Isaías 57 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 21 versitos |
1 Parece el justo, J y nadie hace caso. Los hombres leales son recogidos sin que nadie lo advierta. Por causa del mal es recogido el justo,
2 entra en la paz. Reposan en sus lechos los que van por el camino recto.
3 Vosotros, acercaos acá, hijos de la agorera, linaje de adúltero y de prostituida:
4 ¿A costa de quién os divertís? ¿A costa de quién abrís la boca y sacáis la lengua? ¿No sois hijos rebeldes vosotros, prole bastarda,
5 que os enceláis entre terebintos, bajo cualquier árbol frondoso; que sacrificáis niños en las torrenteras, bajo las grietas de las rocas?
6 En los guijarros del torrente tengas tu herencia: ellos, ellos sean tu porción; sobre ellos derramaste libaciones, les ofreciste oblación. ¿Voy a compadecerme por esto?
7 Sobre una montaña alta y encumbrada pusiste tu yacija; hasta allí subiste a ofrecer sacrificios.
8 Detrás de la puerta y de las jambas pusiste tu emblema; sí, prescindiendo de mí, te descubriste, subiste y ensanchaste tu yacija; te interesaste por ellos, amaste su yacija, miraste el falo.
9 Fuiste a Mélek con óleo, prodigaste tus perfumes; enviaste tus legados a lo lejos, allá abajo hasta el seol.
10 Por tu largo viaje te cansaste, pero no dijiste: ¡Es desesperante! La vitalidad de tu falo hallaste, por eso no desfalleciste.
11 ¿Ante quién temblabas y temías cuando mentías? De mí no te acordabas ni te lo tomabas a pecho. ¿No soy yo quien calla y disimula? Por eso a mí no me temías.
12 Yo anunciaré tu justicia y tus obras, que de nada te valdrán.
13 Cuando grites, que te salven tus ganancias. A todos ellos los llevará el viento, los arrebatará un soplo; pero quien se refugia en mí heredará la tierra y poseerá mi santa montaña.
14 Y se dirá: ¡Allanad, allanad, preparad el camino! ¡Quitad todo tropiezo del camino de mi pueblo!
15 Que así dice el Excelso, el Sublime, que reside en la eternidad y cuyo nombre es santo: En lo alto y en lo santo resido, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes, para vivificar el corazón de los quebrantados.
16 Porque no por siempre reprendo, ni de continuo me enojo; pues ante mí se consumiría el espíritu y las almas que yo he creado.
17 Por su pecado de avaricia me enojé, lo herí, escondiéndome, enojado; él seguía obstinado su camino preferido;
18 sus caminos yo los he visto. Voy a sanarlo y a guiarlo; le doy, a cambio, consolaciones. Y para sus afligidos
19 creo fruto de labios: Paz, paz para el lejano y para el cercano, - dice Yahvéh -. Yo lo sanaré.
20 Los malos son como el mar embravecido, que no puede calmarse, y cuyas aguas remueven fango y cieno.
21 No hay paz, dice mi Dios, para los malvados.

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Introducción a Isaías

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas