Sabiduría 18 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 25 versitos |
1 Mas para tus santos había luz espléndida. Los egipcios, que oían la voz sin ver a las personas los proclamaban dichosos, porque no habían sufrido;
2 y daban gracias, porque, a pesar de los agravios recibidos, no les hacían daño; y les pedían perdón por haber sido enemigos.
3 Les diste una columna luminosa como guía en la desconocida ruta, y como sol inofensivo para su gloriosa travesía.
4 Aquéllos, en verdad, merecían ser privados de la luz y ser aprisionados en tinieblas, por haber mantenido en prisión a tus hijos, por quienes iba a ser dada al mundo la luz incorruptible de la ley.
5 A quienes quisieron matar a los recién nacidos de los santos, librándose uno solo, expuesto y salvado, les arrebataste en castigo multitud de hijos, y a todos juntos hiciste perecer en aguas impetuosas.
6 Aquella noche fue conocida de antemano por nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad a qué juramentos habían dado fe, cobraran ánimo.
7 Eran esperadas por tu pueblo la salvación de los justos y la perdición de los enemigos.
8 Pues al mismo tiempo que castigabas a los enemigos nos glorificabas llamándonos a ti.
9 Los santos hijos de los buenos ofrecían sacrificios a ocultas, y de común acuerdo establecieron esta ley divina
10 Respondía, como eco, el clamor discordante de los enemigos, y se elevaba, lastimera, la voz por los hijos llorados.
11 Con igual pena fue castigado el esclavo que el amo, y el plebeyo sufría lo mismo que el rey.
12 Todos a una, con idéntico género de muerte, tenían muertos innumerables; y no bastaban los vivos para sepultarlos, porque en un instante pereció lo mejor de su estirpe.
13 Los que nada creían, debido a sortilegios, con la pérdida de los primogénitos confesaron que este pueblo era hijo de Dios.
14 Mientras plácido silencio lo envolvía todo, y la noche se encontraba a mitad de su carrera,
15 tu omnipotente palabra desde los cielos, desde el trono real, cual implacable guerrero, se lanzó en medio de la tierra destinada al exterminio, llevando por aguda espada tu decreto irrevocable.
16 Y poniéndose en pie, lo llenó todo de muerte; tocaba el cielo mientras pisaba la tierra.
17 Entonces, de repente, los perturbaron alucinaciones de sueños terribles, y temores inesperados cayeron sobre ellos.
18 Tendidos por doquier y moribundos, daban a conocer la causa de su muerte.
19 Los sueños que los habían perturbado les habían advertido, para que no perecieran sin saber por qué sufrían aquellos males.
20 La prueba de la muerte alcanzó también a los justos, y hubo en el desierto estragos numerosos, pero no duró mucho tiempo la ira.
21 Pues un varón irreprochable se apresuró a luchar por ellos con las armas de su propio ministerio
22 Y venció el enojo, no con el vigor del cuerpo, no por la fuerza de las armas, sino que con la palabra rindió a aquel que castigaba, trayéndole a la memoria los juramentos y las alianzas hechas a los padres.
23 Pues habiendo ya caído los muertos a montones unos sobre otros, levantándose en medio, atajó la cólera, y le cortó el paso hacia los vivos.
24 Sobre su vestidura talar estaba el universo entero
25 Ante esto retrocedió el exterminador atemorizado pues ya era suficiente una sola prueba de tu cólera.

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas