Jeremías  51 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 64 versitos |
1 Así dice Yahvéh: Mirad que yo suscito contra Babilonia y contra los habitantes de Leb Qamayun viento destructor.
2 Enviaré a Babel aventadores que la aventen y asolen su país, cuando acampen frente a ella en derredor el día de la desgracia.
3 No entese el arquero su arco, no se alce con su coraza. No perdonéis a sus jóvenes, exterminad todo su ejército.
4 Caerán muertos en el país de los caldeos, traspasados en sus plazas,
5 porque su país está lleno de culpa ante el Santo de Israel. Pues Israel y Judá no están viudas de su Dios, Yahvéh Sebaot.
6 Huid de Babilonia y salve cada uno su vida; no perezcáis por su culpa, pues es el tiempo de la venganza de Yahvéh, que viene a darle su recompensa.
7 Copa de oro en manos de Yahvéh era Babel, que embriagaba a la tierra entera: de su vino bebieron las naciones, por eso las naciones se entontecieron.
8 Cayó de repente Babel y se rompió, gemid por ella; buscad bálsamo para su dolor, a ver si se cura.
9 Curamos a Babel y no sanó. Dejémosla, y vayamos cada uno a su país. Pues hasta los cielos llega su juicio, y se eleva hasta las nubes.
10 Yahvéh mostró nuestros derechos: venid y contemos en Sión la obra de Yahvéh, nuestro Dios.
11 Afilad las flechas, llenad las aljabas. Yahvéh excita el espíritu de los reyes de Media, pues su plan sobre Babel es destruirla; porque ésta es la venganza de Yahvéh, la venganza de su templo.
12 Contra los muros de Babel alzad una señal, reforzad la guardia, apostad centinelas, preparad emboscadas, porque Yahvéh planea y realiza lo que dijo sobre los habitantes de Babel.
13 ¡Oh tú que habitas junto a aguas caudalosas, rica en tesoros! Tu fin ha llegado, el plazo del corte de tu vida.
14 Yahvéh Sebaot lo ha jurado por sí mismo: ¡Aunque yo te llene de hombres como de langostas, entonarán contra ti el grito de guerra!
15 El hizo la tierra con su poder, estableció el mundo con su sabiduría y extendió el cielo con su inteligencia.
16 Cuando da una voz, hay un estruendo de aguas en el cielo y levanta las nubes de los confines de la tierra. Produce relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.
17 Todo hombre se queda entontecido, sin conocimiento, avergonzado de su ídolo todo orfebre, porque su estatua fundida es un engaño: no tienen vida,
18 son cosa vana, obra ridícula; al tiempo de su castigo perecerán.
19 No es como éstos la porción de Jacob, porque él formó el universo, y su tribu hereditaria es Israel. Yahvéh Sebaot es su nombre.
20 Martillo fuiste para mí, instrumento de guerra. Contigo martillé naciones, contigo destruí reinos;
21 contigo martillé caballo y caballero, contigo martillé carro y carretero;
22 contigo martillé hombres y mujeres, contigo martillé viejos y jóvenes; contigo martillé chicos y chicas;
23 contigo martillé pastor y rebaño, contigo martillé labrador y yunta, contigo martillé gobernadores y sátrapas.
24 Pero pagaré a Babilonia y a todos los habitantes de Caldea todo el mal que hicieron en Sión, a vuestros propios ojos - oráculo de Yahvéh -.
25 Heme aquí contra ti, montaña destructora - oráculo de Yahvéh -, que destruyes toda la tierra: extenderé mi mano contra ti, te echaré a rodar desde las rocas y te haré montaña calcinada.
26 No tomarán de ti piedra angular, ni piedra de cimientos, porque serás desolación eterna- oráculo de Yahvéh -.
27 Levantad una señal en la tierra, tocad la trompeta en las naciones, convocadlas para la guerra santa contra ella, convocad contra ella a los reinos- Ararat, Minní y Askenaz -, nombrad contra ella reclutadores, lanzad caballos como hirsutas langostas.
28 Citad a las naciones a la guerra contra ella, a los reyes de Media, a sus gobernadores, a todos sus sátrapas y a toda la tierra de su imperio.
29 Tiembla la tierra y se conmueve, porque se cumplen los planes de Yahvéh sobre Babel: hacer del territorio de Babel un desierto sin un solo habitante.
30 Dejaron de luchar los guerreros de Babel, se sentaron en los fuertes, se agotó su valor, se han convertido en mujeres. Se han quemado sus viviendas, sus cerrojos se han roto.
31 Correo corre tras correo, heraldo tras heraldo, para anunciar al rey de Babel que está tomada su ciudad por todos lados,
32 ocupados los vados, incendiados los castillos, horrorizados los guerreros.
33 Porque así dice Yahvéh Sebaot, Dios de Israel: La hija de Babel es como una era al tiempo de apisonarla; todavía un poco y le llegará el tiempo de la trilla.
34 Me devoró, me consumió Nabucodonosor, rey de Babel; me arrinconó como plato vacío, me engulló como dragón, llenó su panza, de mis delicias me expulsó.
35 ¡Caiga sobre Babel la violencia que me hizo en mi carne!, dice la población de Sión. ¡Recaiga mi sangre sobre los habitantes de Caldea!, dice Jerusalén.
36 Por eso, así dice Yahvéh: Aquí estoy defendiendo tu causa, realizando tu venganza: agotaré su mar, secaré sus fuentes.
37 Babel será una escombrera, una guarida de chacales; horror y rechifla, sin un habitante.
38 Rugen a una como leones, braman como cachorros de león.
39 Mientras están en calor, preparo su festín, los emborracho para que se mareen, y duerman un sueño eterno y no se despierten jamás - oráculo de Yahvéh -.
40 Como corderos los bajaré al matadero, como carneros y machos cabríos.
41 ¡Ay, cómo ha sido conquistada Sesak, tomada la gloria de toda la tierra! ¡Ay, cómo se ha vuelto un horror Babilonia entre las naciones!
42 Subió sobre Babilonia el mar, por la masa de las olas está cubierta.
43 Sus ciudades se han trocado en desierto, en tierra seca, y en estepa; no habita en ellas hombre alguno ni las atraviesa ningún ser humano.
44 Visitaré a Bel en Babilonia y le sacaré de la boca lo que traga. Nunca más afluirán a él las naciones, la muralla misma de Babel se desploma.
45 Sal, pueblo mío, de en medio de ella y salve cada uno su vida de la ira furibunda de Yahvéh.
46 Pero que no desmaye vuestro corazón, no temáis por el rumor que se oiga en el país, porque un año correrá un rumor y después, otro año, otro rumor: que hay violencia en el país, que un tirano sucede a otro tirano.
47 Por eso, mirad que vienen días en que castigaré a los ídolos de Babel. Todo su país estará abochornado, y en medio de él yacerán todos sus muertos.
48 Jubilarán entonces por Babel cielo y tierra y cuanto hay en ellos, cuando le vengan los devastadores- oráculo de Yahvéh -.
49 Babilonia caerá a su vez por los muertos de Israel, como por Babilonia cayeron los muertos de toda la tierra.
50 Vosotros, escapados de la espada, marchad, no os paréis; acordaos desde lejos de Yahvéh, y venga Jerusalén a vuestra mente.
51 Estamos avergonzados, porque oímos el ultraje, la ignominia cubrió nuestros rostros, porque entraron extranjeros en los santos lugares del templo de Yahvéh.
52 Por eso, mirad que vienen días- oráculo de Yahvéh -, en que castigaré a sus ídolos y en todo su país gemirán los que caigan.
53 Aunque Babel se elevara hasta los cielos, aunque hiciera inaccesible la cumbre de su fuerza, de mí le vendrían devastadores- oráculo de Yahvéh -.
54 ¡Escuchad! Se oyen gritos en Babilonia, un desastre inmenso en el país de los caldeos.
55 Es que Yahvéh devasta a Babilonia y suprime de ella el gran estruendo, aunque bramen sus olas como aguas caudalosas, y resuene el tumulto de su voz.
56 Es que viene sobre ella, sobre Babel, un devastador; sus guerreros son cazados, sus arcos se han roto. Sí; Yahvéh es un Dios de represalias que sabe desquitarse.
57 Embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a su gobernadores, a sus sátrapas y a sus guerreros, para que duerman un sueño eterno y no se despierten- oráculo del Rey, cuyo nombre es Yahvéh Sebaot -.
58 Así dice Yahvéh Sebaot: La ancha muralla de Babilonia será totalmente arrasada, y sus altos portones serán abrasados por el fuego. Los pueblos se afanan por nada, y las naciones se cansan por el fuego.
59 Misión que el profeta Jeremías encomendó a Serayá, hijo de Neriyyá, hijo de Majseyá, cuando éste fue a Babilonia con Sedecías, rey de Judá, en el riño cuarto de su reinado. Serayá era el jefe de los alojamientos.
60 Jeremías había escrito en un libro toda la desgracia que vendría sobre Babilonia, todas estas palabras que quedan escritas acerca de Babilonia.
61 Jeremías dijo, pues, a Serayá: Cuando llegues a Babilonia, a ver si lees en voz alta todas estas palabras
62 y dices: Yahvéh, tú mismo has dicho acerca de este lugar que lo ibas a destruir, de forma que no quedara en él habitante alguno, ni hombres ni animales, sino que sería una desolación eterna.
63 Pues bien, cuando hayas terminado de leer este libro, le atarás una piedra y lo arrojarás al fondo del Eufrates,
64 diciendo: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará de la desgracia que voy a enviar sobre ella. Y se cansarán. Hasta aquí las palabras de Jeremías.

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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