Exodo  8 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 32 versitos |
1 Dijo Yahvéh a Moisés: Preséntate al Faraón y dile: Esto dice Yahvéh: Deja partir a mi pueblo para que me dé culto.
2 Si te niegas a dejarlo partir, infestaré de ranas todo tu territorio,
3 y el Nilo bullirá de ranas, que subirán y entrarán en tu casa, en tu alcoba y en tu lecho, en la casa de tus servidores y de tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas.
4 Las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo y sobre todos tus servidores.
5 Dijo Yahvéh a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con el cayado sobre los ríos, sobre los canales y charcas, y haz que suban ranas sobre la tierra de Egipto.
6 Extendió Aarón su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas, que cubrieron el país de Egipto.
7 Pero los magos lograron otro tanto con sus encantamientos, haciendo que subieran ranas sobre la tierra de Egipto.
8 El Faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: Pedid a Yahvéh que aleje las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir al pueblo para que sacrifique a Yahvéh.
9 Respondió Moisés al Faraón: Dígnate decirme cuándo he de rogar por ti, por tus servidores y por tu pueblo, para que sean alejadas las ranas de ti y de tus casas, y no queden más que en el río.
10 Mañana - contestó el Faraón-. Respondió Moisés: Sea como dices; para que sepas que no hay otro como Yahvéh, nuestro Dios,
11 las ranas se alejarán de ti, de tus casas, de tus servidores y de tu pueblo y sólo quedarán en el Nilo.
12 Moisés y Aarón salieron del palacio del Faraón, e invocó Moisés a Yahvéh con motivo de las ranas que había enviado contra el Faraón.
13 Hizo Yahvéh conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas en las casas, en las granjas y en los campos;
14 y las juntaron en numerosos montones, por lo que la tierra quedó apestada.
15 Viéndose el Faraón aliviado, endureció su corazón y no los escuchó, tal y como Yahvéh había predicho.
16 Dijo Yahvéh a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu cayado y golpea el polvo de la tierra, que se convertirá en mosquitos en todo el país de Egipto.
17 Hiciéronlo así, y Aarón extendió su mano con el cayado y golpeó el polvo de la tierra; y hubo mosquitos sobre hombres y animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos por todo el territorio de Egipto.
18 Los magos intentaron igualmente producir mosquitos con sus encantamientos, pero no pudieron. Hombres y animales fueron presa de los mosquitos.
19 Dijeron los magos al Faraón: El dedo de Dios está aquí. Pero el corazón del Faraón se endureció y, como lo había predicho Yahvéh, no los escuchó.
20 Dijo Yahvéh a Moisés: Levántate de madrugada, preséntate al Faraón cuando salga para ir al río y dile: Así habla Yahvéh: Deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto;
21 porque, si no dejas salir a mi pueblo, enviaré tábanos contra ti, contra tus servidores, contra tu pueblo y contra tus casas; y se llenarán de tábanos las casas de los egipcios y hasta el suelo sobre el cual están.
22 Pero en ese día exceptuaré la tierra de Gosen, donde habita mi pueblo, para que no haya allí tábanos, a fin de que sepas que yo, Yahvéh, estoy en medio de la tierra.
23 Yo estableceré una distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana se realizará esta señal.
24 Yahvéh lo hizo así, y un pesado enjambre de tábanos penetró en la casa del Faraón, en la de sus servidores y en todo el país de Egipto; y la tierra fue asolada por los tábanos.
25 El Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Id a sacrificar a vuestro Dios dentro de este país.
26 Respondió Moisés: No puede ser así, porque lo que nosotros sacrificamos a Yahvéh, nuestro Dios, es abominación para los egipcios. Si ofreciéramos ante ellos mismos los sacrificios que los egipcios abominan, ¿no nos apedrearían?
27 Haremos tres días de camino por el desierto, y sacrificaremos a Yahvéh, nuestro Dios, conforme a lo que Él nos ha dicho.
28 Respondió el Faraón: Os dejaré ir, y podréis sacrificar a Yahvéh, vuestro Dios, en el desierto, a condición de que, al ir, no os alejéis demasiado. Rogad por mí.
29 Replicó Moisés: Tan pronto salga de tu presencia, rogaré a Yahvéh, y mañana mismo los tábanos se alejarán del Faraón, de sus servidores y de su pueblo, con tal de que el Faraón no vuelva a burlarse, negándose a dejar salir al pueblo para que sacrifique a Yahvéh.
30 Salió Moisés de casa del Faraón, e imploró a Yahvéh ;
31 e hizo Yahvéh conforme a la súplica de Moisés: los tábanos se alejaron del Faraón, de sus servidores y de su pueblo, sin quedar ni uno.
32 Pero, también esta vez endureció el Faraón su corazón, y no dejó ir al pueblo.

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Introducción a Exodo 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas