II Crónicas  5 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 14 versitos |
1 Así quedó terminada toda la obra que Salomón realizó para el templo de Yahvéh. Luego Salomón hizo traer todo lo que su padre David había consagrado: la plata, el oro y todos los objetos los puso en el tesoro del templo de Dios.
2 En aquella ocasión Salomón reunió en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los jefes de las casas paternas de los hijos de Israel, para subir el arca de la alianza de Yahvéh desde la ciudad de David, es decir, desde Sión.
3 Reuniéronse en torno al rey todos los hombres de Israel en la fiesta del mes séptimo.
4 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los levitas tomaron el arca
5 y la subieron juntamente con la tienda de la reunión y con todos los objetos sagrados que había en la tienda. Los subieron los sacerdotes levitas.
6 Entonces el rey Salomón y toda la comunidad de Israel, reunida en torno suyo, sacrificaron ante el arca tal cantidad de corderos y bueyes que no se podría contar ni calcular.
7 Los sacerdotes introdujeron el arca de la alianza de Yahvéh en su lugar, en el debir del templo, en el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines;
8 pues los querubines tenían extendidas las alas sobre el lugar del arca, y así cubrían por encima el arca y sus varales.
9 Los varales eran tan largos que sus remates se veían desde el lugar santo delante del debir, aunque no se veían desde el exterior. Y allí están hasta el día de hoy.
10 En el arca no había más que las dos tablas que había puesto en ella Moisés, en Horeb, donde Yahvéh pactó alianza con los hijos de Israel después de sacarlos de Egipto.
11 Cuando los sacerdotes salieron del santuario - pues todos los sacerdotes que allí se hallaban se habían santificado sin guardar orden de clases -,
12 y todos los levitas cantores, con Asaf, Hernán, Yedutún, con sus hijos y hermanos, vestidos de lino fino, estaban de pie con címbalos, arpas y cítaras, al oriente del altar, y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas,
13 sucedió que trompeteros y cantores al unísono hacían oír su voz, alabando y celebrando a Yahvéh, y elevaba el sonido de las trompetas, de los címbalos y de los instrumentos músicos en alabanza de Yahvéh, porque es bueno, porque su misericordia es eterna. Y en aquel momento, una nube llenó el templo de Yahvéh,
14 de forma que los sacerdotes no pudieron permanecer en pie, en su ministerio, a causa de la nube, porque la gloria de Yahvéh llenaba el templo de Dios.

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Introducción a II Crónicas 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas