Salmos 35 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 28 versitos |
1 De David.

Impugna, Señor, a los que a mí me impugnan, combate tú contra los que me hacen guerra;
2 toma escudo y broquel y surge en mi socorro;
3 enristra tú la lanza, al encuentro de mis perseguidores, y dame la palabra: Yo soy tu salvación.
4 Confundidos se vean y humillados los que buscan mi vida, retrocedan en deshonra los que fraguan mi mal.
5 Que se tornen igual que paja ante el viento, acosados del ángel de Yahvéh ;
6 que su camino se haga tiniebla y resbaladero, y el ángel de Yahvéh que los hostiga.
7 Sin motivo me tienden asechanzas, sin motivo me excavan una fosa.
8 Que la ruina imprevista los sorprenda, en las redes que tienden sean cogidos, y en la fosa que excavan caigan ellos.
9 Mi alma exultará en el Señor, se alegrará con su socorro.
10 Dirán todos mis huesos: ¿Quién, Señor, como tú, que libras al pequeño del más fuerte, al pobre e indigente, de quienes los despojan?
11 Testigos violentos se levantan, y sobre cosas que ignoro me interrogan.
12 Me vuelven mal por bien, despojando mi vida.
13 Cuanto a mí, cuando eran ellos los pacientes, mi vestido era el saco, humillaba el vigor con el ayuno, y en mi seno repercutía mi plegaria.
14 Cual por deudos y hermanos, andaba yo impaciente, como en duelo por la madre, triste y mustio.
15 Y ahora, en mi caída, se alegran ellos, se reúnen, confabulan para asestarme el golpe de improviso, y destrozan sin tregua.
16 Hacen mofas de impíos, rechinando sus dientes contra mí.
17 ¿Cuánto tiempo, Señor, lo estarás viendo? Recupera mi alma a sus asaltos, mi vida, de los cachorros de leones.
18 Yo en la gran asamblea he de alabarte, he de ensalzarte en la gran congregación.
19 No se rían de mí mis falaces enemigos, ni se guiñen el ojo los que sin causa me aborrecen.
20 No hablan nunca de paz, contra los mansos del país meditan el engaño.
21 Abren ancha su boca contra mí, para decir: Aja, aja; al fin lo vieron nuestros ojos.
22 Tú, Señor, que lo ves, no estés callado, mi Señor, no te tengas a distancia. -
23 Despierta y recuerda en favor de mi derecho, mi Dios y mi Señor, en defensa de mi causa.
24 Véngame tú, Señor, mi Dios, conforme a tu justicia, no se rían de mí.
25 Que no puedan pensar en su interior. Aja, nuestro deseo; que no puedan decir: Lo hemos engullido.
26 Confundidos se vean y burlados cuantos gozan de mi mal; que se cubran de afrenta y confusión los que se engríen contra mí.
27 Que se alegren y gocen los que quieren mi bien; puedan siempre decir: Ensalzado sea el Señor, que se complace en la ventura de su siervo.
28 Mi lengua ha de cantar tu providencia, tus alabanzas, todo el día.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas