II Crónicas  20 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 37 versitos |
1 Después de esto, los moabitas, los ammonitas y con ellos algunos meunitas fueron contra Yosafat en son de guerra.
2 Y unos mensajeros le anunciaron a Yosafat: Viene contra ti, del otro lado del mar, de Edom. una gran muchedumbre; y ya están en JasasónTamar, o sea, EnGadí.
3 Yosafat se atemorizó y decidió buscar a Yahvéh, por lo que promulgó un ayuno para todo Judá.
4 Se reunió, pues, Judá para implorar a Yahvéh. Incluso de todas las ciudades de Judá vino gente en busca de Yahvéh.
5 Yosafat, puesto en pie en medio de la asamblea de Judá y de Jerusalén, en el templo de Yahvéh, delante del atrio nuevo,
6 dijo: Yahvéh, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú el Dios que está en los cielos y no dominas tú sobre todos los reinos de las naciones? ¿No están en tus manos la fuerza y el poder, sin que nadie pueda resistirte?
7 ¿No fuiste tú, oh Dios nuestro, quien expulsaste a los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel y se la entregaste a la descendencia de tu amigo Abraham para siempre?
8 Ellos la han habitado y han construido en ella un santuario a tu nombre, diciendo:
9 Si nos sobreviniere alguna calamidad - espada, castigo, peste o hambre -, nos presentaremos ante este templo, ante tu presencia - pues tu nombre está en este templo -, te invocaremos en nuestra aflicción y tú nos oirás y nos salvarás.
10 Y ahora, he aquí que los ammonitas, los moabitas y los de la montaña de Seír, por cuyas tierras no permitiste que pasara Israel cuando venía del país de Egipto, por lo que se apartó de ellos y no los exterminó,
11 ahora nos lo pagan viniendo a expulsarnos de la heredad que nos diste en posesión.
12 ¡Oh Dios nuestro! ¿No harás tú justicia contra ellos? Porque nosotros no tenemos fuerza frente a una muchedumbre tan grande como ésa que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer. Pero hacia ti volvemos nuestros ojos.
13 Todo Judá estaba en pie ante Yahvéh con sus pequeñuelos, sus mujeres y sus hijos.
14 Y súbitamente, en medio de la asamblea, el espíritu de Yahvéh vino sobre Yajaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benayá, hijo de Yeiel, hijo de Mattanyá, levita de los hijos de Asaf.
15 Y éste les dijo: ¡Estad atentos, todos los de Judá, y vosotros habitantes de Jerusalén, y tú rey Yosafat! Esto os dice Yahvéh: No temáis ni os amedrentéis ante esa gran muchedumbre, porque no es vuestro el combate, sino de Dios.
16 Bajad mañana contra ellos, que subirán por la cuesta de Sis, y los encontraréis en el extremo del valle, frente al desierto de Yeruel.
17 Ni siquiera tendréis que luchar en esta ocasión. Apostaos allí y quedaos quietos. Ya veréis que la salvación de Yahvéh estará con vosotros. ¡Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni os amedrentéis! Salid mañana contra ellos, y Yahvéh estará con vosotros.
18 Entonces Yosafat se postró rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron también ante Yahvéh para adorar a Yahvéh.
19 Y los levitas descendientes de Quehat y de Qóraj comenzaron a alabar con voz potente a Yahvéh, Dios de Israel.
20 Al día siguiente, muy de mañana, salieron hacia el desierto de Teqoa. Mientras iban saliendo, Yosafat. puesto en pie, les dijo: ¡Escuchadme, Judá y habitantes de Jerusalén: Confiad en Yahvéh, vuestro Dios, y estaréis seguros; tened fe en sus profetas. y triunfaréis!
21 Luego, tras haber deliberado con el pueblo, designó a los que habían de cantar a Yahvéh y entonarle alabanzas, los cuales, revestidos de ornamentos sagrados, salieron al frente de la tropa diciendo: Alabad a Yahvéh, porque su misericordia es eterna.
22 Y en el momento en que ellos comenzaban las aclamaciones y las alabanzas, Yahvéh suscitó discordias entre los ammónitas, los moabitas y los del monte Seír, que venían contra Judá, y fueron derrotados.
23 En efecto, los ammonitas y los moabitas se pusieron contra los habitantes del monte Seír y los entregaron al anatema y al exterminio; y cuando hubieron acabado con los habitantes de Seír, ellos mismos se destruyeron mutuamente.
24 Así, cuando los de Judá llegaron a la vista del desierto y miraron hacia la muchedumbre, no vieron sino cadáveres tendidos por tierra; no quedaba ningún superviviente.
25 Llegó entonces Yosafat con su gente a recoger el botín; y hallaron tan gran cantidad de ganado, riquezas, vestidos y objetos preciosos, de los que se apropiaron, que no podían llevárselo todo. Tres días estuvieron recogiendo el botín, que tan cuantioso era.
26 Al cuarto día se reunieron en el valle de Beraká, porque allí bendijeron a Yahvéh. Por eso dieron a aquel lugar el nombre de valle de Beraká hasta el día de hoy.
27 Después, todos los de Judá y de Jerusalén, con Yosafat a la cabeza, se volvieron a Jerusalén llenos de júbilo, porque Yahvéh les había proporcionado ese júbilo a costa de sus enemigos.
28 Hicieron su entrada en Jerusalén, en dirección al templo de Yahvéh, con arpas, cítaras y trompetas.
29 Y el terror de Dios se apoderó de todos los reinos de los diversos países cuando éstos supieron que Yahvéh había peleado contra los enemigos de Israel.
30 Siguió así tranquilo el reino de Yosafat, pues su Dios le dio paz con todos los de alrededor.
31 Reinó, pues, Yosafat sobre Judá. Tenía treinta y cinco años cuando fue proclamado rey, y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, hija de Siljí.
32 Siguió los caminos de su padre Asá, sin apartarse de ellos y haciendo lo que es recto a los ojos de Yahvéh.
33 No obstante, no desaparecieron los lugares altos, porque el pueblo no tenía aún el corazón enderezado hacia el Dios de sus padres.
34 Los demás hechos de Yosafat, desde los primeros a los últimos, están consignados en los relatos de Yehú, hijo de Jananí, que están insertos en el libro de los reyes de Israel.
35 Después de esto, Yosafat, rey de Judá, se alió con Ocozías, rey de Israel, que era un impío.
36 Se asoció con él para construir naves que fueran a Tarsis; y construyeron los navíos en EsyónGuéber.
37 Entonces Eliezer, hijo de Dodayá, de Maresá, profetizó contra Yosafat diciendo: Por haberte aliado con Ocozías, Yahvéh destruirá tu obra. Y efectivamente, las naves naufragaron y no pudieron ir a Tarsis.

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Introducción a II Crónicas 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas