros pecados os han privado del bien.
26 Sí, en mi pueblo se encuentran malvados que acechan como cazadores, ponen trampas para cazar hombres.
27 Como jaula repleta de pájaros, así están repletas sus casas de fraude; por eso se hacen grandes y ricos,
28 engordan y se ponen rollizos; hasta se hinchan con malas palabras. No defienden la causa, la causa del huérfano para que prospere, ni fallan el pleito de los pobres.
29 ¿No voy a castigar estas cosas? - oráculo de Yahvéh -. Y de una nación como ésta ¿no se vengará mi alma?
30 Cosa horrorosa y espantosa sucede en el país:
31 los profetas profetizan con mentira, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y mi pueblo así lo quiere. Pero ¿qué haréis cuando ello toque a su fin?

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Introducción a Jeremías 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas