Jeremías  27 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 22 versitos |
1 Al principio del reinado de Sedecías, hijo de Yosías, rey de Judá, le fue dirigida a Jeremías esta palabra de parte de Yahvéh.
2 Yahvéh me dijo así: Hazte unas coyundas y un yugo, y póntelo al cuello.
3 Luego envía un mensaje al rey de Edom, al rey de Moab, al rey de los ammonitas, al rey de Tiro y al rey de Sidón por medio de los mensajeros que han venido a Jerusalén a ver a Sedecías, rey de Judá,
4 y mándales decir a sus señores: Así dice Yahvéh Sebaot, Dios de Israel: Diréis a vuestros señores lo siguiente:
5 Yo hice la tierra, al hombre y a los animales que hay sobre la superficie de la tierra, con mi gran potencia y con mi brazo extendido, y la doy a quien parece bien a mis ojos.
6 Pues bien, ahora entrego todos estos países en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias salvajes le entrego para que le sirvan.
7 Todas las naciones le servirán, a él, a su hijo y al hijo de su hijo, hasta que también a su país le llegue el tiempo en que naciones numerosas y reyes poderosos lo esclavicen.
8 Pero la nación y el reino que no se someta a él, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no ponga su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia, a esa nación la castigaré por medio de la espada, del hambre y de la peste - oráculo de Yahvéh -, hasta que yo la aniquile por su mano.
9 Vosotros, por tanto, no debéis escuchar a vuestros profetas, a vuestros adivinos, a vuestros soñadores, a vuestros agoreros y a vuestros magos, que os dicen: No tendréis que servir al rey de Babilonia.
10 Porque os están profetizando una mentira, para alejaros de vuestro país; pues yo os expulsaré y pereceréis.
11 Pero a la nación que someta su cuello al yugo del rey de Babilonia y le sirva, la dejaré tranquila en su país - oráculo de Yahvéh -, para que lo cultive y lo habite.
12 A Sedecías, rey de Judá, le hablé de acuerdo en todo con esas palabras, diciéndole: Someted vuestros cuellos al yugo del rey de Babilonia y servidle a él y a su pueblo, y viviréis.
13 ¿Por qué queréis morir, tú y tu pueblo, a espada, de hambre y de peste, como ha predicho Yahvéh a la nación que no sirva al rey de Babilonia?
14 No escuchéis, pues, las palabras de los profetas que os dicen: No tendréis que servir al rey de Babilonia. Porque os están profetizando una mentira;
15 pues no los he enviado yo - oráculo de Yahvéh -, y profetizan en mi nombre falsamente para que os expulse, y así pereceréis vosotros y los profetas que os profetizan.
16 A los sacerdotes y a todo el pueblo les hablé, diciéndoles: Así dice Yahvéh: No debéis escuchar las palabras de vuestros profetas, que os profetizan diciendo: Mirad: los objetos del templo de Yahvéh serán devueltos de Babilonia ahora, en seguida. Porque os profetizan una mentira.
17 No les hagáis caso; servid al rey de Babilonia, y viviréis. ¿Por qué habrá de ser esta ciudad una ruina?
18 Si son profetas y si la palabra de Yahvéh está con ellos, que supliquen a Yahvéh Sebaot, para que los objetos que quedan en el templo de Yahvéh, en el palacio real y en Jerusalén no vayan a Babilonia.
19 Pues así dice Yahvéh Sebaot acerca de las columnas, del mar de bronce, de las basas y del resto de los objetos que quedan en esta ciudad,
20 y que no tomó Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando deportó de Jerusalén a Babilonia a Yoyakín, hijo de Yoyaquim, rey de Judá, y a todos los nobles de Judá y de Jerusalén.
21 Porque así dice Yahvéh Sebaot, Dios de Israel, acerca de los objetos que quedan en el templo de Yahvéh y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén:
22 Serán llevados a Babilonia, y allí estarán hasta el día en que yo me ocupe de ellos - oráculo de Yahvéh -, los saque y los devuelva a este lugar.

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Introducción a Jeremías 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas