Isaías 9 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 21 versitos |
1 Pues ¿no habrá oscuridad en donde hay opresión? Como en el tiempo primero deshonró el país de Zabulón y el país de Neftalí, así en el postrero honrará la vía del mar, la parte de allá del Jordán, la Galilea de los gentiles.
2 El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los moradores del país tenebroso, una luz brilló.
3 Multiplicaste el contento, acrecentaste la alegría; se alegraron delante de ti como se alegran en la siega, como se regocijan los que se reparten el botín.
4 Porque el yugo de su carga, la vara de su hombro, el bastón de su opresor los rompiste como en el día de Madián.
5 Porque todo zapato que pisa con estrépito y el manto empapado de sangre serán combustible, pasto del fuego.
6 Porque nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo, que lleva al hombro el principado y es su nombre: Consejero Portentoso, Héroe Divino, Padre Sempiterno, Príncipe de paz.
7 Para aumento del principado y para una paz sin fin, sobre el trono de David se sentará y sobre su reino, para consolidarlo y apoyarlo en derecho y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Yahvéh Sebaot hará esto.
8 Un mensaje envió el Señor a Jacob que cayó en Israel;
9 lo conoció el pueblo entero, Efraím y los habitantes de Samaría, que decían con orgullo y soberbio corazón:
10 Si cayeron los ladrillos, con sillares construiremos; si talaron los sicómoros, con cedros los remplazaremos.
11 Pero Yahvéh suscitó a sus enemigos contra él, a sus adversarios azuzó:
12 a los de Aram al oriente, a los filisteos desde el occidente, y devoraron a Israel a boca llena. Con todo esto, no se calmó su ira, y su mano está aún extendida.
13 Pero el pueblo no volvió a quien lo hería, no buscaron a Yahvéh Sebaot.
14 Y Yahvéh cortó de Israel cabeza y cola, palma y junco en un solo día.
15 El anciano y el noble son la cabeza; el profeta, maestro de mentira, la cola.
16 Los guías de este pueblo lo extraviaron, los guiados a sí mismos se perdieron.
17 Por eso no se apiadará Yahvéh de sus jóvenes, no se compadecerá de sus huérfanos y viudas. Pues todos ellos son impíos y malvados y toda boca profiere necedades. Con todo esto, no se calmó su ira, y su mano está aún extendida.
18 Pues arde como fuego la maldad, que devora zarzas y abrojos; prende en los matorrales del bosque, que crepitan en remolinos de humo.
19 Por la ira de Yahvéh Sebaot se enciende el país, el pueblo es como alimento de fuego. Nadie tiene piedad de su hermano,
20 cada cual devora la carne de su prójimo: despedaza a derecha y queda con hambre, devora a izquierda y no se harta:
21 Manasés a Efraím, Efraím a Manases y los dos a Judá. Con todo esto, no se calmó su ira, y su mano está aún extendida.

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Introducción a Isaías

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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