Salmos 10 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 18 versitos |
1 ¿Por qué, Señor, te tienes a distancia, te inhibes en los momentos del aprieto?
2 En la euforia del impío se consume el humilde y es cogido en la insidia que aquél trama.
3 El malvado se jacta en sus caprichos, profiere maldición y desprecia al Señor.
4 Con el rostro altanero, no le busca; Dios no existe, es cuanto se le antoja.
5 Sus caminos prosperan sin cesar, tus juicios le están lejos y hace burla de todos sus rivales.
6 En su interior se dice: Jamás sucumbiré ni tendré nunca reveses.
7 Su boca está repleta de maldición, de injurias y de dolor; bajo su lengua, intrigas y maldad.
8 Apostado en los rincones de los barrios, da muerte ocultamente al inocente y acecha con el ojo al desvalido.
9 A escondidas pone trampas, cual león en madriguera, tiende insidias para cazar al afligido, le aprisiona, arrastrándole en sus redes.
10 Los abate, los postra y se deja caer con todo el peso contra los desvalidos.
11 En su interior se dice: Dios se olvida, tiene oculto su rostro y no verá jamás.
12 Levántate, Yahvéh, eleva, Dios, tu mano.
13 ¿Por qué ha de desdeñar a Dios el descreído, decir en su interior: No pide cuentas?
14 Tú mismo puedes ver, observar el pesar y la aflicción para tomarlos en tus manos. A ti el pobre se abandona, al huérfano eres tú quien le socorre.
15 Rompe el brazo del impío, exige de su mal las cuentas al malvado y que ya ni se le encuentre.
16 Yahvéh reina por los siglos: fenecen los gentiles alejados de su tierra.
17 El anhelo de los pobres tú lo sientes, Señor; confórtalos y atiéndelos,
18 vengando los derechos del huérfano y del débil, y no vuelva a hacer horror el hombre de la tierra.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas