Jueces 9 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 57 versitos |
1 Abimélek, hijo de Yerubbaal, marchó a Sikem para estar con los hermanos de su madre, y les habló, a ellos y a la familia entera de la casa paterna de su madre, en estos términos:
2 Decid, por favor, a oídos de todos los principales de Sikem: ¿Qué es mejor para vosotros, que reinen sobre vosotros setenta hombres, hijos todos ellos de Yerubbaal, o que reine sobre vosotros uno solo? Y tened en cuenta que soy hueso vuestro y carne vuestra.
3 Los hermanos de su madre comunicaron acerca de él estas palabras a todos los principales de sikem, y el corazón de éstos se inclinó hacia Abimélek, pues se decían: Es nuestro hermano,
4 y le dieron setenta siclos de plata del templo de BaalBerit, con los que Abimélek tomó a sueldo a hombres vagos y aventureros que le siguieron.
5 Se dirigió entonces a casa de su padre, en Ofrá, y asesinó a sus hermanos, hijos de Yerubbaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Sobrevivió sólo Yotam, el hijo menor de Yerubbaal, porque logró ocultarse.
6 Reuniéronse luego todos los principales de sikem y todo BetMiHó; y proclamaron rey a Abimélek junto a la encina de la estela que hay en sikem.
7 Cuando se. lo anunciaron a Yotam, éste fue a situarse en la cima del monte Garizim, levantó su voz, y les dijo a gritos: ¡Escuchadme, principales de Sikem, y que Dios os oiga!:
8 Pusiéronse en camino los árboles para ungir un rey sobre ellos, y dijeron al olivo: ¡Sé nuestro rey!
9 Pero el olivo les respondió: ¿Voy a privarme de mi pingüe jugo, con el cual, gracias a mí, son honrados dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?
10 Dijeron entonces los árboles a la higuera: ¡Ven tú, y reina sobre nosotros!
11 Pero la higuera les respondió: ¿Voy a renunciar a mi dulzura, a mis apetitosos frutos, para ir a mecerme sobre los árboles?
12 Dijeron entonces los árboles a la vid: ¡Ven tú, y reina sobre nosotros!
13 Pero la vid les respondió: ¿Voy a renunciar a mi mosto, que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?
14 Dijeron entonces los árboles todos a la zarza: ¡Ven tú, y reina sobre nosotros!
15 Y la zarza respondió a los árboles: Si de verdad me queréis ungir para que reine sobre vosotros, venid a refugiaros bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del Líbano.
16 Ahora bien, ¿habéis procedido con verdad y con rectitud al elegir rey a Abimélek? ¿Os habéis portado bien con Yerubbaal y con su casa? ¿Lo habéis tratado conforme a los méritos de sus hechos?
17 Mi padre combatió por vosotros, arriesgó su vida y os libró del poder de Madián.
18 Vosotros, en cambio, os habéis alzado hoy contra la casa de mi padre, habéis asesinado a sus hijos, setenta hombres, sobre una misma piedra, y habéis proclamado rey a Abimélek, hijo de su esclava, sobre los principales de Sikem, porque es hermano vuestro.
19 Si, pues, con verdad y con rectitud os habéis portado hoy con Yerubbaal y con su casa, alegraos con Abimélek, y que él se alegre también con vosotros.
20 Pero, si no es así, que salga fuego de Abimélek y devore a los principales de Sikem y de BetMiHó, y que salga fuego de los principales de Sikem y de BetMiHó y que devore a Abimélek.
21 Yotam huyó y se puso a salvo yéndose a Beer; y allí habitó, para estar lejos de su hermano Abimélek.
22 Abimélek dominó sobre Israel durante tres años.
23 Pero Dios mandó un espíritu malo de discordia entre Abimélek y los principales de Sikem, hasta el punto de que éstos traicionaron a Abimélek.
24 Con ello se devolvió la violencia hecha a los setenta hijos de Yerubbaal, y se hizo recaer la sangre de éstos sobre Abimélek, su hermano, que los había asesinado, y sobre los principales de Sikem, que le habían ayudado a matar a sus hermanos.
25 Los principales de Sikem pusieron emboscadas en las cimas de los montes para desvalijar a cuantos pasaban por el camino junto a ellos. De ello se dio parte a Abimélek.
26 Por aquel entonces, llegó Gáal, hijo de Ébed, con sus hermanos y, al pasar por Sikem, se ganó la confianza de los principales de Sikem.
27 Salieron, pues, éstos a la campiña, vendimiaron sus viñas, pisaron las uvas, organizaron gran fiesta y entraron en el templo de su dios; y mientras comían y bebían, maldecían a Abimélek.
28 Dijo entonces Gáal, hijo de Ébed: ¿Quién es Abimélek y qué es Sikem, para que les sirvamos? ¿Acaso no es hijo de Yerubbaal, y Zebul su lugarteniente? Servid a los hombres de Jamor, padre de Sikem. Pero ¿porqué nosotros hemos de servir a aquél?
29 ¡Quién me diera este pueblo en mis manos, para poder yo eliminar a Abimélek! Yo le diría: Refuerza tu ejército, y sal a luchar.
30 Al oír Zebul, gobernador de la ciudad, las palabras de Gáal, hijo de Ébed, montó en cólera,
31 y con astucia envió emisarios a Abimélek para avisarle: Mira que Gáal, hijo de Ébed, y sus hermanos, han llegado de Sikem y están soliviantando la ciudad contra ti.
32 Así que sal de noche, tú y el pueblo que está contigo, y tiende una emboscada en la campiña.
33 Y de mañana, al salir el sol, parte en seguida y lánzate contra la ciudad; y entonces, él y la gente que con él está saldrán hacia ti, y tú harás con él según se te presenten las circunstancias.
34 Abimélek salió de noche con toda su gente, y tendieron una emboscada junto a Sikem, divididos en cuatro grupos.
35 Gáal, hijo de Ébed, salió y se detuvo a la entrada de la puerta de la ciudad; y en aquel momento, Abimélek y su gente surgieron de la emboscada.
36 Divisó Gáal a la gente, y dijo a Zebul: Mira la gente que baja de las cumbres de los montes. Zebul le respondió: Las sombras de los montes te parecen hombres.
37 Volvió a decirle Gáal: Mira cómo baja gente del ombligo de la tierra, mientras otro grupo viene por el camino de la encina de los Adivinos.
38 Entonces Zebul le dijo: ¿Dónde están ahora tus fanfarronadas de cuando decías: ¿Quiénes Abimélek para que le sirvamos? ¿No es ése el pueblo al que despreciaste? Sal, pues, ahora, y combate contra él.
39 Salió entonces Gáal al frente de los principales de Sikem, y presentó combate a Abimélek;
40 pero Abimélek le persiguió y Gáal logró huir de delante de él. Muchos de los suyos cayeron traspasados a la entrada de la puerta.
41 Después Abimélek habitó en Anima, y Zebul expulsó a Gáal y a sus hermanos, sin dejarles habitar en Sikem.
42 Al día siguiente salió el pueblo al campo, y se lo avisaron a Abimélek.
43 Tomó éste a su gente, la dividió en tres grupos y tendió una emboscada en el campo. Cuando vio que el pueblo salía de la ciudad, surgió contra ellos y los derrotó.
44 Abimélek y los de su grupo atacaron y se detuvieron a la entrada de la puerta de la ciudad, mientras los otros dos grupos se lanzaron contra todos los que estaban en el campo y los derrotaron.
45 Abimélek atacó la ciudad durante todo aquel día, se apoderó al fin de ella y dio muerte a toda su población. Después arrasó la ciudad, y la sembró de sal.
46 Al enterarse de esto todos los principales, que estaban en la torre de Sikem, se metieron en la cripta del templo de ElBerit.
47 Le fue comunicado a Abimélek que todos los principales de la torre de Sikem se habían reunido allí.
48 Entonces Abimélek subió al monte Salmón con toda su gente, tomó en su mano el hacha, cortó una rama de árbol y, levantándola, se la echó al hombro y dijo a su gente: ¡Daos prisa; haced lo que me habéis visto hacer!
49 Y toda la gente cortó también cada uno una rama; siguieron tras de Abimélek, y colocaron las ramas sobre la cripta y le prendieron fuego. Perecieron así todos los que estaban en la torre de Sikem: unas mil personas entre hombres y mujeres.
50 Después Abimélek se dirigió a Tebés, la sitió y se apoderó de ella.
51 Había una torre fuerte en medio de la ciudad, donde se refugiaron todos los hombres y mujeres y todos los principales de la ciudad; se encerraron dentro y se subieron a la terraza de la torre.
52 Abimélek llegó hasta la torre para atacarla, y se acercó a la entrada de la misma para prenderle fuego.
53 Pero entonces, una mujer lanzó sobre la cabeza de Abimélek la piedra superior de un molino, y le rompió el cráneo.
54 El llamó en seguida a su joven escudero, y le dijo: Desenvaina tu espada y mátame, para que nadie diga de mí: Una mujer lo ha matado. Su escudero lo traspasó, y él murió.
55 Cuando los israelitas vieron que Abimélek había muerto, se fueron cada uno a su lugar.
56 Así devolvió Dios a Abimélek el mal que había hecho a su padre, asesinando a sus setenta hermanos.
57 Y asimismo hizo Dios que todo el mal de los hombres de Sikem recayera sobre sus cabezas, y que se cumpliera así sobre ellos la maldición de Yotam, hijo de Yerubbaal.

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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