Isaías 38 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 22 versitos |
1 En aquellos días enfermó mortalmente Ezequías. El profeta Isaías, hijo de Amos, fue a él y le dijo: Así dice Yahvéh: Dispón lo referente a tu casa, pues vas a morir y no vivirás.
2 Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró a Yahvéh,
3 diciendo: ¡Ay, Yahvéh! Acuérdate, te lo ruego, que he caminado en tu presencia con fidelidad y con entero corazón y que he practicado lo que es bueno a tus ojos. Y Ezequías lloró copiosamente.
4 Entonces le fue dirigida a Isaías la palabra de Yahvéh en estos términos:
5 Vete a decir a Ezequías: Así dice Yahvéh, Dios de tu padre David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Mira: voy a añadir quince años a tus días.
6 Te libraré de la mano del rey de Asiría, a ti y a esta ciudad, y la protegeré.
7 Isaías respondió: Ésta será para ti la señal de parte de Yahvéh de que Yahvéh cumplirá la palabra que ha dicho.
8 Mira: voy a hacer que retroceda diez grados la sombra del cuadrante, la que ha descendido ya en el cuadrante de Ajaz, al sol. Y el sol retrocedió en el cuadrante los diez grados que había descendido.
9 Cántico de Ezequías, rey de Judá, cuando estuvo enfermo y sanó de su enfermedad:
10 Yo decía: En la mitad de mis días he de irme; en las puertas del seol se me cita para el resto de mis años.
11 Yo decía: No veré a Yahvéh en la tierra de los vivos; no contemplaré ya a nadie con los habitantes del mundo.
12 Mi morada se me arranca, se me quita como tienda de pastores. Enrollé como tejedor mi vida, él me corta la trama. Del día a la noche me acabas;
13 pido auxilio hasta el amanecer. Como león, así rompe todos mis huesos, del día a la noche me acabas.
14 Como golondrina, así triso, zureo como paloma. Desfallecen mis ojos mirando a lo alto. ¡Señor, estoy oprimido, protégeme!
15 ¿Qué hablaré? Él me lo dijo y él lo ha hecho: andaré todos mis días, pasada la amargura de mi alma.
16 Con quienes está Yahvéh vivirán y entre ellos se cumplirá la vida de mi espíritu: Tú me curarás. ¡Dame la vida!
17 Mirad, en salud se cambió mi amargura. Tú has preservado mi vida de la fosa de la ruina, pues te has echado a la espalda todos mis pecados.
18 Que el seol no te alaba ni la muerte te celebra. No esperan los que bajan a la fosa en tu fidelidad.
19 Los vivos, los vivos te alaban como yo hago hoy. El padre a los hijos dará a conocer tu fidelidad.
20 Yahvéh me salva; por eso tocaremos las arpas todos los días de nuestra vida en el templo de Yahvéh.
21 Isaías dijo: Que traigan un emplasto de higos, que lo apliquen a la úlcera, y sanará.
22 Ezequías dijo: ¿Cuál es la señal de que subiré al templo de Yahvéh?

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Introducción a Isaías

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas