Daniel  3 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 30 versitos |
1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de sesenta codos de altura y de seis codos de anchura, y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.
2 Después, el rey Nabucodonosor mandó convocar a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas, jueces y a todas las autoridades de la provincia, para que vinieran a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había erigido.
3 Reuniéronse, pues, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas, jueces y todas las autoridades de la provincia, para la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había erigido, y se pusieron ante la estatua que había erigido Nabucodonosor.
4 El heraldo proclamó en voz alta: A vosotros, pueblos, naciones y lenguas, se os manda lo siguiente:
5 En el momento en que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, de la cítara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa, y de toda suerte de instrumentos de música, postraos para adorar la estatua de oro que erigió el rey Nabucodonosor.
6 El que no se postre y no la adore, será arrojado al instante en medio de un horno de fuego ardiente.
7 Por eso, cuando todos los pueblos oyeron el sonido de la trompeta, de la flauta, de la cítara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron para adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había erigido.
8 En aquel instante se presentaron algunos caldeos y denunciaron a los judíos,
9 tornaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: ¡Vivas por siempre, oh rey!
10 Tú, ¡oh rey!, has dado un decreto según el cual, todo el que oiga el sonido de la trompeta, de la flauta, de la cítara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, se postre para adorar la estatua de oro;
11 y que el que no se postre y no la adore, sea arrojado en medio de un horno de fuego ardiente.
12 Pues bien, hay algunos judíos, a quienes pusiste al frente de la administración de la provincia de Babilonia, es decir, Sadrak, MeSak y AbedNegó, los cuales no han tenido en cuenta tu decreto, ¡oh rey!, no veneran a tu dios y no adoran la estatua de oro que erigiste.
13 Furioso entonces Nabucodonosor, mandó traer a Sadrak, Mesak y AbedNegó, que fueron conducidos a la presencia del rey.
14 Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: ¿Es verdad, Sadrak, Mesak y AbedNegó, que no veneráis a mis dioses y no adoráis la estatua de oro que he erigido?
15 ¿Estáis ahora dispuestos, en el momento en que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, de la cítara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, a postraros para adorar la estatua que hice? Pues bien, si no la adoráis, seréis arrojados al instante en medio de un horno de fuego ardiente. ¿ Y quién es el dios que podría libraros de mis manos?
16 Sadrak, Mesak y AbedNegó respondieron al rey Nabucodonosor diciendo: No necesitamos darte una respuesta sobre este asunto.
17 Desde luego, nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos y nos librará del horno de fuego ardiente y de tus manos, ¡oh rey!
18 Pero si no lo hace, sepas, ¡oh rey!, que ni aun entonces veneraremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido.
19 Entonces Nabucodonosor se enfureció y la expresión de su rostro se cambio con respecto a Sadrak, Mesak y AbedNegó. Y ordenó encender el horno con un fuego siete veces mayor del que se solía encender.
20 Y mandó a algunos de los hombres más robustos de su ejército que ataran a Sadrak, Mesak y AbedNegó, para arrojarlos al horno de fuego ardiente.
21 Inmediatamente aquellos tres hombres fueron atados, y con sus calzones, túnicas, gorros y vestidos fueron arrojados en medio del horno de fuego ardiente.
22 Y como la orden del rey era severa y el horno estaba muy encendido, la llama del fuego abrasó a los que habían llevado a Sadrak, Mesak y AbedNegó,
23 y estos tres hombres, Sadrak, Mesak y AbedNegó, cayeron atados en medio del horno de fuego ardiente.


24 Y se paseaban en medio de las llamas, alabando a Dios y bendiciendo al Señor.
25 Azarías, puesto de pie en medio de las llamas, abrió sus labios y oró así:
26 Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, y digno de alabanza; y glorioso es tu nombre por los siglos.
27 Porque justo eres en todo lo que hiciste, todas tus obras son verdaderas, tus caminos son rectos y todos tus juicios son verdad.
28 Justos fueron tus juicios en todo lo que trajiste sobre nosotros y sobre la ciudad santa de nuestros padres, Jerusalén. Porque, según verdad y justicia, trajiste todo estopor causa de nuestros pecados.
29 Pues pecamos y procedimos inicuamente, alejándonos de ti, y delinquimos en todo y no escuchamos tus preceptos;
30 no los guardamos ni procedimos como nos mandaste para nuestro bien.
31 Y todo lo que nos enviaste y todo lo que nos hiciste, con verdadera justicia lo hiciste.
32 Nos entregaste en manos de nuestros enemigos, hombres inicuos y malvados apóstatas, y en las de un rey injusto, el más perverso de toda la tierra.
33 Y ahora no podemos abrir nuestra boca: vergüenza y oprobio cayeron sobre tus siervos y tus adoradores.
34 No nos abandones para siempre, por tu nombre, no repudies tu alianza,
35 no apartes de nosotros tu misericordia, por amor de Abraham, tu amigo, de Isaac, tu siervo, y de Israel, tu santo,
36 a quienes prometiste multiplicar su estirpe como las estrellas del cielo y como las arenas de la orilla del mar.
37 Porque hemos venido a ser, Señor, la más pequeña de todas las naciones, y estamos hoy humillados en toda la tierra por causa de nuestros pecados.
38 Ahora no tenemos ni jefe, ni profeta, ni príncipe, ni holocausto, ni sacrificio, ni oblación, ni incienso, ni lugar donde ofrecerte las primicias y encontrar misericordia.
39 Mas con ánimo contrito y espíritu humillado seamos acogidos, como con holocaustos de carneros y de toros, y como con miríadas de corderos cebados;
40 sea hoy así nuestro sacrificio ante ti, que te sea agradable y que plenamente te sigamos, pues no habrá confusión para los que en ti confían.
41 Y ahora, con todo el corazón te seguimos y tememos y buscamos tu rostro. No nos confundas;
42 antes obra con nosotros según tu clemencia, y según la grandeza de tu misericordia.
43 Líbranos según tu portentoso poder, y da gloria a tu nombre, Señor.
44 Sean confundidos los que hacen mal a tus siervos, sean cubiertos de vergüenza, privados de todo su poder y dominio, y su fuerza sea quebrantada.
45 Sepan que tú eres el único Dios y Señor, glorioso en toda la tierra.
46 Los servidores del rey que los habían arrojado al horno, no cesaban de atizar el fuego con betún, pez, estopa y sarmientos,
47 de tal manera que las llamas se elevaban cuarenta y nueve codos por encima del horno
48 saliendo hacia afuera, abrasaron a todos los caldeos que se encontraban alrededor del horno.
49 Pero el ángel del Señor bajó al horno con Azarías y sus compañeros, echó fuera del horno las llamas de fuego,
50 e hizo que en medio del horno soplara como un viento de brisa, de tal modo que el fuego no los tocó en absoluto, ni les causó daño ni molestia alguna.
51 Entonces los tres, como con una sola boca, cantaban, glorificaban y bendecían a Dios diciendo:
52 Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, loable y sumamente ensalzado por los siglos. Bendito tu glorioso y santo nombre, y sumamente loable y ensalzado por los siglos.
53 Bendito eres en el templo de tu santa gloria, y sumamente alabado y glorificado por los siglos.
55 Bendito tú, que sondeas los abismos, sentado sobre querubines, loable y sumamente ensalzado por los siglos.
54 Bendito eres sobre el trono de tu reino, y sumamente alabado y ensalzado por los siglos.
56 Bendito eres en el firmamento del cielo, y alabado y glorificado por los siglos.
57 Obras todas del Señor, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
59 Cielos, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
58 Ángeles del Señor, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
60 Aguas todas que estáis sobre el cielo, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
61 Potencias todas del Señor, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
62 Sol y luna, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
63 Astros del cielo, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
61 Lluvias todas y rocío, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
65 Vientos todos, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
66 Fuego y bochorno, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
67 Frío y calor, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
68 Rocíos y escarchas, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
69 Noches y días, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
70 Luz y tinieblas, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
71 Hielo y frío, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
72 Hielos y nieves, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
73 Relámpagos y nubes, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
74 Bendiga la tierra al Señor, alábelo y ensálcelo por los siglos.
75 Montes y colinas, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
76 Cosas todas que germinan en la tierra, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
78 Mares y ríos, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos. '"Fuentes, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
79 Monstruos marinos y todo lo que se mueve en las aguas, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
80Aves todas del cielo, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
81 Bestias todas y ganados, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
82 Hijos de los hombres, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos,
83 Israel, bendice al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
84 Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
85 Siervos del Señor, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
86 Espíritus y almas de los justos, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
87 Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
88 Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos. porque los libró del hades, nos salvó de la mano de la muerte, nos libró del horno de encendida llama y nos sacó de en medio del fuego.
89 Dad gracias a Dios, porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
90Adoradores todos del Señor, bendecid al Dios de los dioses, alabadlo y dadle gracias, porque es eterna su misericordia.

24 Entonces el rey Nabucodonosor, asombrado, se levantó precipitadamente y dijo a sus consejeros: ¿No hemos arrojado en medio del horno de fuego a tres hombres atados? Ellos respondieron al monarca: ¡Ciertamente, oh rey!
25 El rey replicó: Pues bien, yo veo a cuatro hombres que se pasean libremente en medio del fuego sin sufrir daño alguno, y el aspecto del cuarto es semejante al de un hijo de los dioses.
26 Acercóse entonces Nabucodonosor a la boca del horno de fuego ardiente y dijo: ¡Sadrak, Mesak y AbedNegó, siervos del Dios Altísimo, salid y venid aquí! Salieron entonces Sadrak, MeSak y AbedNegó de en medio del fuego.
27 Los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros del rey se reunieron para ver a aquellos hombres y comprobaron que el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, que ni los cabellos de sus cabezas se habían quemado, que sus calzones estaban intactos y que ni siquiera olían a chamuscado.
28 Entonces Nabucodonosor exclamó: ¡Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y AbedNegó, que envió a su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él. Desobedecieron la orden del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a dios alguno fuera de su Dios.
29 Yo promulgo este edicto: Todo pueblo, nación y lengua que profiera injurias contra el Dios de Sadrak, Mesak y AbedNegó sea descuartizado, y su casa sea convertida en muladar, porque no hay dios alguno que pueda librar como éste.
30 Luego el rey colmó de favores a Sadrak, MeSak y AbedNegó en la provincia de Babilonia.

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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