Job  41 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 34 versitos |
1 ¿Pescas tú a Leviatán con anzuelo? ¿Atas su lengua con una cuerda?
2 ¿Le pasas un junco por la nariz, o le agujereas con un garfio la mandíbula?
3 ¿Te dirigirá frases suplicantes, o te ofrecerá buenas palabras?
4 ¿Llegará a un acuerdo contigo para servirte de por vida?
5 ¿Te será divertido como un pajarillo? ¿Lo atarás para solaz de tus hijas?
6 ¿Lo venderán las compañías de pesca? ¿Lo distribuirán entre los mercaderes?
7 ¿Acribillarás, con saetas, su piel o le clavarás un harpón en la cabeza?
8 Prueba a ponerle encima la mano: recordando la escaramuza, no la repetirás.
9 Tu esperanza sería engañosa: sólo con verlo, caerías por tierra.
10 No hay quien se atreva a provocarlo. ¿Quién sería capaz de resistirlo?
11 ¿Quién fue a su encuentro impunemente? ¡Nadie bajo la capa del cielo!
12 No pasaré sin hablar de sus miembros, hablaré de su fuerza incomparable.
13 ¿Quién abrió la envoltura de su manto y penetró en su doble coraza?
14 ¿Quién abrió la puerta de sus fauces? ¡El cerco de sus dientes infunde terror!
15 Su dorso lo forman hileras de escudos, cerrados con sólido sello;
16 tan estrechamente unidos están, que no dejan paso al aire;
17 encajan unos con otros, tan juntos que no pueden separarse.
18 Sus estornudos despiden luz, sus ojos son como los párpados de la aurora.
19 De su boca salen antorchas, centellas de fuego saltan de sus fauces.
20 De sus narices salen vapores como de caldera que hierve al fuego.
21 Su soplo enciende carbones, llamas dimanan de sus fauces.
22 En su cuello se asienta la fuerza, por delante de él va el espanto.
23 Las mollas de su carne son compactas: se las oprime, y no se inmutan.
24 Su corazón es duro como roca, duro como piedra de molino.
25 Cuando se alza, temen las aguas, y las olas del mar retroceden.
26 La espada que lo alcanza no se clava, ni la lanza, ni el dardo, ni la flecha.
27 El hierro es para él como paja, y el bronce como tronco podrido.
28 Las flechas del arco no lo ahuyentan, las piedras de la honda le parecen briznas de paja.
29 Considera la maza como estopa, se burla del venablo vibrante.
30 Tiene por debajo puntas de teja, como un trillo va marcando el barro.
31 Hace hervir el abismo como una caldera, transforma el mar en un pebetero.
32 Deja tras sí un surco luminoso; el océano parece encanecido.
33 En la tierra no tiene semejante, de tan intrépido como fue creado.
34 Mira de frente a los más altos: es rey de todas las bestias feroces.

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Introducción a Job 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas