I Reyes 17 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 24 versitos |
1 Elías, el teSbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: ¡Vive Yahvéh, Dios de Israel, a quien sirvo, que en estos años no ha de haber rocío ni lluvia, sino por orden mía.
2 Después le habló Yahvéh así:
3 Vete de aquí, dirígete al oriente y escóndete en el torrente Kerit, que está al este del Jordán.
4 Beberás del torrente, y ya he dado orden a los cuervos para que te alimenten allí.
5 Partió, pues, hizo conforme a la palabra de Yahvéh, y se asentó junto al torrente Kerit, que está al este del Jordán.
6 Traíanle los cuervos pan y carne por la mañana y por la tarde, y bebía del torrente.
7 Pero al cabo de algún tiempo se secó el torrente, porque no había llovido en la región.
8 Díjole entonces Yahvéh:
9 Ponte en camino, ve a Sareftá de Sidón y quédate allí; porque ya he dado orden allí a una mujer viuda para que te provea de sustento.
10 Púsose, pues, en camino hacia Sareftá. Y al llegar a las puertas de la ciudad, vio allí a una mujer viuda que estaba recogiendo leña. La llamó y le dijo: Tráeme, por favor, un poco de agua en un vaso para que yo beba.
11 Cuando iba ella a buscarla, él la llamó de nuevo y le dijo: Tráeme también, por favor, un trozo de pan.
12 Ella le respondió: ¡Por vida de Yahvéh, tu Dios, que no tengo pan cocido, sino únicamente un puñado de harina en la orza, y un poco de aceite en la alcuza! Precisamente estoy recogiendo dos trozos de leña, para ir luego a prepararlo para mí y para mi hijo; lo comeremos, y, después, a esperar la muerte.
13 Respondió1e Elías: No temas, ve y haz como has dicho; pero primero prepárame a mí con ello una pequeña hogaza, y tráemela; después, ve a prepararla para ti y para tu hijo.
14 Porque así habla Yahvéh, Dios de Israel: No se acabará la harina en la orza, ni se agotará el aceite en la alcuza, hasta el día en que Yahvéh mande lluvia sobre la superficie de la tierra.
15 Se fue ella e hizo como le había dicho Elías, y durante mucho tiempo comieron él, ella y su familia,
16 sin que se acabara la harina en la orza, ni se agotara el aceite en la alcuza, conforme al oráculo que Yahvéh había pronunciado por medio de Elías.
17 Después de esto, acaeció que el hijo del ama de la casa cayó enfermo, y la enfermedad fue tan grave, que no quedó en él aliento de vida.
18 Ella dijo entonces a Elías: ¿Qué tengo yo que ver contigo, hombre de Dios? ¿Has venido a mí para recordar mis culpas y hacer morir a mi hijo?
19 Le respondió Elías: Dame a tu hijo. Él lo tomó de su regazo y lo subió a la habitación superior donde él se alojaba, y lo acostó en su lecho.
20 ° Y clamó a Yahvéh, diciendo: ¡Yahvéh, Dios mío! ¿Es que hasta sobre la viuda de la que soy huésped vas a traer la desventura, haciendo morir a su hijo?
21 Se tendió tres veces sobre el niño, mientras clamaba a Yahvéh: ¡Yahvéh, Dios mío: que el alma del niño vuelva a estar dentro de él! '
22 Escuchó Yahvéh la voz de Elías y el alma del niño volvió a estar dentro de él, y revivió.
23 Tomó luego Elías al niño, lo bajó de la habitación superior de la casa y se lo entregó a su madre, diciéndole: Mira: tu hijo está vivo.
24 La mujer dijo entonces a Elías: Ahora reconozco que eres un varón de Dios, y que la palabra de Yahvéh está verdaderamente en tu boca.

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Introducción a I Reyes

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas