Isaías 26 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 21 versitos |
1 Aquel día se cantará esta canción en la tierra de Judá: Ciudad fuerte la nuestra; él pone la salvación como muro y antemuro.
2 Abrid las puertas, para que entre la nación justa que guarda fidelidad.
3 Con propósito firme aseguras la paz, la paz, pues en ti se confía.
4 Confiad en Yahvéh por siempre jamás, pues en Yah - en Yahvéh -está la roca eterna,
5 que abatió a los moradores de la altura, a la ciudad inaccesible; la abajará, la abajará hasta la tierra, la nivelará hasta el polvo.
6 La pisarán los pies, los pies de los pobres, los pasos de los humildes.
7 La vereda del justo es rectitud, la senda recta del justo tú la allanas.
8 Sí, en la vereda de tus juicios te esperamos, Yahvéh ; tu nombre y tu recuerdo son el anhelo del alma.
9 Con mi alma te anhelo de noche, con mi espíritu te busco en mi pecho; porque, cuando lucen tus juicios en la tierra, aprenden la justicia los habitantes del orbe.
10 Aunque se haga gracia al impío, no aprende la justicia; en país de rectitud obra el mal, no ve la majestad de Yahvéh.
11 Yahvéh, tu mano está alzada, pero ellos no la ven. ¡Vean, avergonzados, tu celo por el pueblo; el fuego devore a tus enemigos!
12 Yahvéh, tú nos darás la paz, porque todas nuestras obras nos las hiciste tú.
13 Yahvéh, Dios nuestro, otros señores distintos de ti nos dominaron; pero sólo recordamos tu nombre.
14 Los muertos no reviven, las sombras no se levantan; tú los castigaste y los aniquilaste, borraste todo recuerdo de ellos.
15 Acrecentaste la nación, Yahvéh ; acrecentaste la nación, te glorificaste, ensanchaste todos los confines del país.
16 Yahvéh, en la angustia te buscamos, murmuramos oraciones cuando tu castigo estaba sobre nosotros.
17 Como mujer encinta que va a dar a luz, que se retuerce, grita en sus dolores, así fuimos nosotros delante de ti, Yahvéh.
18 Concebimos, nos retorcimos, ¡como si pariéramos viento! No trajimos salvación al país, no le nacieron habitantes al orbe.
19 Revivirán tus muertos, mis cadáveres se levantarán, se despertarán, exultarán los moradores del polvo; pues rocío de luces es tu rocío, y la tierra echará de su seno las sombras.
20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos y cierra tus puertas tras de ti; escóndete apenas un momento, hasta que pase el enojo.
21 Pues mirad que Yahvéh sale de su morada para castigar la culpa de los habitantes de la tierra. Revelará la tierra su mucha sangre derramada y no encubrirá más a sus degollados.

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Introducción a Isaías

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas