Salmos 109 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 31 versitos |
1 Del director. De David, salmo.

Dios de mis alabanzas, no estés mudo,
2 pues la boca del malvado y la boca fraudulenta se abrieron contra mi y me hablan un lenguaje de perfidia.
3 Con odio me acorralan y sin razón me hacen la guerra.
4 Como pago a mi amor, ellos me acusan, mientras yo estoy en mi plegaria;
5 por bien me vuelven mal, y odio por amor.
6 Suscita contra él hombre perverso y que tenga a su derecha acusador;
7 que resulte culpable en el juicio y sea su apelación tenida por pecado.
8 Que sus días sean cortos y otro usurpe su cargo.
9 Queden huérfanos sus hijos y viuda su esposa;
10 vayan sus hijos errantes mendigando, echados de sus ruinas;
11 acreedores se adueñen de lo suyo y pillen extraños su trabajo;
12 nadie lo tome en compasión, y nadie se apiade de sus huérfanos;
13 perezca su estirpe en exterminio y su nombre se pierda en la ulterior generación.
14 Que el Señor tenga memoria de las culpas de sus padres y no borre el pecado de su madre:
15 que estén siempre presentes al Señor, y borre él de la tierra su recuerdo.
16 El no ha pensado nunca en hacer bien, acosando al humilde e indigente, empujando hacia la muerte al abatido.
17 Prefiere maldición, que caiga sobre él; desprecia bendición, que se le aleje;
18 tomó la maldición como vestido, que como agua penetre en su interior, como aceite en sus huesos;
19 que le sirva de manto que lo envuelva y de faja perenne que lo ciña.
20 Tal el pago del Señor para mis acusadores, los que dicen maldades contra mí.
21 Y tú, Señor Dios mío, actúa, por tu nombre, en mi favor, libérame, conforme a tus bondades.
22 Yo soy humilde y pobre y en mí mi corazón sufre tortura.
23 Como sombra que declina me voy yendo, sacudido cual langosta;
24 mis rodillas vacilan del ayuno, mi carne, desmedrada.
25 A sus ojos yo soy una ignominia, al mirarme, menean la cabeza.
26 Ven, Señor y mi Dios, en mi socorro, y conforme a tus gracias ponme en salvo.
27 Sabrán que ésta es tu mano y que tú has hecho esto.
28 ¡Que maldigan, con tal que tú bendigas! Surgen ellos para ir a la vergüenza, y tu siervo tendrá su regocijo.
29 Que de oprobio se vistan los que acusan, que su infamia los cubra como un manto.
30 Con mi boca bendigo yo al Señor y en presencia del pueblo lo enaltezco:
31 él se eleva a la diestra del humilde para salvarle de sus acusadores.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas