Eclesiástico 14 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 27 versitos |
1 Dichoso el varón que no faltó con su boca, ni tiene remordimientos por sus pecados.
2 Dichoso aquel a quien su conciencia no condena, ni pierde la esperanza.
3 Para el hombre tacaño no es hermosa la riqueza; y al hombre envidioso, ¿de qué le sirven los bienes?
4 Quien amontona a costa de s mismo, para otros amontona; otros con sus bienes se darán la gran vida.
5 Quien es tacaño para s, ¿con quién será generoso? Ni de sus propios bienes sabe disfrutar.
6 No hay hombre peor que quien se atormenta s mismo. Y ésta es la paga de su maldad:
7 si hace algún bien, lo hace por descuido, y al final manifiesta su maldad.
8 Es malo quien tiene envidia; quien vuelve el rostro y desprecia a los demás.
9 El avaro piensa que su parte es peque a; la perversa iniquidad seca el alma.
10 El tacaño hasta el pan escatima; sufre escasez en su propia mesa.
11 Hijo, sírvete de lo que tengas; y haz dignas ofrendas al Señor.
12 Acuérdate que la muerte no tarda, y que el pacto del hades no te ha sido revelado.
13 Antes de morir, haz bien al amigo; y según tus posibilidades abre tu mano y dale.
14 No te prives de día bueno; que dejes de disfrutar de un buen deseo.
15 ¿No dejarás a otro el fruto de tus fatigas y el de tus trabajos para que se reparta en suertes?
16 Da y toma, y alegra tu alma; porque no hay que buscar en el hades el placer.
17 Todo hombre envejece como vestido; que así es la ley eterna: morirás sin remisión.
18 Como hojas florecientes en árbol frondoso, que unas deja caer y otras hace florecer, así es la generación de carne y sangre: una muere y otra nace.
19 Toda obra corruptible desaparece; quien la ejecuta, con ella se irá.
20 Dichoso el hombre que se ejercita en la sabiduría y platica con su inteligencia;
21 quien medita en su corazón sus caminos y reflexiona en sus secretos;
22 quien sale tras ella como quien le sigue la pista y se está al acecho en sus caminos;
23 quien se asoma a sus ventanas y escucha a sus puertas;
24 quien se aloja muy cerca de su casa, y fija en sus muros su estaca;
25 quien levanta su tienda a su lado, y se alberga en su amable morada;
26 quien coloca a su abrigo a sus hijos, y bajo sus ramas se aloja.
27 Quien a su sombra se protege del calor, y mora en su gloria.

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Introducción a Eclesiástico

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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