Job  39 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 30 versitos |
1 ¿Has observado el parto de las corzas?
2 ¿Has contado los meses de su gestación? ¿Conoces el tiempo de su alumbramiento?
3 Se acurrucan para dar a luz, depositan su carnada en el desierto;
4 cuando sus hijos se hacen fuertes y crecen, se marchan y no vuelven a ellas.
5 ¿Quién dejó en libertad al onagro? ¿Quién soltó las ataduras al asno salvaje?
6 Yo le he dado el desierto por casa, la tierra salitrosa por habitación.
7 Se ríe del rumor de la ciudad y no percibe la voz del arriero;
8 busca por las montañas su pasto, rastrea toda hierba verde.
9 ¿Acaso el búfalo consentirá en servirte, en pasar la noche junto a tu pesebre?
10 ¿Atarás una coyunda a su cuello, y allanará los surcos detrás de ti?
11 ¿Confiarás en él por su gran fuerza y lo pondrás a tu labranza?
12 ¿Estás seguro de que volverá para traer la mies a tu era?
13 El ala del avestruz ¿es comparable al plumaje de la cigüeña y del halcón?
14 Abandona sus huevos en tierra y deja que se calienten en el polvo.
15 Olvida que un pie puede aplastarlos o una bestia salvaje destruirlos.
16 Trata a sus hijos como a extraños, sin preocuparse de un afán inútil,
17 porque Dios lo privó de sabiduría y no le concedió entendimiento.
18 Pero, apenas se alza en pie y bate las alas, se ríe del caballo y del caballero.
19 ¿Das tú al caballo su bravura? ¿Revistes su cuello de crines?
20 Le haces tú brincar como un saltamontes? ¡Es terrible su relincho orgulloso!
21 Piafa gozoso en el valle, sale al encuentro de las armas.
22 Se burla del miedo y nada teme, no retrocede ante la espada.
23 A su grupa resuenan el carcaj, la lanza llameante y la saeta.
24 Furioso de impaciencia, devora el terreno; no puede contenerse cuando suena el clarín.
25 A cada toque de trompeta grita: ¡Hi! Olfatea de lejos el combate, el clamor de los jefes y el griterío.
26 ¿Quizá por tu consejo vuela el halcón y extiende sus alas hacia el mediodía?
27 ¿Se eleva el águila por orden tuya y pone su nido en las alturas?
28 Habita en las peñas, allí pernocta; un saliente de roca es su refugio.
29 Acecha desde allí su presa, de lejos sus ojos la perciben.
30 De sangre se alimentan sus crías, donde hubiere muertos, allí está.

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Introducción a Job 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas