Isaías 8 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 22 versitos |
1 Yahvéh me dijo: Procúrate una placa grande y escribe en ella con caracteres ordinarios: Mahersalaljasbaz,
2 y ponme por testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Baraquías.
3 Yo me acerqué a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo. Yahvéh me dijo: Ponle por nombre Mahersalaljasbaz,
4 porque antes que el niño sepa decir papá y mamá, la riqueza de Damasco y el botín de Samaría serán llevados ante el rey de Asiria.
5 Yahvéh me habló otra vez en estos términos:
6 Porque ha rechazado este pueblo las aguas de Siloé que corren mansamente, ante el estruendo de Resín y el hijo de Remalyá,
7 por eso ved que el Señor hace subir contra ellos las aguas del Río, poderosas y caudalosas, - al rey de Asiria y toda su gloria -, que subirán sobre sus cauces, desbordarán todas sus riberas,
8 irrumpirán en Judá, inundarán, crecerán, hasta el cuello llegarán; y el despliegue de sus alas será la anchura total de tu país,
9 ¡Sabedlo, pueblos, y temblad! ¡Oídlo, lejanías todas de la tierra! ¡ceñíos y temblad! ¡ceñíos y temblad!
10 Urdid un plan, y se deshará; decid una palabra, y no se cumplirá, porque Dios está con nosotros.
11 Que así me dijo Yahvéh cuando me tomó por la mano y me advirtió de no ir por el camino de este pueblo:
12 No llaméis conspiración a todo lo que este pueblo llama conspiración; a su temor no lo temáis ni a causa de él tembléis.
13 A Yahvéh Sebaot tendréis por conspirador, y él será vuestro temor y vuestro temblor.
14 El será causa de intriga, piedra de escándalo, roca de tropiezo para las dos casas de Israel; trampa y red para los habitantes de Jerusalén.
15 Muchos de ellos tropezarán, caerán y se romperán, se enredarán y serán cazados.
16 Enrollo el testimonio, sello la enseñanza entre mis discípulos.
17 Aguardaré a Yahvéh, que oculta su rostro a la casa de Jacob, y en él esperaré.
18 Aquí estoy yo y mis hijos, los que Yahvéh me ha dado, como señales y portentos en Israel, de parte de Yahvéh Sebaot, que habita en el monte Sión.
19 Y seguramente os dicen: Consultad a agoreros y adivinos que bisbisean y susurran. ¿No consulta un pueblo a sus dioses y acerca de los vivos a los muertos?
20 ¡A la enseñanza y al testimonio! Si no hablan de esta manera, no habrá aurora.
21 Y según ella, pasará uno oprimido y hambriento; y, al tener hambre, se irritará y maldecirá a su rey y a su Dios. Volverá su rostro hacia arriba,
22 después mirará a la tierra y sólo encontrará angustia y tinieblas, oscuridad desoladora, lobreguez de desterrado.

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Introducción a Isaías

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas