Salmos 92 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 15 versitos |
1 Salmo; canto, para el día del sábado.

Bueno es dar gracias al Señor y salmodiar, Altísimo, a tu nombre,
2 referir a la mañana tus mercedes y tu fidelidad en medio de las noches,
3 al son del decacordio y de la lira y al murmullo del arpa.
4 Con tus obras, Señor, me das placer, y me gozo de las hechuras de tus manos.
5 Tus acciones, Señor, ¡cuan grandes son, cuan hondos tus designios!
6 El necio no lo sabe, el fatuo no penetra en estas cosas.
7 Si el impío germina como el césped y florece el fautor de iniquidad, es para ser destruidos para siempre,
8 mientras tú eres, Señor, eternamente excelso.
9 Ahí están, si no, tus enemigos, ahí tus enemigos pereciendo, los fautores del mal en dispersión.
10 En cambio alzas mi frente, cual del búfalo, y abundo en óleo fresco.
11 Mis ojos podrán ver a mis espías y mi oído escuchar sobre mis injustos agresores.
12 Germinarán los justos como palmas, se erguirán como los cedros en el Líbano.
13 Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán.
14 Aun en la vejez darán cosecha, conservarán su savia y su frescor,
15 para anunciar cuan recto es el Señor, mi roca, en el que no hay iniquidad.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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