II Crónicas  18 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 34 versitos |
1 Tuvo Yosafat muchas riquezas y gloria, y emparentó con Ajab.
2 Al cabo de algunos años bajó a Samaría para visitar a Ajab. Ajab sacrificó para él y para la gente que le acompañaba gran cantidad de ganado mayor y menor, y le incitó a que subiese con él contra Ramot de Galaad.
3 Ajab, rey de Israel, dijo a Yosafat, rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo a Ramot de Galaad? A lo que él respondió: Una misma cosa somos tú y yo, mi pueblo y tu pueblo. Contigo estaremos en el combate.
4 Pero Yosafat dijo al rey de Israel: Consulta hoy, por favor, el oráculo de Yahvéh.
5 Reunió el rey de Israel a los profetas, cuatrocientos hombres, y les preguntó: ¿Debemos ir a luchar contra Ramot de Galaad o debo desistir de ello? Y le respondieron: Sube; que Dios la entregará en manos del rey.
6 Pero Yosafat preguntó: ¿No hay aquí ningún profeta de Yahvéh, para que por medio de él consultemos?
7 El rey de Israel respondió a Yosafat: Todavía queda un hombre por medio del cual se puede consultar a Yahvéh ; pero yo siento aversión hacia él, porque nunca me profetiza bienes, sino solamente males. Es Miqueas, hijo de Yimlá. Yosafat le dijo: No hable el rey así.
8 Llamó entonces el rey de Israel a un eunuco y le dijo: Tráeme en seguida a Miqueas, hijo de Yimlá.
9 El rey de Israel y Yosafat, rey de Judá, estaban sentados cada uno en su trono, vestidos con traje real, en la era que hay a la entrada de la puerta de Samaría, mientras todos los profetas se dedicaban a profetizar delante de ellos.
10 Y Sedecías, hijo de Kenaaná, que se había hecho unos cuernos de hierro, exclamaba: Así habla Yahvéh: Con éstos acornearás a los arameos hasta aniquilarlos.
11 Y lo mismo vaticinaban todos los profetas diciendo: Sube a Ramot de Galaad, y tendrás éxito, porque Yahvéh la entregará en manos del rey.
12 Por su parte, el mensajero que había ido a llamar a Miqueas, le habló de este modo: Mira que los oráculos de los profetas son unánimemente de buen augurio para el rey; que tu palabra sea igual que las de ellos, y anuncies cosas buenas.
13 Pero Miqueas respondió: Vive Yahvéh, que sólo diré lo que mi Dios me diga.
14 Presentado al rey, el rey le preguntó: Miqueas, ¿hemos de ir a luchar contra Ramot de Galaad, o debo desistir de ello? Él le respondió: Subid, y tendréis éxito, pues serán entregados en vuestras manos.
15 Pero el rey le dijo: ¿Cuántas veces he de conjurarte a que no me digas más que la verdad en nombre de Yahvéh?
16 Respondió él: He visto a todo Israel disperso por los montes, como ovejas que no tienen pastor. Y Yahvéh dijo: No tienen dueño; que cada cual vuelva en paz a su casa.
17 Dijo entonces el rey de Israel a Yosafat: ¿No te decía yo que nunca me profetiza bienes, sino solamente males?
18 Y prosiguió Miqueas: Escuchad ahora el oráculo de Yahvéh: He visto a Yahvéh sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba a su derecha y a su izquierda.
19 Y preguntó Yahvéh: ¿Quién seducirá a Ajab, rey de Israel, para que suba y perezca en Ramot de Galaad? Y uno proponía una cosa, y otro otra.
20 Entonces surgió el espíritu, se puso delante de Yahvéh y dijo: Yo lo seduciré. Yahvéh le preguntó: Pero ¿cómo?
21 Respondió él: Saldré y me haré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Dijo Yahvéh: Tú vas a conseguir seducirlo. Sal, y hazlo así.
22 Ahora, pues, Yahvéh ha puesto espíritu de mentira en la boca de estos profetas tuyos, porque Yahvéh ha decretado contra ti la desventura.
23 Entonces Sedecías, hijo de Kenaaná, se acercó, le dio a Miqueas una bofetada en la mejilla y le dijo: ¿Por dónde se ha retirado de mí el espíritu de Yahvéh para hablarte a ti?
24 Respondió Miqueas: Ya lo verás el día en que vayas de alcoba en alcoba para esconderte.
25 El rey de Israel ordenó: Prended a Miqueas, llevadlo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Yoás, hijo del rey,
26 y decidle: Así ha ordenado el rey: Metedlo en la cárcel, y tenedlo a pan y agua con escasa ración, hasta que yo vuelva en paz.
27 Pero contestó Miqueas: Si tú vuelves en paz, es que Yahvéh no ha hablado por mí.
28 Subió, pues, el rey de Israel, acompañado de Yosafat, rey de Judá, contra Ramot de Galaad.
29 Y el rey de Israel dijo a Yosafat: Yo voy a disfrazarme para entrar en el combate; pero tú ponte tus vestiduras. Y en efecto, el rey de Israel se disfrazó y entró en el combate.
30 Por su parte, el rey de Aram había dado esta orden a los jefes de sus carros: No ataquéis a ninguno, ni chico ni grande, sino sólo al rey de Israel.
31 Y al ver los jefes de los carros a Yosafat, se dijeron: Seguramente que ése es el rey de Israel. Y se fueron contra él para atacarle. Pero Yosafat empezó a gritar, y Yahvéh le socorrió, y Dios los apartó de él,
32 pues los jefes de los carros, al ver que no era el rey de Israel, dejaron de perseguirle.
33 Pero un hombre disparó al azar su arco e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la coraza. El rey dijo entonces al auriga: Da la vuelta y sácame del campo de batalla, porque estoy herido.
34 Arreció el combate aquel día, y el rey de Israel se mantuvo erguido en su carro frente a los arameos hasta el atardecer. Pero murió al ponerse el sol.

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Introducción a II Crónicas 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas