Salmos 34 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 22 versitos |
1 De David. Cuando fingió demencia en presencia de Abimélek, y se fue luego, expulsado por él.

Bendeciré al Señor en todo tiempo, sus alabanzas siempre en mi boca.
2 Mi alma se gloría en el Señor y, al oírlo, se alegran los humildes.
3 Alabad conmigo al Señor, ensalcemos al unísono su nombre.
4 Cuando busco al Señor, él me responde y me libra de todos mis terrores.
5 Poned en él los ojos, refulgid y no estéis con vuestros rostros abatidos.
6 Cuando el pobre lo invoca, él escucha y lo libra de todos sus aprietos.
7 El ángel del Señor acampa en torno de los que le temen, y los salva.
8 Saboread y veréis cuan bueno es el Señor: dichosos los que en él buscan abrigo.
9 Adorad al Señor, sus elegidos, que de nada carece el que le teme.
10 Empobrecen los ricos, sufren hambre; mas quien busca al Señor no carecerá de bien alguno.
11 Venid, hijos, y escuchadme, que el temor del Señor quiero enseñaros.
12 ¿Quién se complace en el vivir y desea días largos, en que poder gozar del bien?
13 Ten en guarda tu lengua de lo malo y tus labios del habla engañadora.
14 Alejado del mal, practica el bien, solicita la paz y ve tras ella.
15 Los ojos del Señor van hacia el justo, su oído, a su clamor;
16 pero su ceño se posa en los malvados, para borrar del mundo su memoria.
17 Claman aquéllos y él escucha y los libra de todos sus pesares.
18 Cercano al afligido está el Señor, él levanta al de espíritu abatido.
19 Grandes son los pesares de los justos, y él los salva de todos.
20 El preserva sus huesos, sin que alguno de entre ellos se fracture.
21 El impío perece en su maldad, el que aborrece al justo es inculpado;
22 mas rescata el Señor sus servidores: los que acuden a él no penarán.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas