Josué 6 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 27 versitos |
1 Jericó estaba cerrada, completamente cerrada, por miedo a los hijos de Israel, de modo que nadie salía ni entraba en ella.
2 Yahvéh dijo entonces a Josué: Mira: yo entrego en tus manos Jericó y a su rey, con sus valerosos guerreros.
3 Vosotros, pues, todos los hombres de guerra, rodead la ciudad, dando una vuelta alrededor de ella. Así lo haréis durante seis días.
4 Y siete sacerdotes llevarán las siete trompetas de cuerno de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas en torno a la ciudad, mientras los sacerdotes tocarán las trompetas.
5 Y al sonar el cuerno de carnero, al oír vosotros el sonido de las trompetas, todo el pueblo lanzará el gran grito de guerra, y se derrumbarán las murallas de la ciudad sobre sí mismas, y el pueblo entrará, cada uno por el sitio en que esté.
6 Convocó, pues, Josué, hijo de Nun, a los sacerdotes y les dijo: Tomad el arca de la alianza, y que siete sacerdotes vayan con las siete trompetas de cuerno de carnero delante del arca de Yahvéh.
7 Luego dijo al pueblo: Pasad y rodead la ciudad, y que la vanguardia vaya delante del arca de Yahvéh.
8 Cuando Josué terminó de hablar al pueblo, los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas de cuerno de carnero, delante de Yahvéh pasaron tocando las trompetas, mientras el arca de la alianza de Yahvéh iba tras ellos.
9 La vanguardia iba delante de los sacerdotes que tocaban las trompetas, mientras la retaguardia caminaba detrás del arca. Avanzaban al son de las trompetas.
10 Josué había dado esta orden al pueblo: No gritéis ni hagáis oír vuestra voz, ni salga de vuestra boca palabra alguna hasta el día en que yo os diga: ¡Gritad! Entonces daréis el grito de guerra.
11 Entonces hizo que el arca de Yahvéh diera una vuelta en torno a la ciudad; después entraron en el campamento, donde pasaron la noche.
12 Josué se levantó de madrugada, y los sacerdotes tomaron el arca de Yahvéh.
13 Los siete sacerdotes portadores de las siete trompetas de cuerno de carnero delante del arca de Yahvéh caminaban y tocaban las trompetas. Delante de ellos iba la vanguardia, mientras la retaguardia caminaba detrás del arca de Yahvéh. Avanzaban al son de las trompetas.
14 El segundo día dieron otra vuelta a la ciudad, y retornaron después al campamento. Así hicieron durante seis días.
15 El séptimo día, se levantaron al romper el alba, y siguiendo el mismo orden, dieron siete vueltas a la ciudad. Solamente aquel día dieron siete veces la vuelta a la ciudad.
16 Al dar la séptima vuelta tocaron los sacerdotes las trompetas, y Josué dijo al pueblo: ¡Lanzad el grito de guerra, porque Yahvéh os entrega la ciudad!
17 La ciudad será dada como anatema en honor de Yahvéh, ella y todo lo que en ella hay. Sólo quedará con vida Rajab, la meretriz, ella y los que con ella estén en casa, por haber escondido a los mensajeros que habíamos enviado.
18 En cuanto a vosotros, guardaos bien del anatema, no sea que, por tomar algo de lo anatematizado, os convirtáis en anatema, hagáis reo de anatema al campamento de Israel y le acarreéis la desgracia.
19 Pero todo el oro y la plata, así como todos los objetos de bronce y de hierro, serán consagrados a Yahvéh e ingresarán en su tesoro.
20 Lanzó, pues, el pueblo el grito de guerra y sonaron las trompetas. Justamente cuando el pueblo oyó el sonido de las trompetas y lanzó el grito de guerra con gran algazara, se desplomó la muralla sobre sí misma; y el pueblo, escaló la ciudad, cada uno por el sitio en que estaba, y se apoderaron de ella.
21 Y entregaron al anatema, al filo de la espada, cuanto había en la ciudad: hombres y mujeres, niños y ancianos, y hasta el ganado mayor y menor, y los asnos.
22 A los dos hombres que habían explorado el país, les dijo Josué: Entrad en la casa de la meretriz, y sacadla de allí, a ella y con todo lo suyo, como se lo habéis jurado.
23 Fueron, pues, los jóvenes espías y sacaron a Rajab, a su padre y a su madre y a sus hermanos con todo lo suyo; también sacaron a todos sus parientes y los pusieron a salvo fuera del campamento de Israel.
24 Luego prendieron fuego a la ciudad con cuanto en ella había; pero la plata y el oro y los objetos de bronce y de hierro fueron entregados al tesoro de la casa de Yahvéh.
25 Josué perdonó la vida de Rajab, la meretriz, y a la casa de su padre, con todo lo suyo, y ella vivió en medio de Israel hasta el día de hoy, por haber escondido a los mensajeros que Josué había enviado para explorar Jericó.
26 En aquella ocasión Josué pronunció este juramento: ¡Maldito delante de Yahvéh el hombre que se ponga a reconstruir esta ciudad de Jericó! A costa de su primogénito echará los cimientos, y a costa de su hijo menor colocará las puertas.
27 Yahvéh estuvo con Josué, cuya fama se extendió por todo el país.

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Introducción a Josué

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas