Cantares  3 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 11 versitos |
1 En mi lecho, en la noche, buscaba yo al amado de mi alma: lo busqué y no lo hallé.
2 Me alzaré, recorreré la villa por callejas y plazas, en busca del amado de mi alma. Lo busqué y no lo hallé.
3 Tropecé con los guardias, los que rondan la ciudad. ¿Habéis visto al amado de mi alma?
4 Apenas los pasé, topé con el amado de mi alma. Asile y ya no le dejaré, hasta haberlo introducido en la casa de mi madre, en la alcoba de la que a mí me concibió.
5 Hijas de Jerusalén, yo os conjuro por las gacelas y las ciervas de los campos: no despertéis ni desveléis a la amada hasta que ella quisiere.
6 ¿Qué es aquello que sube del desierto, cual columna de humo, perfumado de mirra y de incienso, del aroma mejor del mercader?
7 ¡La litera - ¿la veis? - de Salomón! Sesenta guerreros la cortejan de los más fuertes de Israel.
8 Todos llevan espada, y están adiestrados en la guerra. Cada uno tiene su espada sobre el flanco, previniendo la alarma de la noche.
9 El rey Salomón se construyó un palanquín con maderas del Líbano:
10 sus columnas son de plata, su respaldo de oro, su asiento de púrpura, su interior tapizado con amor por las hijas de Jerusalén.
11 Salid, hijas de Sión, a contemplar al rey Salomón con la corona que le ciñó su madre el día de sus bodas, el día de su júbilo.

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Introducción a Cantares 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas