Jeremías  37 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 21 versitos |
1 Sedecías, el hijo de Yosías, a quien Nabucodonosor, rey de Babilonia, había proclamado rey en el país de Judá, sucedió en el trono a Yoyakín, hijo de Yoyaquim.
2 Pero ni él ni sus servidores ni la población del país escucharon las palabras que Yahvéh había pronunciado por medio del profeta Jeremías.
3 El rey Sedecías envió a Yehukal, hijo de Selemyá, y al sacerdote. Sofonías, hijo de Maaseyá, a decir al profeta Jeremías: Ruega por nosotros a Yahvéh, nuestro Dios.
4 Jeremías iba y venía en medio del pueblo, pues no lo habían metido en la cárcel.
5 Entre tanto, el ejército del Faraón había salido de Egipto. Cuando los caldeos que sitiaban a Jerusalén oyeron la noticia, se retiraron de Jerusalén.
6 Entonces la palabra de Yahvéh le fue dirigida al profeta Jeremías en estos términos:
7 Así dice Yahvéh, Dios de Israel: De este modo hablaréis al rey de Judá, que os ha enviado a mí para consultarme: Mirad: el ejército del Faraón que ha salido en vuestra ayuda, va a volver a su país de Egipto;
8 y entonces volverán los caldeos, atacarán esta ciudad, la tomarán y le prenderán fuego.
9 Así dice Yahvéh: No os engañéis a vosotros mismos, diciendo: Los caldeos se marchan definitivamente de nosotros; porque no se marchan.
10 Pues aunque derrotarais a todo el ejército de los caldeos que luchan contra vosotros y sólo quedaran entre ellos hombres malheridos, se levantarían cada uno de su tienda y prenderían fuego a esta ciudad.
11 Pues bien, cuando el ejército de los caldeos se había retirado de Jerusalén ante el ejército del Faraón,
12 Jeremías quiso salir de Jerusalén para ir al territorio de Benjamín, a arreglar allí el asunto de una herencia entre la población.
13 Al llegar a la puerta de Benjamín, se encontró allí con un jefe de la guardia, cuyo nombre era Yiriyyá, hijo de Selemyá, hijo de Jananyá, el cual prendió al profeta Jeremías, exclamando: Conque te pasas a los caldeos.
14 ¡Mentira! - replicó Jeremías -. No me paso a los caldeos. Y, sin escucharle, Yiriyyá prendió a Jeremías y lo llevó a los jefes.
15 Los jefes se encolerizaron contra Jeremías, lo golpearon y lo metieron en la prisión de la casa de Yonatán, el secretario, la que habían convertido en cárcel.
16 Así entró Jeremías en el calabozo, en el subterráneo abovedado, y Jeremías tuvo que estar allí muchos días.
17 El rey Sedecías envió a buscarlo. Luego lo interrogó secretamente en su palacio y le dijo: ¿Hay alguna palabra de parte de Yahvéh? La hay - dijo Jeremías -. Y añadió: Serás entregado en mano del rey de Babilonia.
18 Jeremías dijo después al rey Sedecías: ¿Cuál es mi pecado contra ti, contra tus servidores o contra este pueblo, para que me hayáis metido en la cárcel?
19 ¿Dónde están vuestros profetas, los que os profetizaban diciendo: No vendrá el rey de Babilonia contra nosotros ni contra este país?
20 Ahora escucha, por favor, rey, mi señor. Por favor, que llegue mi súplica ante ti: No me hagas volver a la casa de Yonatán, el secretario, no sea que yo muera allí.
21 El rey Sedecías ordenó entonces que se custodiase a Jeremías en el patio de la guardia y se le diera diariamente una hogaza de pan de la calle de los panaderos, mientras no se acabara todo el pan en la ciudad. Así Jeremías quedó en el patio de la guardia.

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Introducción a Jeremías 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas