I Macabeos 1 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 64 versitos |
1 Alejandro el macedonio, hijo de Filipo, salió del país de los queteos, derrotó a Darío, rey de los persas y de los medos, y empezó a reinar en su lugar. Ya antes había implantado su reino en la Hélade.
2 Emprendió muchas campañas bélicas, se apoderó de fortalezas y dio muerte a reyes de diversos países.
3 Llegó hasta los confines de la tierra y tomó despojos de multitud de pueblos. Enmudeció la tierra en su presencia, y su corazón se llenó de altivez y de orgullo.
4 Reunió un poderosísimo ejército y dominó sobre provincias, naciones y reyezuelos, que se le hicieron tributarios.
5 Después de esto cayó en cama y conoció que iba a morir.
6 Convocó entonces a sus generales, a los nobles que se habían educado con él desde la juventud, y, aún en vida, dividió su reino entre ellos.
7 Doce años llevaba reinando Alejandro cuando murió.
8 Sus generales tomaron posesión del poder, cada uno en su territorio.
9 Muerto Alejandro, todos ellos se ciñeron la corona, y sus hijos después de ellos, durante muchos años; multiplicando los males sobre la tierra.
10 De entre ellos salió un vástago inicuo, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma. Inició su reinado el año ciento treinta y siete del imperio de los griegos.
11 En aquellos días surgieron en Israel hombres inicuos que sedujeron a muchos, diciendo: "Vayamos a pactar alianza con los gentiles que nos rodean, pues desde que nos separamos de ellos nos han sobrevenido muchos males".
12 Fue bien acogida esta propuesta.
13 Algunos del pueblo pusieron mucho empeño en el asunto y se dirigieron al rey, quien les dio autorización para seguir las costumbres de los gentiles.
14 Construyeron en Jerusalén un gimnasio al uso de los paganos;
15 se injertaron prepucios apartándose de la alianza santa; se pusieron bajo el mismo yugo que los gentiles y se vendieron para hacer el mal.
16 Cuando Antíoco estimó que ya tenía consolidado el reino, concibió el proyecto de apoderarse de Egipto, para ser rey de los dos reinos.
17 Entró en Egipto con un poderoso ejército; con carros y elefantes, con caballería y con una gran flota.
18 Trabó combate contra Tolomeo, rey de Egipto; Tolomeo rehuyó el combate y se dio a la fuga. Cayeron muchos heridos.
19 Antíoco ocupó las plazas fuertes que había en tierra de Egipto y saqueó el país.
20 Después de derrotar a Egipto, Antíoco emprendió el camino de regreso en el año ciento cuarenta y tres. Subió contra Israel y llegó a Jerusalén con un poderoso ejército.
21 Entró con insolencia en el santuario, se llevó el altar de oro, el candelabro de la luz y todos sus utensilios,
22 la mesa de los panes, los vasos para las libaciones, las copas y los incensarios de oro, el velo y las coronas; y arrancó todo el decorado de oro que cubría la fachada del templo.
23 Tomó la plata, el oro, los objetos preciosos y los tesoros ocultos que pudo hallar.
24 Con todo ello se volvió a su tierra, después de haber hecho gran matanza y de haber proferido palabras de inaudita insolencia.
25 Así sobrevino un gran duelo en todos los lugares de Israel.
26 Jefes y ancianos gimieron; doncellas y jóvenes perdieron su vigor, se marchitó la belleza de las mujeres.
27 El recién desposado entonó un lamento; sentada en el tálamo nupcial, la esposa fue presa de angustia.
28 Tembló la tierra por sus moradores, y toda la casa de Jacob se cubrió de ignominia.
29 Pasados dos años, envió el rey a un jefe de tributos a las ciudades de Judá; llegó a Jerusalén con numerosas tropas,
30 les habló con falsía palabras de paz y ellos le dieron fe. Pero se arrojó de repente sobre la ciudad, causó en ella gran estrago y acabó con mucha gente de Israel.
31 Saqueó e incendió la ciudad y arrasó sus casas y las murallas que la cercaban.
32 Se llevaron cautivas a las mujeres y a los niños y se apoderaron de los ganados.
33 Luego fortificaron la Ciudad de David con una grande y sólida muralla y torres fortísimas, y la convirtieron en ciudadela.
34 Instalaron allí gente malvada, hombres sin ley, que se hicieron fuertes en ella.
35 Se aprovisionaron de armas y vituallas y depositaron en ella todo el botín conseguido con el saqueo de Jerusalén. Vinieron a ser una permanente amenaza.
36 Esto fue una amenaza para el santuario, un maligno enemigo de Israel en todo tiempo.
37 Sangre inocente derramaron en torno al santuario y profanaron el recinto sagrado.
38 Por su causa huyeron los habitantes de Jerusalén, que vino a ser morada de extranjeros; extraña se hizo a sus nativos, pues sus propios hijos la abandonaron.
39 Su santuario quedó desolado como un desierto; sus fiestas se trocaron en duelo, sus sábados en oprobio, su honor en desprecio.
40 Cuanta fue su gloria fue ahora su deshonra; su esplendor se cambió en duelo.
41 Publicó el rey un edicto en todo su reino para que todos fueran un solo pueblo
42 y para que cada uno abandonara sus costumbres. Todos los gentiles se acomodaron a la palabra del rey.
43 También muchos israelitas aceptaron el culto oficial, sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado.
44 Por medio de mensajeros envió el rey cartas a Jerusalén y a las ciudades de Judá, para que siguieran costumbres extrañas al país.
45 Debían excluir del santuario holocaustos, sacrificios y libaciones; profanar sábados y fiestas;
46 contaminar el santuario y los lugares santos;
47 construir altares, recintos sagrados y santuarios idolátricos; ofrecer en sacrificio puercos y animales impuros;
48 dejar a sus hijos sin circuncidar; mancillarse a sí mismos con toda clase de impurezas y de abominaciones,
49 de modo que olvidaran la ley y cambiaran todas sus costumbres.
50 Y quien no obrara conforme a este decreto del rey, debía morir.
51 En estos términos escribió a todo su reino. Nombró, además, inspectores sobre todo el pueblo y ordenó a las ciudades de Judá que en todas ellas se ofrecieran sacrificios.
52 Se les unieron muchos del pueblo, todos los que abandonaban la ley, y causaron males en el país,
53 con lo que obligaron a Israel a ocultarse en toda suerte de refugios.
54 El día quince de kisleu, en el año ciento cuarenta y cinco, edificó sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la desolación. También levantaron altares en las ciudades circunvecinas de Judá.
55 Quemaban incienso a las puertas de las casas y en las plazas
56 y rasgaban y arrojaban a las llamas los libros de la ley que podían encontrar.
57 Si alguien poseía un libro de la alianza, o se sabía que era partidario de la ley, se le condenaba a muerte en virtud de este decreto del rey.
58 Valiéndose de su poder, mes tras mes actuaban contra Israel, contra los que eran descubiertos en las ciudades.
59 El veinticinco del mes ofrecían sacrificios en el ara que había sobre el altar de los holocaustos.
60 A las mujeres que habían circuncidado a sus hijos les daban muerte conforme al edicto,
61 con sus criaturas colgadas al cuello, y ejecutaban a sus familiares y a todos cuantos habían participado en la circuncisión.
62 Sin embargo, muchos en Israel se mantuvieron firmes y tuvieron el valor de negarse a comer cosas impuras.
63 Prefirieron la muerte antes que contaminarse con los alimentos y profanar la alianza santa. Y por eso murieron.
64 Grande fue la cólera que se desató sobre Israel.

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Introducción a I Macabeos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas