Proverbios 6 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 35 versitos |
1 Hijo mío, si has salido fiador ante tu prójimo, si has estrechado la mano de un extraño,
2 si te has comprometido con palabras de tu boca, si estás ligado por esas palabras,
3 haz esto, hijo mío, para librarte, pues has caído en poder de tu prójimo: ve corriendo y ruega a tu prójimo;
4 no concedas sueño a tus ojos ni descanso a tus párpados;
5 sálvate como una gacela de la trampa, como un pájaro de manos del cazador.
6 Fíjate en la hormiga, perezoso; mira su conducta y hazte sabio:
7 ella no tiene soberano, ni intendente, ni señor,
8 y en verano prepara su alimento, durante la siega recoge su comida.
9 ¿Hasta cuándo, perezoso, seguirás tumbado? ¿Cuándo te alzarás de tu sueño?
10 Ahora dormir, ahora dormitar, ahora descansar mano sobre mano;
11 pero la miseria te llega como un salteador, la indigencia como un hombre armado.
12 Un hombre pernicioso, depravado, va con la falsedad en su boca,
13 guiña el ojo, insinúa con los pies, hace señas con los dedos;
14 maquina maldades en su corazón, provoca pendencias de continuo.
15 Por eso vendrá de pronto su ruina, será destruido de golpe y sin remedio.
16 Seis cosas hay que aborrece Yahvéh, y siete que abomina su alma:
17 ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que vierten sangre inocente,
18 corazón que maquina iniquidades, pies que corren raudos al mal;
19 falso testigo que lanza calumnias, y promotor de pleitos entre hermanos.
20 Observa, hijo mío, el precepto de tu padre y no rechaces la enseñanza de tu madre.
21 Sujétalos siempre a tu corazón, tenlos atados en torno a tu cuello.
22 Cuando camines, te guiarán; cuando descanses, velarán sobre ti; cuando despiertes, hablarán contigo;
23 pues antorcha es el precepto, y luz la enseñanza, y las amonestaciones son camino de vida,
24 para preservarte de la mujer malvada, de la lengua seductora de la extraña.
25 No desees su hermosura en tu corazón, no te seduzca con sus miradas,
26 porque la meretriz se contenta con un trozo de pan, pero la adúltera busca un hombre estimable.
27 ¿Puede uno llevar fuego en el pecho sin que se le queme el vestido?
28 ¿Puede uno caminar sobre brasas sin que se le quemen los pies?
29 Así sucede con la mujer ajena: no queda impune quien la toca.
30 No se desprecia al ladrón si roba para saciarse cuando tiene hambre;
31 pero, si lo sorprenden, pagará el séptuplo, dará todos los bienes de su casa.
32 Necio es quien comete adulterio: quien tal hace se pierde a sí mismo;
33 cosecha golpes y vergüenza, su afrenta nunca se borra.
34 Porque los celos enfurecen al marido: no tendrá piedad el día de la venganza,
35 no admitirá compensación alguna ni accederá por más regalos que le ofrezcas.

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Introducción a Proverbios

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas