Salmos 28 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 9 versitos |
1 De David.

A ti, Señor, yo clamo, no te estés, mi roca, mudo, no sea que si tú callas en mi caso, me iguale a los que descienden a la fosa.
2 Escucha mi plegaria, cuando clamo hacia ti y alzo mis manos hacia tu lugar santísimo.
3 No me arrastres en el haz de los impíos, con los agentes de maldad que hablan de paz con sus vecinos, con malicia en su interior.
4 Dales tú según sus hechos, conforme a la maldad de sus acciones; retribúyeles según las obras de sus manos, dales el pago que merecen.
5 No se dan a meditar las obras del Señor ni las acciones de sus manos: que los destruya él y no los reconstruya.
6 Bendito sea el Señor, pues escucha la voz de mi plegaria.
7 El Señor es mi fortaleza, él mi escudo, en él espero y él me ayuda: mi corazón se regocija y con mi canto le doy gracias.
8 El Señor es la fortaleza de su pueblo y alcázar de la victoria de su ungido.
9 Libera tú a tu pueblo, bendice a tu heredad, apaciéntalos y guíalos por siempre.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas