Salmos 119 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 176 versitos |
1 Dichosos los que, sin mancha en su conducta, la ley del Señor toman por guía;
2 dichosos quienes observan sus avisos y lo buscan con todo el corazón,
3 que no incurren en maldad y que se guían por sus sendas.
4 Tú diste tus mandatos a fin de que se cumplan con esmero:
5 ojalá que mis andares sean firmes en la guarda de tus leyes.
6 Entonces no tendré que avergonzarme de fijarme en tus dictados;
7 con recto corazón te alabaré, al aprender tus justas decisiones.
8 Tus mandatos yo, cierto, he de cumplirlos: no me dejes por nada en abandono.
9 ¿Con qué podrá lograr un joven su camino? Guardándose, a la luz de tu palabra.
10 Yo te busco con todo el corazón: no me dejes marrar en tus mandatos;
11 en mi interior escondo tus palabras, a fin de no pecar en tu presencia.
12 Bendito seas, Señor, enséñame tus leyes.
13 Con mis labios yo anuncio las decisiones todas de tu boca.
14 En seguir tus avisos tengo gozo, más que en toda riqueza.
15 Tus preceptos yo quiero meditarlos y fijarme en tus senderos.
16 En tus leyes me complazco: jamás me olvidaré de tu palabra.
17 Haz merced a tu siervo: que yo viva y guarde tu palabra.
18 Destápame los ojos y que vea los misterios de tu ley.
19 Yo soy un peregrino por el mundo: no me ocultes tus preceptos.
20 Mi alma se deshace de nostalgia hacia tus decisiones, de continuo.
21 Tú gritas maldición a los altivos que abandonan tus leyes.
22 Ahórrame el oprobio y la deshonra: yo observo tus avisos.
23 Aunque se unan los grandes y tramen contra mí, meditará tu siervo tus mandatos:
24 yo tengo en tus avisos mis delicias, y ellos son mis consejeros.
25 Mi alma está tocando con el polvo: dame vida, conforme a tu palabra.
26 Yo describo mi andar por que me atiendas: adoctríname en tus instituciones;
27 introdúceme al curso de tus leyes, que yo pueda rumiar tus maravillas.
28 Mi alma es toda llanto de pesar: susténtame, conforme a tu palabra.
29 Ahórrame las sendas mentirosas y hazme la gracia de tu ley.
30 Yo he elegido la senda de verdad y apropiado tus juicios;
31 yo me apego a tu enseñanza: no permitas, Señor, que me avergüence.
32 Correré por los caminos de tu ley, pues tú ensanchas mis entrañas.
33 instrúyeme, Señor, en tus mandatos, y yo los guardaré hasta el final.
34 Dame saber y observaré tu ley, la guardaré de todo corazón.
35 Encáuzame por la senda de tus leyes, que en ellas me complazco.
36 Pon en mí inclinación a tus avisos y no a mi provecho.
37 Desvía mi mirada de lo vano y haz que viva en tus caminos.
38 Haz real en tu siervo la palabra que lleva a tu temor.
39 Aparta de mí el oprobio del recelo, pues tus decisiones son amables.
40 Ve mi amor a tus mandatos y hazme vivir en tu justicia.
41 Venga a mí, Señor, tu gracia, tu socorro, conforme a tu promesa,
42 y podré yo responder al que me insulta que fío en tu palabra.
43 No arranques de mi boca la palabra de verdad: yo confío en tus decretos
44 y he de guardar tu ley por siempre, eternamente.
45 Podré andar en la holgura, pues busco tus mandatos;
46 podré hablar ante los reyes de tus revelaciones, sin tener que azararme.
47 Yo me complazco en tus preceptos y les tengo afección.
48 Bendigo tus prescripciones, que yo amo, y medito tus leyes.
49 Ten presente a tu siervo la promesa en que me has hecho que esperara.
50 En mis pesares tengo yo este consuelo: que tu palabra me da vida.
51 Los soberbios me toman a irrisión, mas de tu ley no me desvío;
52 recuerdo tus juicios de otro tiempo, Señor, y me consuelo.
53 Soy pasto del furor de los impíos que abandonan tu ley.
54 Tus preceptos me son como cantares en la casa en que habito.
55 En la noche, Señor, me acuerdo de tu nombre y hago guardia a tu ley.
56 Cuanto tengo está aquí: guardar tus mandamientos.
57 Mi destino, Señor - yo lo proclamo -, es guardar tus ordenanzas.
58 De corazón imploro tu favor: apiádate, conforme a tu promesa.
59 A reflexión someto mis senderos y retorno mis pies a tus avisos;
60 toe apresuro y no dudo en observar tus mandamientos.
61 Los lazos del impío me rodean, mas de tu ley yo no me olvido.
62 En medio de la noche me alzo para alabarte por tus justos decretos.
63 Soy amigo de todo el que te teme y observa tus mandatos.
64 De tus gracias, Señor, la tierra está repleta: instrúyeme en tus leyes,
65 Tú haces gracia con tu siervo, conforme, Señor, a tu palabra.
66 Enséñame juicio y discreción: yo tengo fe en tus mandatos.
67 Primero de humillarme, andaba errado, pero ahora retengo tu palabra.
68 Tú eres bueno y haces bien: enséñame tus leyes.
69 Los soberbios me embarran de mentiras, mas yo guardo tus leyes con amor;
70 su corazón es craso como el sebo, mas para mí tu ley son mis delicias.
71 Saludable me ha sido la aflicción para aprender tus mandamientos.
72 Las leyes de tu boca cuentan más para mí que miles de oro y plata.
73 Tus manos me han creado y me han formado: enséñame a comprender tus mandamientos.
74 Tus fieles me verán y gozarán de que me haya acogido a tu palabra.
75 Yo sé, Señor, que tu juicio es justo y que tienes razón al afligirme.
76 Que tu gracia, te ruego, me consuele, conforme a tus palabras a tu siervo.
77 Que tu piedad me alcance y viviré, tu ley son mis delicias.
78 Confúndase el soberbio que sin razón me aflige: yo rumio tus preceptos.
79 Que se vuelvan a mí los que te temen y podrán comprobar tus testimonios.
80 Que yo sea perfecto en tus mandatos, a fin de no tener que avergonzarme.
81 Mi alma desfallece por tu amparo, yo fío en tu palabra;
82 mis ojos languidecen hacia tus promesas y digo: ¿Cuándo vendrás a consolarme?
83 Aun estando como odre sobre el humo, no olvido tus preceptos.
84 ¿Cuánto montan los días de tu siervo?, ¿cuándo harás tu juicio a mi opresor?
85 Ante mí excavan fosa los soberbios en contra de tu ley.
86 Tus mandatos son todos lealtad: sin razón me persiguen; sé mi ayuda.
87 Por muy poco me borran de la tierra, mas no abandono tus preceptos.
88 Por tu amor, hazme vivir y observaré el aviso de tu boca.
89 Para siempre, Señor, subsiste en los cielos tu palabra;
90 por todas las edades, tu verdad: tú fundaste la tierra y se mantiene.
91 Conforme a tus decretos, perduran hasta hoy, porque todo se tiene a tu servicio.
92 Si en tu ley no tuviera mis delicias, hubiera perecido en mi miseria.
93 Jamás me olvidaré de tus decretos, pues por ellos me das vida.
94 Tuyo soy, sé tú mi auxilio, pues yo estudio tus preceptos.
95 Para ruina me acechan los malvados, mas yo prosigo absorto en tus avisos.
96 A toda perfección descubro el fin, mas tus preceptos son vastos en extremo.
97 ¡Cómo quiero yo tu ley! Ella es mi meditación de todo el día.
98 Sobre mis enemigos me hacen sabio tus mandatos, pues siempre están conmigo;
99 aventajo en saber a mis maestros, de meditar en tus revelaciones;
100 penetro más allá que los ancianos, por guardar tus preceptos.
101 De todo mal camino retengo yo mis pies, por obedecer a tu palabra.
102 De tus juicios no disiento, pues eres tú el que me enseña.
103 Cuánto son al paladar suaves tus palabras, más que miel a la boca!
104 A través de tus mandatos yo comprendo y aborrezco el camino de mentira.
105 Tu palabra es el faro de mis pies y una luz en mi senda.
106 Yo hice el juramento, y lo mantengo, de observar tus justas decisiones.
107 Harto grande es mi pena: dame, Señor, la vida, conforme a tu palabra.
108 Acepta, Señor, la oferta de mi boca y dame a conocer tus decisiones.
109 Mi vida está en mi mano expuesta de continuo, mas no me olvido de tu ley.
110 Los impíos me ponen asechanzas, mas de tu ley no me desvío.
111 Mi heredad serán por siempre tus avisos, ellos son la alegría de mi alma.
112 Inclino el corazón a practicar tus leyes, por siempre, hasta el final.
113 Yo aborrezco los equívocos, y a tu ley tengo afección.
114 Tú eres mi abrigo y tú mi escudo, yo fío en tu palabra.
115 Apartaos de mí, los malhechores, yo cumplo los preceptos de mi Dios.
116 Sosténme, según tu promesa, y viviré; no expongas a bochorno mi esperanza;
117 manténme y seré salvo, tendré siempre a mi vista tus preceptos.
118 Al que deja tus leyes lo desechas, su astucia es engañosa.
119 Como escoria remueves al impío, y así tengo yo amor a tus avisos.
120 Ante ti de pavor mi carne se estremece y temo tus juicios.
121 Yo practico derecho y rectitud: no me des al poder del enemigo.
122 Garantiza a tu siervo para bien, que no me opriman los soberbios.
123 Mis ojos languidecen por tu auxilio, por tu palabra recta.
124 Conforme a tu bondad trata a tu siervo y dame a conocer tus ordenanzas.
125 Yo soy tu servidor: dame sentido y que pueda gustar tus testimonios.
126 Es el tiempo de obrar para el Señor: se conculca tu ley.
127 Así tengo yo amor a tus mandatos, por encima del oro más precioso.
128 Por eso me dirijo por todos tus preceptos y aborrezco el camino de mentira.
129 Tus testimonios son maravillosos, por eso yo los guardo;
130 la instrucción en tus dichos ilumina, da juicio a los sencillos.
131 La boca abro y aspiro, de anhelo hacia tus leyes,
132 Vuélvete a mí y acógeme en tu gracia, según haces con quien ama tu nombre.
133 Asegura mi paso en tus palabras y que nada perverso me domine.
134 Rescátame al abuso del humano: guardaré tus preceptos.
135 Haz brillar tu presencia ante tu siervo y enséñame tus leyes.
136 Ríos de agua descienden de mis ojos de que tu ley no sea observada.
137 Tú eres justo, Señor, y tus juicios rectos;
138 tú prescribes avisos con razón y con toda verdad.
139 Mi celo me consume de ver que el enemigo olvida tus dictados.
140 Tu palabra está bien acrisolada y tu siervo la mira con amor.
141 Poca cosa soy yo y despreciable, mas no olvido tus decretos.
142 Tu justicia es eterna y tu ley es verdad.
143 Si el pesar y la angustia dan conmigo, en tus leyes encuentro mis delicias.
144 Tus avisos son siempre rectitud: hazme sabio y que viva.
145 De corazón te invoco; respóndeme, Señor: cumpliré tus decretos.
146 A ti clamo; socórreme: guardaré tus avisos.
147 Al alba me levanto para invocar tu ayuda: yo fío en tu palabra;
148 mis ojos anticipan las vigilias, a fin de meditar en tu promesa. i
149 Escucha mi clamor, según tu amor; dame vida, Señor, conforme a tu decreto. i
150 Mi enemigo se asocia con el mal, se aleja de tu ley.
151 Tú, Señor, estás cerca y todos tus preceptos son leales.
152 Hace tiempo conozco tus avisos, que tú tienes fijados para siempre.
153 Considera mi pena y ponme a salvo: yo no tengo tu ley en el olvido.
154 Propugna mi derecho, rescatándome, y según tu promesa dame vida.
155 Lejano del malvado está el auxilio, pues no busca tu ley.
156 Tus piedades, Señor, son numerosas: conforme a tu decreto, dame vida.
157 Muchos son mis enemigos y opresores, pero yo no me desvío de tu ley.
158 i Cuando veo traidores, me da tedio de que no guarden tu palabra.
159 Considera como yo amo tus decretos y por tu amor, Señor, haz que yo viva.
160 Tu principio de hablar es la verdad y tus justos decretos son eternos.
161 Los grandes me persiguen sin razón, mas mi corazón teme tus dichos.
162 Estoy de tus promesas tan gozoso como el que encuentra un gran botín.
163 Desprecio la falacia y la abomino, tengo afecto a tu ley.
164 Siete veces al día te bendigo por tus justos decretos.
165 para el que ama tu ley es todo paz, no conoce tropiezo.
166 Yo confío, Señor, en tu socorro, mientras cumplo tus leyes.
167 Tus avisos yo los guardo y les tengo gran amor.
168 Observo tus decretos y tus leyes: mis caminos te están todos delante.
169 Que mi queja, Señor, llegue hasta ti, dame saber, conforme a tu palabra;
170 que mi plegaria alcance a tu presencia, según tus promesas, ponme en salvo.
171 Que mis labios publiquen tu alabanza, pues me enseñas tus mandatos;
172 que mi lengua se haga eco de tus dichos, pues tus leyes son perfectas.
173 Que tu mano esté presta a socorrerme, pues yo elijo tus dictados.
174 Yo suspiro, Señor, por tu socorro, y tu ley constituye mis delicias.
175 Viva yo para alabarte, y que tus decisiones me defiendan.
176 Como oveja perdida estoy errante: ve en busca de tu siervo, yo de tus mandamientos no me olvido.

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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