Salmos 49 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 20 versitos |
1 Del director. De los hijos de Coré, salmo.

Oíd esto, pueblos todos, escuchad, habitantes de la tierra,
2 lo mismo hijos de humilde que de grande, igual los ricos que los pobres.
3 Mi boca va a decir sentencias sabias, mi reflexión es sobre cosas hondas:
4 voy a dar mi atención a un proverbio y exponer al son del arpa mi sentencia.
5 ¿Qué tendré que temer el día de infortunio, al cercarme de mal el insidioso?
6 Los que confían en sus bienes y se precian de la abundancia de riquezas,
7 ni uno de ellos es capaz de salvar a su hermano, ni de pagar a Dios rescate por sí mismo.
8 Demasiado elevado es el precio de sus vidas, y habrán de renunciar definitivamente.
9 ¿Podrán vivir por siempre y no ver la destrucción?
10 Se ve que muere el sabio y que juntos perecen el necio y el estulto, dejando su fortuna para otros.
11 El sepulcro será su casa por los siglos, su morada por las generaciones: ¡los que habían llamado las tierras por sus nombres!
12 El humano no dura en su opulencia, es comparable a las bestias que perecen.
13 Tales son los caminos de los necios y, después de ellos, del que se complace en sus sentencias. Selah
14 Como un hato de ovejas se encauzan al seol, su pastor es la muerte: allá bajan, directos, a la aurora. El seol será la roca donde pasen sus días, alejados de sus elevadas residencias.
15 Mas Dios rescatará, cierto, mi vida del poder del Seol: él ha de recogerme. Selah
16 No te inquietes si un hombre se enriquece y acrecienta la hacienda de su casa,
17 pues nada llevará cuando se muera, ni su hacienda irá tras él.
18 Aunque en vida lo adulen: Celebrado serás, pues has hecho fortuna,
19 irá a unirse con sus padres, que jamás verán la luz.
20 El humano no entiende en su opulencia, es comparable a las bestias que perecen.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas