Lamentaciones  1 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 22 versitos |
1 ¡Ay, cómo se sienta solitaria la ciudad populosa! Es como una viuda la grande entre las naciones. La princesa entre las provincias está sometida a tributo.
2 Pasa las noches llorando, las lágrimas cubren sus mejillas. No hay quien la consuele entre todos los que la amaban. Todos sus amigos la traicionaron, se le volvieron enemigos.
3 Desterrada está Judá, en aflicción y dura servidumbre; mora entre las naciones, no encuentra reposo. Todos sus perseguidores la alcanzaron cuando estaba en angustias.
4 Los caminos de Sión están de luto, porque nadie viene a las fiestas; desiertas están todas sus puertas, sus sacerdotes gimen, se afligen sus doncellas, y ella misma está colmada de amargura.
5 Sus opresores prevalecen, sus enemigos son felices; porque Yahvéh la ha afligido por sus muchos pecados. Sus niños marcharon cautivos delante del opresor.
6 Desapareció de la hija de Sión toda su gloria. Sus príncipes eran como ciervos que no encuentran pasto; caminaban sin fuerzas delante del perseguidor.
7 Jerusalén se acuerda, en sus días de aflicción y de extravío, de todos sus tesoros, que databan de tiempo inmemorial. Cuando cayó su pueblo en manos del opresor, sin que nadie la ayudara, sus opresores la vieron y se rieron de su ruina.
8 Jerusalén pecó mucho, por eso es una inmundicia. Cuantos la honraban, la desprecian porque vieron su desnudez. También ella gime y vuelve la espalda.
9 Su impureza mancha sus vestidos. No se acordó de su fin; por eso se derrumbó de manera sorprendente, sin tener quien la consuele. Mira, Yahvéh, mi aflicción, y cómo el enemigo se engrandece.
10 Su mano tendió el opresor a todos sus tesoros; ella vio a las naciones entrar en su santuario, a aquellas que mandaste no entrar en tu asamblea.
11 Todo su pueblo gime buscando pan; dan sus joyas a cambio de alimento para conservar la vida. Mira, Yahvéh, y observa cuán abatida estoy.
12 ¡Vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta, con el que Yahvéh me afligió el día de su ardiente ira!
13 De lo alto mandó fuego, hasta mis huesos lo bajó. Tendió una red a mis pies, me obligó a retroceder. Desolada me dejó, enferma todo el día.
14 Pesado el yugo de mis pecados: por su mano han sido entretejidos, gravan sobre mi cuello, quebrantan mis fuerzas. El Señor me entregó en manos de aquellos a quienes yo no podía resistir.
15 El Señor retiró de en medio de mía todos mis guerreros. Convocó contra mí una asamblea para aplastar a mis jóvenes. El Señor pisó en el lagara la virgen, hija de Judá.
16 Por esto lloro yo y lágrimas derraman mis ojos: porque se alejó de mí el consolador, el que puede devolverme la vida. Mis hijos están desolados, porque prevalece el enemigo.
17 Sión tiende sus manos: no tiene quien la consuele. Yahvéh mandó contra Jacob a los opresores del contorno. Es Jerusalén una inmundicia entre ellos.
18 Justo es Yahvéh, puesto que yo fui rebelde a su palabra. Oíd, pueblos todos, ved mi dolor: mis doncellas y mis jóvenes han ido al cautiverio.
19 Llamé a mis amantes, pero ellos me han abandonado. Mis sacerdotes y mis ancianos perecieron en la ciudad cuando se buscaban el sustento que les conservara la vida.
20 ¡Mira, Yahvéh, cuan angustiada estoy! Me hierven las entrañas, mi corazón se retuerce en mi interior, porque he sido muy rebelde. Por fuera hace estragos la espada, por dentro es como la muerte.
21 Oye cómo gimo: no tengo quien me consuele. Todos mis enemigos supieron mi desgracia, se alegraron porque tú lo hiciste.
22 ¡Haz venir el día que anunciaste, y entonces serán como yo! ¡Llegue toda su maldad ante ti, y pórtate con ellos como te portaste conmigo, a causa de todas mis maldades! Porque son muchos mis gemidos y mi corazón desfallece. ¡Ay, cómo oscureció el Señor, en su ira, a la hija de Sión!

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Introducción a Lamentaciones 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas