Salmos 17 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 15 versitos |
1 Oración, de David.

Oye, Señor, la causa justa, atiende a mi clamor, escucha mi oración, de labios no embusteros.
2 Mi causa saldrá bien en tu presencia, pues tus ojos perciben rectamente.
3 Si exploras mi interior, si me visitas en la noche, o si quieres probarme en el crisol, nada habrás de encontrar: la iniquidad no pasa por mi boca.
4 Ante el obrar del hombre, por la palabra de tus labios, me guardo yo de los caminos violentos.
5 Al mantener mis pasos en tus huellas, no llegarán mis pies a fluctuar.
6 Yo te invoco para que tú, Dios, me respondas: inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.
7 Magnifica tus gracias, tú que sabes librar del sedicioso a los que se acogen a tu diestra.
8 Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus alas,
9 de los impíos que me acosan, del enemigo que me cerca.
10 Ellos tienen cerradas las entrañas y hablan arrogantemente con su boca.
11 Avanzan hacia mí y me están ya cercando, acechan con sus ojos, para echarme por tierra.
12 Se parecen al león ansioso de la presa y al cachorro que acecha en la guarida.
13 Levántate, Señor, sal al paso y doblégalos. Sálvame del impío con tu espada;
14 con tu mano, Señor, de los mortales: de los muertos del mundo, con su parte en la vida, cuyo vientre se llena en tus reservas: agítanse los hijos, y dejan lo restante a sus pequeños.
15 Por mi parte, en rectitud, podré ver tu presencia y, al despertar, saciarme con tu vista.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas