Ezequiel  21 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 32 versitos |
1 La palabra de Yahvéh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, dirige tu rostro hacia Jerusalén, vaticina hacia los santuarios, profetiza contra el país de Israel,
3 y di al país de Israel. Así dice Yahvéh: Aquí estoy yo contra ti; sacaré mi espada de la vaina y exterminaré de ti al justo y al impío.
4 Puesto que voy a exterminar de ti al justo y al impío, por eso saldrá mi espada de su vaina contra todo mortal desde el sur hasta el norte.
5 Y todo mortal sabrá que yo, Yahvéh, he sacado mi espada de la vaina; ya no será envainada.
6 Gime, pues, hijo de hombre; gime como quien tiene los riñones quebrantados y amargura en sus ojos.
7 Y cuando te pregunten: ¿Por qué gimes?, les dirás: Por una noticia que llega, y entonces se desmayarán todos los corazones, desfallecerán todas las manos, se abatirán todos los espíritus y todas las rodillas chorrearán agua. Mirad que esto ya llega y se realizará - oráculo del Señor Yahvéh -.
8 La palabra de Yahvéh me fue dirigida en estos términos:
9 Hijo de hombre, profetiza y di: Así dice el Señor Yahvéh. Di: ¡Una espada, una espada aguzada y además bruñida!
10 Para degollar está aguzada, para brillar como el rayo está bruñida.
11 La dieron a bruñir para empuñarla. La espada está aguzada y además bruñida, para ponerla en mano del verdugo.
12 Grita, ulula, hijo de hombre, porque la blanden contra mi pueblo, contra todos los príncipes de Israel, que serán entregados a la espada con mi pueblo; por eso, golpéate el muslo,
13 pues la prueba está hecha. ¿ Y cómo no sucederá, aunque haya un cetro desdeñoso?, - Oráculo del Señor Yahvéh -.
14 Tú, hijo de hombre, profetiza, bate una palma con la otra. Caiga la espada dos veces, tres veces; es la espada de las víctimas, la espada de la gran mortandad, que amenaza a todos ellos.
15 Para que desmayen los corazones y se multipliquen los caídos, junto a todas sus puertas pongo el estrago de la espada. ¡Ay! Para brillar está hecha, para matar está bruñida.
16 Corta a la derecha, vuélvete a la izquierda, adonde tus filos se dirijan.
17 También yo batiré palmas y aplacaré mi furor. Yo, Yahvéh, he hablado.
18 La palabra de Yahvéh me fue dirigida en estos términos:
19 Tú, hijo de hombre, señala dos caminos para la venida de la espada del rey de Babilonia; partirán los dos de un mismo país. Pon luego una señal; márcala al comienzo del camino de cada ciudad.
20 Señala un camino para que la espada venga a Rabbá de los ammonitas, y el otro a Judá y a Jerusalén, la fortificada.
21 Porque el rey de Babilonia se ha parado en la bifurcación del camino, al comienzo de los dos caminos, para recurrir a la adivinación: sacude las flechas, pregunta a los terafim, observa el hígado.
22 En su mano derecha está el oráculo: ¡A Jerusalén!, para abrir la boca para la matanza, lanzar el grito de guerra, poner arietes contra las puertas, levantar un terraplén y construir un baluarte.
23 A sus ojos, esto les resulta como una adivinación falsa; ellos tienen en su favor juramentos solemnes; él, en cambio, recuerda su iniquidad y los apresará.
24 Por eso, así dice el Señor Yahvéh: Puesto que habéis hecho recordar vuestras iniquidades y descubierto vuestros delitos; porque habéis puesto de manifiesto vuestros pecados con todas vuestras malas acciones; porque habéis hecho recordarlos, por ellos seréis apresados.
25 En cuanto a ti, vil criminal, príncipe de Israel, cuyo día ha llegado con el momento del último castigo,
26 así dice el Señor Yahvéh: Quítate el turbante, depón la corona; las cosas cambiarán: lo humilde será ensalzado, y lo ensalzado será humillado.
27 Una ruina, una ruina, una ruina haré de él como nunca la hubo hasta que venga quien tiene el derecho y a quien yo se lo daré.
28 Y tú, hijo de hombre, profetiza y di: Así dice el Señor Yahvéh acerca de los ammonitas y acerca de su ultraje. Dirás: Una espada, una espada está desenvainada para matar, bruñida para exterminar, para brillar
29 - mientras ven para ti visiones vanas y te vaticinan mentiras -, para descargarla sobre los cuellos de los viles criminales, cuyo día ha llegado con el momento del último castigo.
30 ¡Vuélvela a su vaina! Te juzgaré en el lugar en que fuiste creada, en el país de tus orígenes.
31 Volcaré sobre ti mi indignación, soplaré sobre ti con el fuego de mi ira y te entregaré en manos de hombres brutales, expertos en destruir.
32 Serás pasto del fuego, tu sangre caerá sobre tu propia tierra, y no quedará memoria de ti; porque yo, Yahvéh, he hablado.

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Introducción a Ezequiel 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas