Judith 16 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 25 versitos |
1 Dijo Judit: "Entonad a mi Dios un canto con tímpanos, cantad al Señor con címbalos, componedle un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su nombre.
2 Porque el Señor es Dios que extermina las guerras, porque, fijando su tienda en medio del pueblo, me arrancó de la mano de mis perseguidores.
3 Vino el asirio de las montañas del norte; vino con miríadas de su ejército, su multitud obstruyó los torrentes y su caballería cubrió las colinas.
4 Proyectó incendiar mis territorios, pasar por la espada a mis jóvenes, aniquilar a mis niños de pecho, exponer al saqueo a mis niños, llevarse por botín a mis vírgenes.
5 Por mano de mujer, desbarató sus planes el Señor omnipotente.
6 Pues no sucumbió su caudillo por manos de jóvenes, ni hijos de titanes lo abatieron, ni lo vencieron monstruosos gigantes, sino que Judit, la hija de Merarí, con la hermosura de su rostro lo deshizo.
7 Ella se quitó los vestidos de viuda para exaltación de los afligidos de Israel; se ungió con perfumes el rostro,
8 prendió con diadema sus cabellos, túnica de lino se vistió por seducirlo.
9 Su sandalia le arrebató los ojos, y su hermosura le cautivó el alma. ¡Pero el alfanje le cercenó el cuello!
10 Los persas se aterraron por su audacia; los medos se pasmaron por su arrojo.
11 Entonces mis humildes gritaron, y aquéllos quedaron espantados; clamaron mis débiles, y aquéllos se aterraron; levantaron su voz, y aquéllos se dieron a la fuga.
12 Hijos de jovencitas los acribillaron, los hirieron como a desertores. ¡Ante las huestes de mi Señor perecieron!
13 Cantaré a mi Dios un himno nuevo
14 Sírvate a ti la creación entera, porque tú lo dijiste y las cosas fueron hechas. Enviaste tu espíritu y las hizo; no hay quien se oponga a tu voz.
15 Los montes desde sus cimientos serán sacudidos por las olas; como cera se derretirán las rocas en tu presencia. Pero siempre, con aquellos que te temen, te mostrarás propicio.
16 Porque poco es todo sacrificio de calmante aroma y apenas nada toda la grasa en holocausto para ti. Pero quien teme al Señor es grande para siempre.
17 ¡Ay de las naciones que contra mi raza se alzan! El Señor omnipotente les dará el castigo en el día del juicio; fuego y gusanos meterá en sus carnes, y gemirán de dolor eternamente".
18 Cuando llegaron a Jerusalén, adoraron a Dios y luego, una vez purificado el pueblo, ofrecieron sus holocaustos, sus ofrendas espontáneas y sus ofrendas votivas.
19 Judit ofreció todos los objetos de Holofernes que el pueblo le había cedido, y entregó a Dios en anatema el dosel que ella misma había tomado de su alcoba.
20 Tres meses pasó el pueblo en Jerusalén, lleno de alegría, ante el santuario. Y Judit permaneció con ellos.
21 Pasados aquellos días, se volvió cada uno a su heredad. También Judit regresó a Betulia y siguió en posesión de sus bienes. Durante toda su vida fue muy famosa en todo el país.
22 Muchos la pretendieron; pero ella no quiso tener relaciones con ningún hombre en todos los días de su vida, desde que su marido Manasés murió y fue a reunirse con su pueblo.
23 Ella fue prosperando en gran manera. Pasó su ancianidad en casa de su marido hasta llegar a la avanzada edad de ciento cinco años. Concedió la libertad a su sierva y murió en Betulia. Fue sepultada en la tumba de su marido Manasés.
24 Toda la casa de Israel hizo duelo por ella durante siete días. Antes de morir, repartió sus bienes entre todos los parientes más cercanos de su marido Manasés, y entre los de su propia familia.
25 Nadie hubo ya que infundiera temor a los israelitas en los días de Judit, ni después de su muerte durante mucho tiempo.

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Introducción a Judith

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas