Salmos 39 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 13 versitos |
1 Del director; según Yedutún. Salmo, de David.

Yo había dicho: Guardaré mi camino de pecar con mi lengua; pondré freno a mi boca, mientras esté el impío en mi presencia.
2 Hundido en el silencio, callado ante la suerte, mis dolores se hicieron más profundos,
3 mi corazón ardía en mi interior y de mi cavilar brotaban llamas. Y entonces di a mi lengua rienda suelta.
4 Hazme, Señor, saber mi fin y cuál es la medida de mis días, para ver cuan efímera es mi suerte.
5 Velo: hiciste mis días de unos palmos, mi existencia ante ti, como una nada: en total no es más que un soplo cuanto el hombre subsiste. Selah
6 Como una mera imagen pasa el hombre, inquietándose en vano: amontona y no sabe quién ha de recoger.
7 Y con esto, Señor, ¿qué puedo yo esperar? Mi esperanza está en ti.
8 Presérvame de toda rebeldía, no me expongas a las afrentas de los necios.
9 Yo me callo, no quiero abrir mi boca, pues eres tú quien obra.
10 Desvía tus azotes, pues tu mano agresiva me consume.
11 En pena de sus culpas, castigas al humano, corroes, como la tina, su belleza: el hombre es sólo un soplo. Selah
12 Oye, Señor, mi súplica, escucha mis pesares, no te mantengas sordo ante mis lágrimas. Yo soy un extranjero junto a ti, un peregrino, como todos mis antepasados.
13 Desvía tu mirada, que pueda serenarme, antes de que me vaya y ya no exista.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas