II Reyes  18 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 37 versitos |
1 El año tercero de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, empezó a reinar Ezequías hijo de Ajaz, rey de Judá.
2 Veinticinco años tenía cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Abí, hija de Zacarías.
3 Hizo lo que es recto a los ojos de Yahvéh, enteramente como lo había hecho David, su padre.
4 El fue quien suprimió los lugares altos, rompió las estelas, taló los oseras y destrozó la serpiente de bronce que había fabricado Moisés, porque hasta aquellos días los hijos de Israel quemaban incienso ante ella. La llamaban Nejustán.
5 Puso su confianza en Yahvéh, Dios de Israel, en tal grado que ni después ni antes hubo semejante a él entre todos los reyes de Judá.
6 Se allegó a Yahvéh y no se apartó de él; guardó los preceptos que Yahvéh había ordenado a Moisés.
7 Yahvéh estuvo con él, de suerte que prosperó en todas sus empresas; se rebeló contra el rey de Asiria y dejó de estarle sujeto.
8 El fue quien infligió una derrota a los filisteos hasta Gaza y devastó su territorio desde las torres de guardia hasta las ciudades fortificadas.
9 El año cuarto del rey Ezequías, es decir, el año séptimo de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, subió Salmanasar, rey de Asiria, contra Samaría, y la sitió.
10 Al cabo de tres años se apoderó de ella. En el año sexto de Ezequías, es decir, en el año noveno de Oseas, rey de Israel, fue tomada Samaría.
11 El rey de Asiria deportó a los israelitas a Asiria y los asentó en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozan, y en las ciudades de Media,
12 porque no habían escuchado la voz de Yahvéh, su Dios, y habían violado su alianza: no habían escuchado ni puesto por obra nada de lo que había ordenado Moisés, siervo de Yahvéh.
13 El año catorce del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas.
14 Entonces Ezequías, rey de Judá, envió esta embajada a LakíS para decir al rey de Asiria: He pecado; aléjate de mí y pagaré lo que me impongas. El rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro.
15 Y Ezequías entregó toda la plata que había en el templo de Yahvéh y en el tesoro del palacio real.
16 Fue en esta ocasión cuando Ezequías arrancó de las puertas del templo de Yahvéh y de los dinteles el oro con que el rey de Judá, Ezequías, los había recubierto, y se lo entregó al rey de Asiria.
17 El rey de Asiria envió desde Lakís a Jerusalén, contra el rey Ezequías, al comandante del ejército, al jefe de los eunucos, y al copero mayor, con un fuerte ejército. Subieron; y cuando llegaron a Jerusalén, se detuvieron junto al acueducto del estanque superior, el que está junto al camino del campo del Batanero.
18 Llamaron al rey. Y salieron hacia ellos Elyaquim, hijo de Jilquiyyá, mayordomo del palacio; Sebná, el secretario; y Yoaj, hijo de Asaf, el cronista.
19 El copero mayor les dijo: Decid a Ezequías: Así habla el gran rey, el rey de Asiria: ¿En qué apoyas tu confianza?
20 Tú crees que las meras palabras de los labios son consejo y fuerza para la guerra. Ahora bien: ¿En quién confías para rebelarte contra mí?
21 En realidad, tú confías en el apoyo de una caña rota, en Egipto, que pincha y traspasa la mano de quien en ella se apoya. Así es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.
22 Y si me decís: Confiamos en Yahvéh, nuestro Dios, ¿no es él cuyos lugares altos y cuyos altares ha suprimido Ezequías, ordenando a Judá y a Jerusalén: Sólo ante este altar en Jerusalén, os postraréis?
23 Haz ahora una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: te doy dos mil caballos si eres capaz de procurarte jinetes para ellos.
24 ¿Cómo vas a hacer retroceder a un gobernador, a cualquiera de los menores servidores de mi señor? Tú confías en Egipto, en espera de carros y jinetes.
25 ¿Pero es que he subido a este lugar, para destruirlo, sin contar con Yahvéh? Yahvéh me dijo: Sube contra ese país y destrúyelo.
26 Elyaquim, hijo de Jilquiyyá, Sebná y Yoaj dijeron al copero mayor: Habla a tus siervos, por favor, en arameo, porque nosotros lo entendemos; no nos hables en lengua judía a oídos del pueblo que está sobre la muralla.
27 A lo que replicó el copero mayor: ¿Acaso mi señor me ha enviado a decirte estas palabras sólo a tu señor y a ti, y no a los hombres que están sobre la muralla, que tendrán que comer con vosotros sus propios excrementos y beber sus orines?
28 Y seguidamente, el copero mayor, puesto en pie, gritó en alta voz en lengua judía: Escuchad la palabra del gran rey, del rey de Asiria:
29 Así habla el rey: No os dejéis engañar por Ezequías, pues no podrá libraros de mi mano.
30 No os infunda Ezequías confianza en Yahvéh, diciendo: Con toda certeza nos librará Yahvéh, y no entregará esta ciudad en manos del rey de Asiria.
31 No escuchéis a Ezequías, pues así habla el rey de Asiria: Haced la paz conmigo, rendíos a mí, y cada uno comerá de su viña y de su higuera y beberá agua de su pozo,
32 hasta que yo venga y os lleve hacia un país como el vuestro, tierra de trigo y de mosto, tierra de pan y de viñas, de olivos, de aceite y de miel. Así viviréis y no moriréis. No escuchéis, pues, a Ezequías, porque os engaña cuando dice: Yahvéh nos librará.
33 ¿Acaso los dioses de las naciones han librado a su país respectivo de manos del rey de Asiria?
34 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad? ¿Dónde están los dioses de Sefarváyim, de Hená e Ivvá? ¿Han librado a Samaría de mi mano?
35 ¿Quiénes son, de entre todos los dioses de los países, los que han librado a su tierra de mi mano, para que libre Yahvéh a Jerusalén de mi poder?
36 El pueblo callaba y no le respondía una palabra, pues el rey había dado esta orden: No respondáis.
37 Y Elyaquim, hijo de Jilquiyyá, el mayordomo de palacio; Sebná, el secretario; y Yoaj, hijo de Asaf, el cronista, se presentaron a Ezequías con las vestiduras rasgadas, y le refirieron las palabras del copero mayor.

Patrocinio

 
 

Introducción a II Reyes 

No hay comentario

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

Patrocinio

Notas