II Macabeos 14 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 46 versitos |
1 Al cabo de tres años, les llegó a los partidarios de Judas la noticia de que Demetrio, hijo de Seleuco, había atracado en el puerto de Trípoli con un poderoso ejército y una flota
2 y que se había apoderado del país, después de haber dado muerte a Antíoco y a su tutor, Lisias.
3 Un tal Alcimo, que había sido antes sumo sacerdote y que en los tiempos en que estaban rotas las relaciones se había contaminado por su propia voluntad, considerando que de ningún modo había rehabilitación para él ni acceso posible al altar santo,
4 se presentó al rey Demetrio, hacia el año ciento cincuenta y uno, y le ofreció una corona de oro y una palma, además de los acostumbrados ramos de olivo del templo. Y por aquel día permaneció tranquilo.
5 Pero aprovechó una ocasión propicia a su insensatez cuando Demetrio le pidió consejo e información acerca de las disposiciones e intenciones de los judíos.
6 Respondió: "Los judíos llamados jasideos, a cuyo frente está Judas el Macabeo, fomentan la guerra y la rebelión, y no permiten que tu reino encuentre seguridad.
7 Por eso, aunque despojado de la dignidad de mis progenitores -quiero decir del sumo sacerdocio-, he venido ahora aquí,
8 en primer lugar mirando sinceramente por los intereses del rey y procurando, en segundo lugar, el bien de mis propios compatriotas; pues por la locura de los que acabo de mencionar, se encuentra en no pequeña miseria toda nuestra raza.
9 Entérate tú, oh rey, de estas cosas en particular; toma tus medidas en favor de nuestro país y de nuestra raza oprimida, conforme a la afable benignidad que tienes para con todos.
10 Mientras esté allí Judas, es imposible que los negocios encuentren paz".
11 Dicho esto, los demás amigos, que guardaban sentimientos hostiles contra Judas, se dieron prisa en inflamar más el ánimo de Demetrio.
12 Éste designó en seguida a Nicanor, que mandaba el escuadrón de elefantes, le nombró general de Judea y lo envió
13 con la orden de acabar con Judas, de dispersar a sus partidarios y de establecer a Alcimo como sumo sacerdote del más augusto templo.
14 Los gentiles de Judea, que habían huido ante Judas, se apiñaron como un rebaño en torno a Nicanor, pensando que las desgracias y calamidades de los judíos serían su propia ventura.
15 Cuando se enteraron los judíos de la expedición de Nicanor y de cómo se le habían unido los gentiles, echándose tierra sobre sí mismos, dirigían súplicas a aquel que a perpetuidad había constituido a su pueblo, y que siempre, con sus manifestaciones, había socorrido a los que eran su propia heredad.
16 A las órdenes de su jefe, parten de allí en seguida y traban batalla con los otros junto a la aldea de Desau.
17 Simón, el hermano de Judas, había venido a las manos con Nicanor, pero sufrió un pequeño revés, debido a la repentina llegada de los enemigos.
18 A pesar de esto, Nicanor, oyendo hablar de la bravura que tenían los partidarios de Judas y de la intrepidez con que combatían por su patria, temía decidir la situación por medio de la sangre.
19 Así, pues, envió a Posidonio, a Teodoto y a Matatías para concertar la paz.
20 Después de un largo examen de las condiciones, y una vez que el jefe se las comunicó a las tropas, al ver que la opinión era unánime, aprobaron los acuerdos.
21 Fijaron el día y el lugar en que se reunirían los dos en privado. De una parte y de otra se adelantó un vehículo y colocaron asientos.
22 Judas había apostado en lugares estratégicos gente armada, dispuesta a intervenir, por si acaso se produjera alguna imprevista traición de parte de los enemigos. La entrevista concluyó en acuerdo.
23 Nicanor se detuvo en Jerusalén, sin cometer ningún despropósito. Incluso disolvió las tropas que en masa se le habían incorporado.
24 Tenía a Judas continuamente en su compañía y sentía afecto por él.
25 Le aconsejó que se casara y tuviera hijos. Judas se casó, vivió feliz y llevó su vida como los demás.
26 Pero cuando Alcimo vio la buena inteligencia que reinaba entre los dos y reconsideró los acuerdos que se habían concertado, se fue a Demetrio para decirle que Nicanor abrigaba sentimientos hostiles a los intereses del Estado, pues había designado como sucesor suyo a Judas, que era enemigo del reino.
27 Fuera de sí el rey e irritado por las calumnias de aquel malvado, escribió a Nicanor, diciéndole que le disgustaban los acuerdos y mandándole que cuanto antes le remitiera al Macabeo encadenado a Antioquía.
28 Cuando le llegaron estas órdenes a Nicanor, quedó consternado y llevaba con mucho pesar tener que violar los tratados, puesto que aquel hombre no había cometido injusticia alguna.
29 Pero, como no había posibilidad de oponerse al rey, aguardaba ocasión propicia para llevarlo a cabo, valiéndose de alguna estratagema.
30 El Macabeo, por su parte, observando que Nicanor se conducía más seco en sus relaciones con él, y que llevaba con más frialdad los habituales encuentros, pensó que esta sequedad no presagiaba nada bueno; y siempre rodeado de buen número de sus partidarios, evitaba el encuentro con Nicanor.
31 Éste, dándose cuenta de que era hábilmente burlado por parte del héroe, se presentó en el augustísimo y santo templo cuando los sacerdotes ofrecían los acostumbrados sacrificios y mandó que le fuera entregado aquel hombre.
32 Al afirmar ellos bajo juramento que no sabían dónde estaba aquel a quien él buscaba,
33 extendió la diestra hacia el santuario y juró así: "Si no me entregáis preso a Judas, arrasaré este recinto consagrado a Dios, destruiré el altar y levantaré aquí un magnífico templo en honor de Diónisos".
34 Dicho esto, se retiró. Los sacerdotes, tendiendo las manos al cielo, invocaban a aquel que en todo momento toma la defensa de nuestra nación, y decían así:
35 "Tú, Señor del universo, que nada necesitas, has tenido a bien tener entre nosotros un templo para morar en él.
36 Pues bien, Señor, santo con toda santidad, conserva por siempre limpia de toda mancha esta casa que ha sido recientemente purificada".
37 Un tal Razías, uno de los ancianos de Jerusalén, fue denunciado a Nicanor. Era muy amante de sus conciudadanos, de excelente reputación, y por sus buenos sentimientos apellidado padre de los judíos.
38 En efecto, anteriormente, en los tiempos de la ruptura de relaciones, había atraído sobre sí la acusación de judaísmo, y a la defensa del judaísmo se había entregado en cuerpo y alma con todo empeño.
39 Nicanor, queriendo dejar patente la animosidad que sentía contra los judíos, envió más de quinientos soldados a prenderlo;
40 pues pensó que, apresando a este hombre, infería a los otros una gran desgracia.
41 Cuando estaba la tropa a punto de ocupar la torre, y cuando forzaban la puerta del atrio y mandaban traer fuego para quemar las puertas, Razías, viéndose acosado por todas partes, se arrojó sobre su propia espada.
42 Prefirió morir noblemente a caer en manos de aquellos criminales y recibir violencias indignas de su propia nobleza.
43 Pero, como en la precipitación de la lucha no se había dado el golpe certero, y como la gente se abría paso a través de las puertas, corrió valientemente a lo alto del muro y virilmente se arrojó sobre la multitud.
44 Ésta se apartó rápidamente haciendo un hueco, y él vino a caer en el espacio libre.
45 Respirando todavía y enardecido en su ánimo, se levantó derramando sangre a borbotones; y a pesar de las graves heridas, atravesó a la carrera por entre los soldados y se irguió sobre una escarpada roca.
46 Ya totalmente exangüe, se arrancó las entrañas, y tomándolas con ambas manos, las arrojó contra la tropa. Luego invocó al Señor de la vida y del espíritu, para que de nuevo se los devolviera, y expiró.

Patrocinio

 
 

Introducción a II Macabeos

No hay comentario

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

Patrocinio

Notas