Jeremías  8 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 22 versitos |
1 En aquel tiempo - oráculo de Yahvéh - sacaran de sus sepulturas los huesos de los reyes de Judá y los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes y los huesos de los profetas, y los huesos de los habitantes de Jerusalén,
2 y los expondrán al sol y a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y sirvieron, tras de los cuales anduvieron, a quienes consultaron y adoraron. No serán recogidos ni enterrados; servirán de estiércol sobre la superficie de la tierra.
3 La muerte será preferible a la vida para todo el resto de los que queden de esta generación malvada en todos los lugares restantes adonde los haya expulsado - oráculo de Yahvéh Sebaot -.
4 Les dirás: Así dice Yahvéh: ¿Cae uno y no se levanta? ¿Se vuelve uno y no se revuelve
5 ¿Por qué este pueblo sigue apostatando? ¿Será Jerusalén una apostasía continua? Se aterran a la mentira, no quieren convertirse.
6 Estuve atento y oí: Hablan como no deben, nadie se arrepiente de su maldad, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual vuelve a su carrera, como caballo lanzado al combate.
7 Hasta la cigüeña en el cielo conoce sus estaciones; la tórtola, la golondrina y la grulla observan el tiempo de su migración. Pero mi pueblo no conoce el derecho de Yahvéh.
8 ¿Cómo podéis decir: Somos sabios, y la ley de Yahvéh está con nosotros? Pero es cierto que en mentira la ha convertido el estilo mentiroso de los escribas.
9 Los sabios serán confundidos, quedarán consternados y apresados; mirad: despreciaron la palabra de Yahvéh. ¿Qué clase de sabiduría es la que tienen?
10 Por eso daré sus mujeres a otros, sus campos a conquistadores, porque desde el menor al mayor, todos ellos andan buscando su provecho; desde el profeta al sacerdote, todos ellos obran con engaño.
11 Curan a la ligera la herida de mi pueblo, diciendo: Va todo muy bien, mientras todo va mal.
12 Debieran avergonzarse de las abominaciones cometidas. Pero no sólo no se avergüenzan, mas ni siquiera saben lo que es ruborizarse. Por eso caerán entre los que caigan, el día en que yo los visite se desplomarán- dice Yahvéh -.
13 Si voy a cosechar entre ellos- oráculo de Yahvéh -, no hay racimos en la viña, ni hay higos en la higuera; incluso el follaje está mustio. Así que les daré devastadores.
14 ¿Por qué nos estamos sentados? Reunios y entremos en las ciudades amuralladas y perezcamos allí; pues Yahvéh, nuestro Dios, nos destina a perecer y nos da para beber agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahvéh.
15 Esperábamos la paz, y no ha habido bien alguno; el tiempo de curación, y nos viene el terror.
16 Desde Dan se oyeel resoplar de sus caballos; al estridor de los relinchos de sus corcelesretiembla toda la tierra; vienen a devorar el país y cuanto contiene, la ciudad y los que la habitan.
17 Pues mirad: yo envío contra vosotrosserpientes, basiliscos, contra los cuales no hay conjuro, y os morderán - oráculo de Yahvéh -.
18 Mi alegría es para mí pesadumbre, mi corazón dentro de mí languidece.
19 ¡Mira! ¡Oye! Gritos de socorro de la hija de mi pueblo, del país a la redonda: ¿No está Yahvéh en Sión, o no está en ella su rey? ¿Por qué me han irritado con sus estatuas, con los ídolos del extranjero?
20 Pasó la siega, terminó el verano, pero nosotros no hemos sido salvados.
21 Por el hundimiento de la hija de mi pueblo estoy hundido, estoy triste, la consternación me sobrecoge.
22 ¿No hay bálsamo en Galaad, o no hay allí un médico? ¿Por qué, entonces, no se cierrala herida de la hija de mi pueblo?

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Introducción a Jeremías 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas